El poder ejecutivo decidió no negociar el Fondo Especial para la Educación Superior (FEES) con las universidades públicas, y en lugar de “comerse la bronca” y asumir valientemente un proceso de negociación inteligente, armó un berrinche y le pasó la pelota a la Asamblea Legislativa, donde sus ministros han llegado no a negociar, sino a despotricar contra las universidades y con eso intentar convencer de que no les den el presupuesto. Encima, el presidente se ha dedicado a vilipendiar con mentiras a los diputados que están analizando el asunto.
Entre los múltiples despotriques destacan mentiras, verdades a medias, tergiversaciones malintencionadas y argumentos sencillamente descabellados. Para empezar el delirio gubernamental, el ministro de Hacienda se dejó decir que la educación universitaria no es capital humano. Posiblemente no todos los graduados de las universidades
aporten al país; él mismo, graduado en economía de la UCR, más bien parece empeñado en destruirlo. Pero la gran mayoría sí aporta al bienestar y desarrollo integral del país, en áreas como las ciencias de la salud, las ingenierías, las ciencias agroalimentarias, la educación a todo nivel, las ciencias económicas, las ciencias sociales, la cultura, las artes, los idiomas, el derecho, entre otras disciplinas en las que las universidades públicas forman profesionales de muy alta calidad. La atracción de empresas extranjeras, de la que tanto se vanagloria el gobierno, no sería posible si no contáramos con profesionales de ese nivel. Que la formación universitaria no responda a la estrecha visión de mundo de que hace gala el gobierno, es otra cosa.
Continuando con la seguidilla de tonterías, la ministra de Ciencia y Tecnología dice que la investigación de las universidades públicas no impacta el desarrollo del país. Esperemos que nunca la muerda una serpiente venenosa y tenga que recurrir al suero antiofídico producto de la investigación de la UCR. En todas las áreas del conocimiento las U públicas generan información y productos útiles para el desarrollo sostenible del país, muchos de los cuales no se patentan simplemente porque no todos son patentables y porque, a menudo, impacta más el desarrollo el compartir la información que patentarla. Además, existen otros mecanismos de protección de la propiedad intelectual, los cuales se han usado para proteger las variedades de granos, frutas y hortalizas que las U públicas han desarrollado. Por otra parte, hay investigación
básica que no genera una aplicación inmediata, pero sienta las bases científicas en las que se fundamentan aplicaciones posteriores. También critica la ministra que se publica en revistas que nadie lee. ¡Qué nivel de ignorancia! La literatura científica es lo primero que se consulta para plantear una nueva investigación o para interpretar sus resultados; publicar en revistas académicas es contribuir con el acervo de conocimiento que da pie al avance de la ciencia. Además, en las U públicas la investigación y la literatura científica alimentan la enseñanza actualizada y pertinente, fortalecen las tesis de graduación, y posibilitan el intercambio con la comunidad científica internacional. Cualquiera que haya trabajado en ciencia lo sabe. Un argumento usado para atacar a las U públicas es decir que el presupuesto en salarios es mucho mayor que el presupuesto de becas. Ese argumento es ilógico, pues salarios y becas son cosas muy distintas y no son comparables. Primero, la gran mayoría de las becas consisten en diferentes niveles de exoneración del pago de matrícula y no implican una erogación presupuestaria. Cuando las personas están en condición socioeconómica comprometida, se les otorga ayuda económica para alimentación, y hospedaje en residencias estudiantiles. Entonces, una beca no es un salario, es un apoyo para nivelar la cancha de las oportunidades que permiten a la persona convertirse en profesional en leyes, en medicina, en ingeniería, en lo que sea que le dicten sus sueños, y que esto contribuya a su crecimiento personal y al desarrollo del país.
Finalmente, tres falacias más delinean un intento de aplicar la vieja estrategia “divide y vencerás”, especialmente luego de la multitudinaria marcha en la cual el sector educación se mostró monolítico. Una de esas falacias es que la distribución del FEES entre las cinco universidades estatales es injusta, cuando en realidad es proporcional al tamaño de las
universidades, y además proviene de un acuerdo entre ellas, no es al gobierno a quien corresponde decir si es injusta o no esa distribución. El fin de esta perversa tergiversación es sembrar cizaña entre las universidades. Otro intento por sembrar cizaña es la falacia de que, si se les da a las universidades lo que piden del FEES, se debilitaría la inversión en la educación primaria y secundaria. El gobierno planteó un rebajo en el presupuesto para la educación pública en general, además del rebajo en el FEES. Es decir, desde un principio el gobierno planeaba recortar la inversión en la educación primaria y secundaria. Lo que debilita es la falta de visión sobre el rumbo que debe llevar la educación pública, las ocurrencias respecto a la informática educativa, y la reducción en programas de equidad, becas y otros apoyos, todo lo cual llevó a un voto de censura contra la ministra de Educación, quien no tuvo el decoro de renunciar ante esa reprimenda. Por último, está la mentira de la diputada jefa del oficialismo.
Ella, sin ningún rubor, dijo que la mayoría de los estudiantes de las Universidades públicas provienen de las clases más adineradas. Eso, que le fue refutado con números en mano por el diputado Jonathan Acuña, claramente responde a crear división de clases en torno al FEES. Doña Pilar: en las universidades públicas no se discrimina por elementos socioeconómicos. El sistema de becas ya descrito busca evitar que estos factores afecten al estudiantado universitario. Lamentablemente, la brecha académica entre colegios públicos y privados se ha ensanchado, lo cual incide en los resultados del examen de admisión a las U públicas. Las políticas recortistas de este gobierno, lejos de solucionar el problema, lo profundizarán. Los falaces argumentos de la diputada son vergonzosos y peligrosamente irresponsables. Termino con la frase de Derek Bok, presidente de la Universidad de Harvard: “Si crees que la educación es cara, prueba con la ignorancia”.
