En el Semanario UNIVERSIDAD del 15 de agosto del 2017, el productor campesino Jorge Galvez describía las principales transformaciones productivas que en los últimos 20 años ha sufrido la comunidad de La Guaria de Pocosol en San Carlos, acusa el autor al Estado costarricense de fomentar políticas que privatizan o deterioran las dos principales actividades productivas de la zona: la agricultura y la ganadería; esto se hace según Galvez, para fomentar la homogeneización productiva que traen los monocultivos para estas comunidades del norte del país. También en el artículo se narra la gran afectación que dejó el Huracán Otto en La Guaria y la poca o nula respuesta institucional hasta el día de hoy.
El Programa Kioscos Socio-ambientales inició un proceso de acompañamiento organizativo en octubre del 2016 en La Guaria de Pocosol; algunos dirigentes comunitarios de Pavón de Los Chiles que conocían la situación de esta comunidad nos invitaron a realizar una visita para ser testigos de la rápida y descontrolada expansión de la piña. Esto permitió conocer las fuerzas vivas de esta comunidad y escuchar sus relatos de cómo la producción de piña había generado diversas y preocupantes afectaciones: tala ilegal de bosque, destrucción de caminos, fumigaciones excesivas, desvíos nacientes, entre otros.
Según nos cuentan distintos actores de La Guaria, desde diciembre del 2015 iniciaron los movimientos de tierra para la producción de piña en la zona, sin tener mayor información sobre permisos municipales o de Setena, extensión del proyecto, implicaciones socioambientales, etc. A partir de ese momento vecinos de La Guaria han interpuesto distintas denuncias o han conversado con funcionarios de la zona de Minae, Sinac o Municipalidad, sin que hubiese ninguna respuesta o atención de estas instituciones.
Sin embargo en junio del 2017, la Setena emitió tres resoluciones (1289-1300 y 1301) producto de una visita a campo interinstitucional realizada en octubre del 2016 donde básicamente validan todo lo que las personas vecinas de esta comunidad habían venido denunciando por meses: se detectó eliminación de bosques que fueron enterrados, bodegas construidas sin ninguna autorización de Ministerio Salud, desvío de quebradas, afectación a humedales, zonas de protección a cuerpos de agua sedimentada; la remoción de la cobertura vegetal, la preparación del terreno, la construcción de caminos internos, los sistemas de drenado de agua, la preparación de la semilla se inició antes de otorgarle la viabilidad ambiental, de igual forma se detectó que para la fecha de la inspección la piña tenía como siete meses de estar sembrada, es decir, mucho antes de que se otorgara Viabilidad ambiental, ni tampoco se informó a Setena del comienzo de dicha actividad.
La empresa Exportaciones Norteñas (quien también opera en Santa Fe de Los Chiles y han enfrentado diversos paros laborales por parte de sus trabajadores) ha sido señalada de todas estas situaciones descritas. Setena en sus tres resoluciones obliga a la empresa a realizar ciertas acciones y la amonesta por escrito; es decir, una empresa de agroindustria puede botar montañas, secar nacientes, destruir caminos, iniciar su actividad sin ninguna autorización estatal, levantar construcciones ilegalmente y a cambio recibe una amonestación por escrito.
La mayoría de medidas que Setena obliga a Exportaciones Norteñas a cumplir tenían un mes de plazo, es decir, debían presentarse a inicios de agosto del presente año; sin embargo, no solo no se ha presentado absolutamente nada, sino que más bien, la actividad sigue expandiéndose sin ningún control ni interés institucional en esta zona.
La lentitud y muchas veces negligencia de las instituciones del Estado se contrasta con la acelerada expansión piñera y, por lo tanto, con la profundización de los daños socioambientales ocasionados por esta actividad agroindustrial. En la institucionalidad estatal todos se tiran la pelota, escudados por las limitaciones de sus competencias, la poca capacidad de acción, su poco personal y toda una serie de excusas sobre la imposibilidad de coordinar entre instituciones.
Por otra parte las personas vecinas de La Guaria se cansan de esperar respuestas y continúan con sus procesos de organización comunitaria para enfrentar lo que Jorge Galvez le llama: un monstruoso enemigo.