Opinión

Cómo evitar a las mujeres: Un instructivo para acosadores seriales

Se calcula que globalmente son asesinadas 10 mujeres cada hora, y 6 de esos asesinatos son perpetrados por alguien que ellas conocen.
Luego del estallido del #MeToo se ha extendido la idea de que las mujeres no mienten y han de ser creídas.  Provocando que algunos varones hayan decidido no tratar en absoluto con mujeres.

Este repunte de derechos humanos a nuestro favor hace que muchos señores prefieran no correr el más mínimo riesgo de controlar, culpabilizar, despreciar, ignorar, estereotipar, humillar, ridiculizar, ningunear, amenazar, insultar, gritar, acosar, agredir, golpear, torturar, abusar, violar y asesinar mujeres. Es decir evitan cualquier nivel de la pirámide de la violencia de género.

Deciden por ejemplo no ir a almorzar ni cenar con compañeras, y evitar reuniones a solas o a puerta cerrada, si lo que visualizan es una conducta impropia. En un viaje de trabajo; no se sientan a su lado en el avión, ni se alojan en el mismo piso del hotel, si lo que pretenden es suscitar una falsa camaradería que acabará en acoso. A sus colegas mujeres tampoco les piden el número de teléfono, ni se arriman demasiado durante un trayecto en taxi y menos se apoyan en su torso mientras posan para una foto.

Si lo suyo es juzgarlas de inferiores, considerarlas menos capacitadas, potencialmente problemáticas o extremadamente susceptibles; entonces se abstienen de todo trato con ellas. No trabajan con mujeres, no contratan mujeres y nunca son “mentores” de mujeres.

En lo académico, si se trata de un potencial violador o un macho prejuiciado, ya no dirigen tesis de estudiantes femeninas como la solución preventiva más segura.

Hay quienes afirman que esto del #MeToo es una reacción exagerada, porque coloca estas naderías en el nivel de “hostigamiento sexual” o “conducta impropia”. Pero lo que consideran más grave, es que tales denuncias desembocan en que estos señores sean considerados culpables o por lo menos bajo sospecha permanente. Alertan que estas acciones pueden provocar una guerra entre géneros que acabaría aislando a las mujeres.

Aquí toca refrescar algunos números acerca de las guerras: según la ONU, las mujeres tenemos 70 años de acumular el equivalente a las 6 millones de víctimas del holocausto. Se calcula que globalmente son asesinadas 10 mujeres cada hora, y 6 de esos asesinatos son perpetrados por alguien que ellas conocen. Esto, a groso modo, hace que llevemos más de 70 años en una guerra mundial donde las bajas son las mujeres por el hecho de ser mujeres.

Nada daría más alivio a las mujeres si todo este instructivo fuese cumplido al pie de la letra.

Por ejemplo nunca más haríamos una denuncia de acoso sexual y por lo tanto no perderíamos ese tiempo, ni ese trabajo, ni seríamos condenadas socialmente por denunciar.

Viajaríamos mucho más por trabajo e iríamos muy confiadas, y podríamos escalar en nuestras carreras gracias a la exposición y el roce que los viajes propician. Terminaríamos la carrera, la tesis, el posgrado; porque jamás un episodio de acoso decantaría en que no volvamos a la facultad con tal de no ver a nuestro acosador.

Sería un sueño hecho realidad que daría a todo el planeta un salto cualitativo hacia la igualdad en menos de 5 años. Esto haría que las finanzas de las mujeres fuesen mejores y la economía mundial mejoraría inmediatamente.

Entonces alcanzaríamos el olimpo cuando por fin Wall Street maneje la regla tácita de “contratar mujeres con prioridad” para ser competitivos en la bonanza mundial lograda por el feminismo; que no es otra cosa que la igualdad entre mujeres y hombres en todos los aspectos de la vida.

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