Opinión

¿Carlos Alvarado o el VI Lenin criollo?

Algunos "analistas" en redes sociales y centros de pensamiento neoliberales (e.g. Instituto Libertad) promueven la idea equivocada, y hasta risible

Algunos “analistas” en redes sociales y centros de pensamiento neoliberales (e.g. Instituto Libertad) promueven la idea equivocada, y hasta risible, de que Carlos Alvarado es un líder de izquierdas. Sí, para ellos Carlos Alvarado vendría siendo un Lenin tropicalizado y La Nación y Teletica serían las versiones contemporáneas del Pravda soviético. En sus peores sueños, sería un Hugo Chávez criollo, pero mucho menos carismático. Tal delirio no merecería mayor interés ni aclaración si no fuera porque tienen eco en algunos sectores de la población que sufre las políticas de este gobierno.

En el mundo de las prenociones propias del analfabetismo político, el término socialista empata hoy en día con las (pseudo) tesis conspirativas de Laje y Márquez. Por otro lado, hace conexión con la carga peyorativa endilgada al término durante la Guerra Fría en países de derechas y, actualmente, con su uso indiscriminado por los gobiernos neodesarrollistas latinoamericanos, unos con peor (e.g. Venezuela) y otros con mejor rendimiento (e.g. Bolivia).

En el caso de los análisis aparentemente serios, la caracterización del gobierno del PAC como socialista responde a la satanización de cualquier intervención estatal; esto es un mero ideologema. Lo cierto es que, por el proyecto general y sus políticas económicas, estamos ante el gobierno más a la derecha y conflictivo de las últimas décadas. La ministra de Hacienda, Rocío Aguilar, ha sido galardonada por los medios corporativos de comunicación como la dama de hierro tica (¿ofensa o alago?). En las casi cinco décadas post crisis de la deuda de la década de 1980, este es uno de los gobiernos más agresivos contra los derechos colectivos de los trabajadores públicos y privados, propio de una orientación liberal y proempresarial.

Ese tipo de afirmaciones sobre un gobierno de izquierda del PAC son irresponsables e infundadas. Irresponsables porque buscan no hacerse cargo de los gobiernos afines a sus políticas y las consecuencias negativas que acarrean (Alvarado, J. O Hernández, Temer, Macri y un largo etc.). Dicha irresponsabilidad es común de esos centros de adoctrinamiento liberal, que se exoneran ante el fracaso de las políticas y gobiernos de derechas cercanos a sus posiciones. Son infundadas porque ninguna de las políticas y decisiones del Gobierno del PAC responde a la necesidad de igualdad, solidaridad y libertad real ni se centran en mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y sectores populares, nada menos progresivo o de izquierda que los impuestos indirectos.

Por el contrario, y ha sido evidente, se trata de un gobierno que danza al son de los grupos de poder empresarial, opuesto a las necesidades e intereses de las mayorías. No trabaja por los grupos sociales débiles, explotados y oprimidos, sino para los que se aprovechan de ellos. Esto último no es una falsa dicotomía como defienden algunos militantes oficialistas, ni se soluciona con criterios y tecnicismos en apariencia desideologizados que obvian este fundamento social de la realidad, es la dinámica objetiva del capitalismo ahora globalizado.

Lo único positivo que se puede extraer de afirmaciones extraviadas que equiparan este gobierno con políticas de izquierda es que obliga a superar el formalismo típico del análisis político y nos centra en debates sustantivos que algunos colegas “post ideológicos” consideran anacrónicos. Sin embargo, basta una mirada a los indicadores socioeconómicos para darse cuenta de que las demandas por la justicia social e igualdad real son tan actuales hoy como hace un siglo; son los poderosos los que al realizar sus intereses mercantiles y proyectos de clase despiertan una y otra vez “la guerra fría”. En este escenario nacional e internacional, ojalá el PAC fuera de izquierda; gran falta hace en esta coyuntura una alternativa -posible y probable- auténticamente socialista.

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