Opinión

Carta abierta al presidente: Tiempos excepcionales demandan respuestas excepcionales

Profesionales en Economía se dirigen al mandatario para expresarle sus puntos de vista sobre la situación económica y ofrecerle colaboración

Muy honorable señor presidente:
Con nuestros muy atentos saludos, y esperando se encuentre muy bien, nos dirigimos a usted, en nuestra doble condición de ciudadanas y ciudadanos costarricenses y profesionales de la economía, para manifestarle, con todo respeto, lo siguiente:

1) Reconocemos y apoyamos el trabajo que su gobierno ha venido realizando, bajo el liderazgo del Ministerio de Salud y la Caja Costarricense del Seguro Social, y sus respectivos jerarcas, Dr. Daniel Salas y Dr. Román Macaya, para enfrentar la emergencia sanitaria del covid-19. Con usted, nos congratulamos de los buenos resultados que Costa Rica está logrando. Confiamos que, como comunidad nacional, sabremos seguir adelante por esa misma ruta de responsabilidad, solidaridad y disciplina. Consideramos que, en esta materia, deben respetarse los criterios científicos y la recomendación de las personas expertas en la materia. Ninguna otra instancia tiene autoridad ni debería inmiscuirse, en las decisiones sobre la cuarentena y las medidas de prevención que se apliquen.

2) Bien sabemos que todo esto inevitablemente conlleva un elevado costo económico, lo cual implica una severa contracción de la producción nacional, y la pérdida de decenas, quizá centenares de miles de empleos, con lamentables y muy dolorosas consecuencias humanas y sociales.

3) La situación que se plantea es inédita desde todo punto de vista, no solo por la severidad de la recesión económica que enfrentamos, sino especialmente por las condiciones, sumamente peculiares, bajo las cuales esto tiene lugar.

4) Enfrentamos circunstancias que, por novedosas e imprevistas, exigen una alta dosis de creatividad e innovación. Las formulas económicas ortodoxas, de dudosa eficacia incluso en tiempos normales, no solo se vuelven del todo inútiles hoy día, sino que más bien arriesgan ser un grillete que dificulte, e incluso impida, hacer lo que debe hacerse.

5) Con la caída de la economía y la pérdida masiva de empleos, viene un severo y repentino empobrecimiento, con afectaciones especialmente severas para las mujeres. Una primera pregunta que debemos contestar es ¿cómo hacemos para distribuir equitativamente los costos asociados a ese doloroso retroceso? Creemos que es nuestro deber garantizar un reparto equitativo de los costos, lo cual necesariamente significa que las personas, familias y sectores sociales en condiciones relativamente favorables, deben aportar a fin de fortalecer y ampliar el Plan Proteger de su gobierno, y de esa manera brindar un auxilio efectivo a los centenares de miles de familias y personas que hoy sufren pobreza y agudas carencias, entre las cuales debemos mencionar, en lugar prioritario, las mujeres jefas de hogar, y las personas mayores, discapacitadas, indígenas, migrante, trabajadoras domésticas y personas LGBTIQ. Aparte ser un deber ético y moral y una obligación que solidariamente toca asumir, esto ayudará a sostener el mercado interno, y atenuar la recesión de la economía.

6) Debe asimismo tomarse las decisiones que sean necesarias, a fin de garantizar que en estos momentos apremiantes, los recursos que se dedican a usos suntuarios o prescindibles, se canalicen hacia fines prioritarios y urgentes, como la atención de la crisis sanitaria, el apoyo a empresas en problemas, la protección de los empleos, y, desde luego, el auxilio a los sectores sociales más carenciados. En el sector público hay margen para una reasignación de recursos de ese tipo, ya sea mediante el ahorro en rubros prescindibles (publicidad, consultorías, etc.) o aprovechando los ahorros que la propia cuarentena está generando. Algo similar se podría propiciar en el sector privado, mediante un esquema tributario apropiado que no penalice la actividad productiva, sino solamente las formas suntuosas de consumo.

7) Pero, asimismo, debemos interrogarnos acerca de cómo lograr atenuar la recesión económica, y cómo impedir que, en lo posible, esta no deje secuelas perdurables, de difícil recuperación futura. Las medidas que su gobierno ha impulsado, destinadas a posponer el pago de impuestos, cuotas de seguridad social y servicios públicos por parte de las empresas, son necesarias para facilitar el manejo de flujo de caja y de capital de trabajo de estas, aunque deberían estar reservadas para aquellas empresas golpeadas por la crisis, no las que siguen teniendo un desempeño satisfactorio.Especial atención deben recibir las micro, pequeñas y medianas empresas, las cooperativas y los emprendimientos de la economía social y solidaria.

8) La moratoria en el pago de las deudas de familias y empresas –en especial las micro y pequeñas, así como las de la economía social y solidaria– la definición de una tasa de usura, la reducción de los costos y comisiones de los datafonos, el alivio o posposición de los pagos de servicios públicos, y la disponibilidad de crédito en condiciones favorables, por parte de bancos tanto privados como públicos, son asimismo medida necesarias para sobrellevar la crisis y atenuar el impacto de la recesión.

9) Necesitamos con urgencia una actuación enérgica y decidida del Banco Central. A este le corresponde garantizarle liquidez a los bancos y entidades financieras, crear las condiciones necesarias para facilitar la concesión de moratorias sobre deudas de personas y empresas, y hacer bajar las tasas de interés sobre la deuda pública, a fin de propiciar un ahorro significativo en los pagos por intereses. Asimismo, y de forma ineludible, le corresponde al Banco Central apoyar el financiamiento del déficit fiscal y, en particular, el financiamiento de las medidas de emergencia, no solo las que tienen que ver con la parte sanitaria, sino las destinadas a atenuar el impacto de la recesión. En conjunto con el Ministerio de Hacienda, el Banco Central debe generar los mecanismos necesarios para dar sostenibilidad a las finanzas de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) y garantizar la continuidad de sus proyectos de inversión.

10) En relación con lo indicado en el punto anterior, es desde todo punto de vista desatinado traer a colación, en el contexto actual, el fantasma de la inflación. No hay riesgo alguno de inflación, no solo porque las tasas de desempleo de la fuerza de trabajo y de desocupación de la capacidad productiva instalada, son altísimas, sino porque, en la actual realidad sociopolítica de Costa Rica, no hay posibilidad alguna que se dé lugar a una espiral precios-salarios, como las que fueron características del decenio de los setenta del siglo pasado. El problema hoy es el desplome de la economía y el desempleo, no la inflación, y ello hace urgente que el Banco Central aporte lo que le corresponde.

11) Debemos, desde ya, avanzar en la definición de un programa de recuperación de la economía, que se pondrá en marcha tan pronto como las condiciones sanitarias se hayan estabilizado. Este programa debe estar animado por un firme compromiso ambiental, y animado por un enfoque social y humano, orientado a garantizar condiciones de vida digna para toda la población. Un componente muy importante dentro de ese esfuerzo de recuperación, debe ser un programa de inversión pública muy ambicioso, el cual ha de reconocer varias fases, inclusive una, de corto plazo y fácil y rápida ejecución, planificada para la generación inmediata de muchos empleos, tanto directos como indirectos, incluyendo objetivos que, de forma expresa, favorezcan la incorporación de las mujeres y el beneficio de las regiones más empobrecidas y carenciadas de Costa Rica. En etapas posteriores, ese plan, aparte afirmar los esfuerzos de reactivación económica y creación de empleos, debe también contribuir a la consolidación de una economía de alta productividad, respetuosa con la naturaleza, que genere muchos empleos y que distribuya el ingreso y la riqueza de forma muy equitativa. Debemos concebir este programa como el inicio de un esfuerzo ineludible de refundación de la economía costarricense, sobre bases profundamente renovadas.

12) Debemos innovar en los mecanismos de financiamiento de ese programa de inversión pública. El recurso a financiamiento externo en condiciones blandas y de largo plazo, será una, entre algunas otras, de las opciones que debemos aprovechar. Apoyamos las negociaciones que su gobierno realiza con diversos organismos internacionales, pero advertimos que esas negociaciones deben enfatizar objetivos de reanimación de la economía y creación de empleos, bajo condiciones de equidad y justicia social. No caben aquí las agendas ideológicas orientadas a propiciar procesos de privatización, o inspiradas en criterios de austeridad fiscal, comprobadamente fallidos, todo lo cual resultaría, en este momento, por completo desatinado e impertinente.

13) La crisis dejará, inevitablemente, un déficit fiscal y una deuda pública más altas. Es tan inevitable como necesario. Ello hará necesario avanzar decididamente en la introducción de reformas progresivas a nuestro sistema tributario, y en un combate mucho más enérgico contra la evasión y la elusión. Con todo respeto, señor presidente, nos permitimos agregar lo siguiente: la forma más saludable y eficaz de lograr reducir el déficit y poner bajo control la deuda, es con base en una economía dinámica, que genere muchos buenos empleos. Para lograrlo, es importante olvidarse del fallido catecismo ortodoxo que insiste en la austeridad fiscal, y avanzar hacia un programa de recuperación económica vigoroso, tal cual aquí brevemente lo hemos pergeñado.

14) Es importante indicar, señor presidente, que en la economía no existe una única perspectiva teórica y epistémica. Todo lo contrario más bien: la economía es hoy una ciencia que se energiza y renueva a partir del debate amplio y pluralista. Cuando, por otra parte, ya desde la crisis financiera mundial y la Gran Recesión de 2007-2009, quedó muy claro que la versión ortodoxa tradicional de la economía, no solo carga gravísimos errores, sino que es claramente incapaz de articular ninguna respuesta creíble frente a las situaciones de crisis. En los difíciles momentos que hoy vivimos, ello nuevamente se pone de manifiesto: la ortodoxia económica, aun dominante en Costa Rica, se mantiene encapsulada dentro de los rígidos moldes teóricos y propositivos que le son característicos, al punto que ni siquiera capta que una situación excepcional como la actual, demanda por ello mismo respuestas excepcionales. Esa economía simplemente sigue aferrada a las fórmulas de siempre.

15) Finalmente, señor presidente, nos ponemos a sus órdenes, con el ánimo de contribuir, con espíritu patriótico y constructivo, y con la más amplia disposición al diálogo respetuoso, en la búsqueda de soluciones justas y equitativas, que también sean económicamente viables y eficaces. Lo que aquí hemos planteado, tan solo esboza algunas de nuestras ideas y propuestas. Con gusto querríamos ampliar ante usted nuestros puntos de vista, si usted nos concede la oportunidad y el honor de hacerlo.

Sin más por ahora, nos suscribimos ante usted, muy atenta y respetuosamente,
Ana Rosa Ruíz Fernández, economista
3-0248-0440
Instituto Tecnológico de Costa Rica / Red Feminista

Daniel Vartanian Alarcón, economista
Cédula 8-0051-0962

Eduardo Rosales Blandino, administrador
Cédula 1-0412-1404

Eugenio Trejos Benavides
Cédula 9-0041-0880
Profesor Instituto Tecnológico de Costa Rica

Fernando Rodríguez Garro, economista
Cédula 4-0165-0895
Académico Escuela de Economía, UNA

Greivin Salazar Álvarez, economista
Cédula 1-0971-0643
Escuela de Economía, UNA

Henry Mora Jiménez, economista
Cédula 1-0512-0542
Catedrático UNA

Hugo Cascaste Mico, economista
Cédula 6-0107-1240

Jorge Arturo Chaves Ortiz, economista
Cédula 1-0413-0957
Director Centro Dominico de Investigaciones (CEDI) / UNA

Jorge Andrey Valenciano Solano, economista
Cédula 2-0542-0447
Escuela de Economía, UNA

Luis Carlos Olivares Martínez, economista
Cédula 1-1445-0826
Instituto Centroamericano de Gobernabilidad

Luis Paulino Vargas Solís, economista
Cédula 2-0327-0373
Director Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE-UNED)

María Leonela Artavia Jiménez
Cédula 1-1444-0882
Investigadora Centro Dominico de Investigación (CEDI) / Académica Escuela de Economía, UNA

Mario Devandas Brenes, economista
Cédula 1-0342-0692
Directivo Caja Costarricense del Seguro Social

Martín Gerardo Murillo Córdoba, economista
Cédula 1-0498-0565
Profesor UNED / Consultor

Osvaldo Ureña Jiménez, economista
Cédula 1-1307-0662

Pablo Abarca González, economista
Cédula 1-1452-0672

René Fonseca Cortés, administrador
Cédula 9-0110-0864

Rosberly Rojas Campos, economista
Cédula 2-0454-0781
Investigadora UNED

Roxana Morales Ramos, economista
Cédula 1-1167-0990
Escuela de Economía, UNA

Welmer Ramos González, economista
Cédula 5-0191-0924
Diputado

Suscríbase al boletín

Ir al contenido