Es indudable que una de las propuestas que más rechazo producen en la ciudadanía es el aumento de diputados. Este rechazo responde ante todo a la merecida mala imagen que tiene nuestro Primer Poder de la República y, con ello, al justificado descontento y frustración ciudadana con un parlamento que deja muchísimo que desear, sentimientos que comparto plenamente.
Sin embargo, pareciera que se deseara “castigar” el pésimo desempeño de nuestros diputados con reducir su número o nunca variarlo, lo cual me parece está mal enfocado. Ahora que se discute el proyecto de ley de Poder Ciudadano, ya que, entre otras cosas, incrementaría a 84 el número de diputados, así como se implementaría el voto directo y la existencia de circuitos electorales como en la mayoría de países y no la obsoleta representación por provincia que poseemos actualmente, es buen momento de abrir el debate.
En realidad el mal desempeño de nuestros diputados sí debería ser corregido y deberíamos, como ciudadanía, enviarles un claro mensaje de diversas formas para que comprendan nuestra frustración, pero oponiéndonos a la propuesta de PCY no es la mejor forma, pues sólo se limitaría a mantener el statuquo.
Lo que debemos hacer es, por ejemplo, eliminar o disminuir al mínimo sus muchos privilegios, numerosos asesores y recortar la deuda política, no recortar la representatividad que en estos momentos está obsoleta pues el número de 57 data de 1948 y ya casi 70 años después está totalmente desfasa- do de la realidad.
Costa Rica tiene uno de los parlamentos más pequeños del mundo. Esto es algo que quizás es difícil de visualizar para muchos costarricenses que tienen la idea de que este país es diminuto y poco poblado.
En realidad hay países mucho más pequeños que Costa Rica y mucho menos poblados. Para que nos demos una idea, nuestro parlamento tiene un tamaño similar al de Polinesia Francesa (57, 280.000 habitantes), Santo Tomé (55, 190.000) o la dependencia británica de Jersey (58, 96.000 habitantes).
Países con parlamentos ligeramente ma- yores son Islandia (63, 300.000), Luxemburgo (60, 500.000) y San Marino (60, 30.000 habitantes). Nuestro parlamento es ridícula- mente pequeño para la población del país. Casualmente, países con una población similar a la nuestra tienen alrededor de 80 diputados, como El Salvador (84 diputados, 6 millones de habitantes) y Singapur (87 diputados, 5 millones). Por tanto, la cifra no es antojadiza, sino que responde a estándares internacionales.
Por supuesto que podría argumentarse que de nada sirve tener mayor representación si la calidad de diputados no mejora, y en eso tienen toda la razón, la ventaja de la reforma es que trae consigo el tan deseado voto directo que nos ayudaría a comenzar a palear esto.
El voto directo de diputados es casi imposible de implementar con el número o sistema actual, pues, ¿cómo podríamos definir cómo vamos a votar directamente por el primer lugar de San José o el tercero de Heredia o el cuarto de Puntarenas?
El sistema propuesto no sólo es más representativo pues cada circuito estará conformado por comunidades ante las cuales responderá directamente el diputado electo, sino que además, ciertas regiones que hace décadas no tienen representación alguna por ser muy rurales o poco pobladas y quedan perdidas en la extraña división que tenemos (por ejemplo, muchos cantones de San José nunca quedan representados porque los cantones más poblados se dividen los veinte escaños, mientras que Sarapiquí de Heredia no ha tenido representación en décadas) la obtendrán.
En ocasiones dejamos que nos ganen las emociones y la rabia, pero también es importante analizar las cosas con una cabeza fría. Insto a los diputados a aprobarlo.