Opinión

El cemento y los piratas

Érase una vez en un día que me encontraba disfrutando de las honradas comodidades del sudor de la frente.

Érase una vez en un día que me encontraba disfrutando de las honradas comodidades del sudor de la frente. Cuando a los lejos  llegó una barcaza a la que llamaban la pinta, vaya a saber usted por qué.

El capitán de ese navío un señor con poco pelo y de buen vestir, acompañado de su primer oficial, un pirata con parche en el ojo que veía y oía todo y más allá.

El capitán sin pelo, como le decían, exclamaba ante su tripulación que él no tenía nada que ver con un fuerte viento que se aproximaba, el cual fue provocado por la búsqueda de un tesoro en los bancos de arena de Costa Rica. Pensé que la tempestad acabaría. Pero no fue así…

Conforme el sol salía y se rendía bajo las estrellas, el viento se volvía más y más fuerte, atrajo a otro barco cuyo nombre era “La Santa María” Los comodoros de ese navío interrogaban  a una larga lista de marineros, algunos de estos de aspecto cansado, barrigones, barbudos, chimuelos, tuertos, y por supuesto mentirosos (La diarrea no paga).

Todos ellos decían que no habían hecho nada malo, o no se acordaban de ciertos detalles importantes o preferían guardar silencio. En sus discursos insistían en que eran comerciantes transparentes, aunque con sus acciones comprobaran sus mentiras, y como buenos piratas entre ellos mismos se clavaban los puñales. Les era muy difícil ocultar los malos trueques y los negocios turbios en los que andaban, a uno en especial, quien con un marinero de “La niña” viajó a otras aguas.

Pero antes de que este navío hiciera su aparición, los comodoros abordaron  La Pinta, entrevistaron al Capitán sin pelo, pero no pudieron hallar evidencia, algunos tuvieron que conformarse con una porción de pizza para digerir el decepcionante  resultado.

Conforme los comodoros insistían en investigar, el viento se hacía más fuerte y el agua se ponía más turbia; entonces… apareció “La Niña” dicen que su capitán está ciego, ya que por poco provocó un accidente marítimo al casi chocar con las otras dos barcazas. Bueno… aún no ha terminado de anclar.

Esta traía a un marinero cojo con pata de palo y con cara de malo, el cual siempre andaba mareado, lo tenían que andar jalando y sosteniendo para que no se cayera, no se explicaban del porqué de este comportamiento, aunque sospechaban que el agua que calmaba sus ansias podía ser la causa, ya que esta era muy diferente al resto de aguas.

Cuentan por ahí que este marinero viajó con uno de los interrogados a otros océanos, regresó quizá por un lugar por donde no debía pasar, entonces no pudo registrar lo que traía. Los Comodoros no le creyeron sus cuentos de sirenas.

Y por más que este instaló su banderita de seguridad, la cual trató de cuidar muy bien, sabe que no tiene forma de negar la verdad, por más excusas que se sacara de la manga. Tanto así que el Capitán de la Niña se vio forzado a abrir una investigación. ¡Claro! no se la dio a su primer oficial, un tipo que siempre llevaba un perico en su hombro, y una medallita de paz en su pecho. En síntesis… aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

Como este asunto es tan pero tan profundo, ciertos comodoros asustados han tratado de sabotear a los comodoros que sí han sido valientes y comprometidos, hasta el momento no lo han logrado, aunque un pirata que pertenece a la Santa María, y que pareciera también estar involucrado en las cuestiones turbias y es compinche   del marinero al que le dio diarrea y que viajó con el marinero de ¡La Niña a aguas del sur! ha pretendido descaradamente ser parte de este grupo de comodoros. Es un pirata barbudo que siempre trata de atraer simpatías con sus cantos de sirena, pero que su silencio en este caso, y sus acciones contra la gente trabajadora y honrada lo han terminado de quemar, aunque cada cuatro años trata de reinventarse sin mayor éxito.

Así es mis amigos, la esencia de los piratas es mentir, robar, ser embusteros, traicioneros, y por más maquillaje bonito que quieran darle, no se puede cambiar. ¡Se tienen que ir!

Las personas honestas, educadas y cultas no podemos creer ni vender cantos de sirenas, no podemos ofrecer ilusiones que no vamos a cumplir; eso es lo que nos diferencia de los piratas, recuerden, que ellos quieren acabar con las ilusiones de cada uno de nosotros. “Los Piratas son cojos, con cara de malos, con parche en el ojo y con pata de palo”… (JJ)

Manténgase al alcance de los niños.

 

 

 

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