Opinión

Ciencia y religión

Con alguna frecuencia, es posible encontrar en redes sociales, comunicaciones personales y diferentes medios de información afirmaciones de que ciencia y religión

Con alguna frecuencia, es posible encontrar en redes sociales, comunicaciones personales y diferentes medios de información afirmaciones de que ciencia y religión, en tanto caminos para la búsqueda de la verdad, terminan siendo lo mismo: un conjunto de afirmaciones dogmáticas y arbitrarias acerca de la naturaleza y explicación de la realidad.

Sin embargo, esta clase de opiniones está muy lejos de ser correcta. Veamos por qué.

Uno de los aspectos más polémicos de la religión es que descubrir errores en ella es mal visto y censurado, no algo bienvenido ni considerado positivo. Exactamente al contrario de cómo opera la ciencia, que es, en pocas palabras, un exigente procedimiento para buscar errores en creencias. Precisamente es por esto que la religión encuentra fuertes dificultades para corregirse, porque es reacia a reconocer sus errores, ya que no está diseñada para ello. Pero ¿cómo podría ser de otra forma si el pensamiento religioso es dogmático por definición? La religión no precisa de someter a prueba rigurosa sus afirmaciones, sino que más bien huye de hacerlo.

Entonces, dado que el pensamiento religioso simplemente se asume a priori como verdadero y perfecto por ser “revelado por dios”, ¿cómo puede reconocer sus equivocaciones un tipo de mentalidad que se pone a sí misma como inequívoca sin necesidad de otro “fundamento” más que “la santa palabra” de un amigo invisible?

Decir que religión y ciencia son “iguales” es simplemente no conocer cómo funciona la ciencia, que todos los días publica avances que se caracterizan, precisamente, por cuestionar, ampliar o modificar el conocimiento existente. Curiosamente, pese a que vivimos rodeados de tecnología que solo es posible gracias a la ciencia presente en sus bases, la mayoría de nuestra población confía más en la religión que en la ciencia.

En efecto este parece ser el ciudadano promedio costarricense y latinoamericano a estas alturas del siglo de las tecnologías de la infocomunicación; alguien que, pese a beneficiarse todos los días de los grandes avances científicos y tecnológicos, sigue basando sus juicios más en mitos del neolítico que en el que, sin lugar a dudas, es el mejor método creado por la humanidad para buscar la verdad y comprender el mundo: la ciencia. ¿Infalible? De ninguna manera, de hecho reporta sus propias limitaciones y sus fuentes y márgenes de error. ¿El mejor método para resolver problemas complejos? Sin la menor duda, la ciencia constituye el mejor proceso inventado por la humanidad para crear conocimiento.

Mientras nuestra conservadora y todavía aldeana sociedad invierta más tiempo, atención y recursos en mitología que en ciencia, será difícil aprovechar todo el enorme potencial que esta ofrece. Entonces, cabe preguntarse: ¿en qué vale la pena confiar más, en la ciencia o la religión?, ¿a cuál de las dos dedica más tiempo nuestra población? Pese a que la ciencia supera por mucho a la religión como mecanismo para buscar la verdad, es posible afirmar que nuestra población sigue dedicando mucha mayor energía a la religión que a la ciencia. Seguirá habiendo un pesado grillete en el pie para que nuestra sociedad avance mientras la mitología siga teniendo más peso que la ciencia a la hora de tomar decisiones y definir objetivos políticos de conducción social.

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