Opinión

Brexit: mucho ruido y pocas nueces

El 23 de junio los británicos decidirán si permanecer o no, en la Unión Europea (UE). Los Leave parecen manejar leve ventaja

El 23 de junio los británicos decidirán si permanecer o no, en la Unión Europea (UE). Los Leave parecen manejar leve ventaja sobre los Remain, pero los indecisos son muchos. El referendo se ha convertido en un agujero negro político dentro del gobierno conservador del primer ministro Cameron; por ejemplo, la posición tomada por el exalcalde de Londres. Boris Johnson, antes considerado como un europeísta convencido, se unió a la campaña del Brexit en una clara apuesta con miras a obtener mayor poder en el partido. En caso de una victoria de ese bando, Cameron -entre los principales defensores de la permanencia – estaría casi obligado a renunciar, y el exalcalde sería el mejor candidato para asumir el mando.

Cameron intentó negociar un gran acuerdo con la UE. Tras conceder el referendo, y para complacer los euroescépticos del partido, invirtió mucho capital político en largas negociaciones, para obtener mejores condiciones sobre soberanía, política monetaria, futura integración, e inversión social en migrantes. El acuerdo que logró negociar entraría en vigencia solamente en el caso de que ganen los Remain.

Sin embargo, el acuerdo parece no haber convencido a los impulsores del Brexit dentro de su partido: el presidente conservador de la Cámara de los Comunes criticó el acuerdo, señalando que lo negociado no devolvió poder alguno a Londres, y lo denunció como “provisional” sin sustento legal, ya que en caso de encontrarse roces con los Eurotratados, el acuerdo sería inaplicable.

Una salida sería un caso excepcional en la historia de la UE: solamente Groenlandia salió a raíz de un referéndum en 1982. Lo cierto es que el Reino Unido tendría que renegociar sus relaciones económicas y comerciales desde cero. Hay diferentes modelos: desde la adhesión al Espacio Económico Europeo a lo Noruego; hasta el modelo suizo, en que los acuerdos comerciales se negocian por sector. El cambio mayor para los británicos sería la pérdida del derecho a la libre circulación y permanencia en Europa. El Reino Unido se ha convertido en destino por excelencia para los jóvenes del Sur de Europa, y más allá. Migrar es fácil: un vuelo barato y después de unos días se puede encontrar trabajo en el sector de los servicios, restaurantes y pubs sobre todo. Si el Reino Unido saliera, estos jóvenes necesitarían visa. Y este es el argumento fuerte de los que impulsan la salida de la UE: volver a tomar control sobre las fronteras nacionales y los flujos migratorios, porque por supuesto “los inmigrantes les quitan el trabajo a los británicos”.

Alarman los que desean quedarse: la salida causaría la pérdida cierta de millones de puestos de trabajo y años de incertidumbre económica. La OECD criticó explícitamente la hipótesis del Brexit, señalando que sería un drama no solo para el Reino Unido sino para la entera economía europea. La Confederación de Industria Británica también se ha declarado en contra del Brexit.

Dentro del partido conservador, el lío ya se define como “guerra civil”. El Secretario de Trabajo y Pensiones renunció tras nuevos recortes en la inversión social, y está a favor del Brexit: lo han acusado de querer sembrar más discordia en el gobierno y el partido, a la luz del referéndum. Hasta el líder conservador en el Parlamento Europeo ha citado razones para estar a favor del Brexit. El partido Laborista ha optado tomar un bajo perfil, los miembros del partido y sus seguidores votarán a favor de quedarse. Pareciera que el líder socialista Jeremy Corbyn no quiera desgastarse políticamente en el referéndum. Aunque para la izquierda inglesa será cada vez más difícil estar a favor de una Unión que se ha demostrado rígida en sus negociaciones con el gobierno griego de Tsipras. Hasta el momento al parecer, en esta campaña que transcurre a 400 años de la muerte de Shakespeare, no habrá voz de quien pida un “mutis por el fondo izquierda”.

 

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