Opinión

Apostar por el océano ante la crisis climática

El océano hace posible la vida en el planeta, pero los daños profundos de la crisis climática y otros factores de presión lo están llevando al colapso

El océano hace posible la vida en el planeta, pero los daños profundos de la crisis climática y otros factores de presión lo están llevando al colapso. Hasta ahora, el océano ha figurado poco en las negociaciones sobre el clima de las Naciones Unidas, pero tenemos la oportunidad —en ese y en otros escenarios globales— de mejorar esta situación antes de fines de 2020 si actuamos con decisión.

El ecosistema oceánico, sumamente complejo e integrado, sostiene la vida en la Tierra al generar la mitad del oxígeno que respiramos, circular el agua dulce, proporcionar nutrientes y regular el clima.

Interponiéndose entre nosotros y los peores efectos de la crisis climática, el océano ha absorbido un 93% del exceso de calor y 28% del dióxido de carbono presentes en la atmósfera.

Esta protección natural le trae graves consecuencias. Al absorber e interactuar con agentes contaminantes, el océano sufre de sobrecalentamiento, acidificación y de pérdida de oxígeno, esencial para la vida bajo el mar. Todo ello afecta el sustento de comunidades dedicadas a la pesca y al turismo.

El Informe Especial sobre el océano y la criosfera en un clima cambiante, emitido recientemente por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), reveló lo peor: la crisis climática es la crisis del océano.

Los científicos expertos del IPCC dan cuenta de que el océano está empezando a desmoronarse por una infinidad de factores de presión innecesarios que van de la sobrepesca a la contaminación, y a los que se añade la crisis climática. No es una alerta más, sino quizás el último y más urgente llamado a proteger el océano mediante una acelerada acción climática.

Ante ello, tenemos varias ventanas de oportunidad para lograrlo. Una de ellas descansa en las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDCs, por sus siglas en inglés), los compromisos de los Estados para contener el calentamiento del planeta a 1,5 grados centígrados (o lo más cerca posible de esa cifra), tarea vital para la supervivencia de los servicios ecosistémicos del océano.

La vigésimo quinta Conferencia de las Partes (COP25) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, a realizarse en Chile en diciembre, representa el plazo final para que los países presenten compromisos nuevos y más ambiciosos para 2020.

Esta oportunidad se afianza con el impulso que Costa Rica, como sede de la reunión preparatoria de la COP25, ha decidido darle a la naturaleza en la lucha climática. De hecho, la importancia del océano es uno de los temas que el gobierno ha decidido colocar en la agenda de la PreCOP, que tendrá lugar del 8 al 10 de octubre.

Asimismo, todavía podemos conseguir un tratado sólido sobre alta mar áreas marinas fuera de la jurisdicción nacional que concentran casi dos tercios del océano— de aquí a finales de 2020 y de proteger al menos 30% del océano para 2030, dos medidas que contribuirán a su resiliencia.

Un nuevo tratado jurídicamente vinculante para conservar la biodiversidad en alta mar está siendo negociado en Naciones Unidas. Los Estados deben completar ese proceso en 2020, demostrando gran compromiso y ambición con la protección de casi la mitad del planeta.

De otro lado, los Estados parte del Convenio sobre la Diversidad Biológica, también vinculante, negociarán nuevas metas para la protección de la biodiversidad en una reunión que se celebrará en 2020.

La meta para la biodiversidad marina debería ser la protección de al menos un 30% del océano mediante áreas protegidas de manera efectiva y el manejo sostenible del 70% restante.

Poner fin a la sobrepesca y a la contaminación en todas sus formas, así como prevenir una pérdida adicional de biodiversidad, ecosistemas y hábitats, son medidas esenciales que están a nuestro alcance.

Pero urge una clase política que actúe en consecuencia y que proteja el océano.

La próxima década es decisiva.

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