Opinión

Alta y baja demanda cognitiva en el sistema educativo

Esta pandemia ha obligado al sistema educativo a cambiar forzadamente y pasar muy rápido de una dinámica fundamentalmente presencial a otra de carácter distanciado, por medio de plataformas en Internet. Es decir, lo que antes era relativamente extraordinario (educación a distancia) ahora se ha convertido en lo ordinario, y lo que antes era ordinario ahora se ha vuelto extraordinario (educación presencial).

Ante tal situación se han dado condiciones para cuestionarnos: ¿cómo se debería educar por medios virtuales?, pero también: ¿cómo se educaba de forma presencial antes de la pandemia?, puesto que si las clases típicas fueran solamente un largo monólogo del docente y la evaluación un proceso puramente de memoria de corto plazo, entonces la persona docente sería sustituible o incluso superable por un video y la evaluación por una aplicación automática. Surge entonces aquí una interrogante más global: ¿para qué es la persona docente? A veces se escucha a docentes decir a sus estudiantes que les pueden “interrumpir”, pero si la participación del estudiante es ya catalogada desde el inicio como “interrupción”, entonces se le está dando una connotación negativa, que asume que la participación del estudiante no es parte consustancial del trabajo educativo, sino un corte o disrupción.

Si la educación es entendida de manera unidireccional (de docente a estudiante), entonces bastaría con grabar en video cada clase y enviarla a cada estudiante para que la reproduzca. El que el monólogo unidireccional sea una práctica muy común nos habla de un problema serio: la poca interactividad que suele darse en los procesos pedagógicos. Al respecto, hay evidencia que sugiere que lo que predice mayor desarrollo cognitivo y mayor aprendizaje es el diálogo y los intercambios conversacionales dar-recibir en un ambiente positivo y estimulante (Romeo, Segaran, et al., 2018; Romeo, Leonard, et al., 2018; Schwab & Lew-Williams, 2016).

Es decir, no se trata solamente de recibir mucha información (como se creía en el pasado), sino del dinamismo con el que esta es trabajada, así como de elaborar o construir algo con esa información, y esto implica que pasemos de un sistema educativo de baja demanda cognitiva a uno de alta demanda cognitiva. Este cambio de enfoque ya no se centra en la mera absorción pasiva de información, sino en un mayor grado de interacción dialógica y de orientación a la comprensión a través de la aplicación y la producción, donde la teoría y la práctica interactúan intensivamente, retando positivamente al estudiante. Esto requiere, sin duda, de docentes altamente capacitados y calificados para su labor, uno de los grandes retos del sistema educativo costarricense (Programa Estado de la Nación, 2019).

No estoy diciendo que haya que renunciar a las exposiciones más prolongadas de ciertos temas ni a desarrollar capacidad de atención sostenida, pero estas deben acompañarse necesariamente de otro tipo de acciones que den la oportunidad de diálogo continuo entre profesor y estudiantes y de conexión más práctica con el material; es decir, de construir algo con base en los insumos. Al ocurrir esto sabemos que se pone a prueba al estudiante cuando, por ejemplo, el profesor formula preguntas de reflexión, y a su vez se pone a prueba al docente cuando hay más oportunidad para que sus estudiantes le hagan preguntas, muchas de ellas difíciles, complejas y para las que incluso un profesor especializado podría no tener una respuesta, y que por tanto requieren una actitud de continua investigación por parte de profesores y estudiantes. Esto puede contribuir a construir comunidades educativas centradas en el aprendizaje.

Las actividades de baja demanda cognitiva son las que requieren un nivel más simple de procesamiento; por ejemplo, la simple y llana memorización de datos descontextualizados. Mientras que las actividades de alta demanda cognitiva son las que implican un nivel más complejo de procesamiento, por ejemplo el diseño e implementación de un proyecto de utilidad para la comunidad. El bajo nivel de procesamiento tiene poca integración de procesos cognitivos y no exige la construcción de significados, mientras que el alto nivel exige mayor integración de procesos cognitivos, conductuales y emocionales, y puede ayudar a lograr altos desempeños de comprensión. Hablar de un tema puede ser fácil, pero demostrar comprensión resolviendo un problema complejo no es nada sencillo.

Entender la educación desde una perspectiva de alta demanda cognitiva requiere integrar la investigación y la acción, como lo puede ser el aprender a través de proyectos de investigación, así como de proyectos de acción, incluso de proyectos de servicio a la comunidad. Ejemplo de ello es lo que propone la estrategia de Aprendizaje en Servicio Solidario, que está mostrando lograr mayores niveles de desarrollo de competencias en los estudiantes que pasan por este tipo de procesos más dinámicos y más interactivos, en comparación con aquellos estudiantes que pasan por procesos más pasivos (Chaverri, 2013).

En la nueva era de las tecnologías de la información y la comunicación, inesperadamente impulsada por la pandemia, deberíamos superar la simple memorización pasiva de datos descontextualizados y carentes de significado, y en su lugar podríamos privilegiar más la comprensión demostrada a través de lo que el estudiante es capaz de hacer con información, apoyo y guía apropiadas (Chaverri, 2016). De manera tal que en esta visión ya no interesa por sí solo que se repita lo que dice un texto, sino que se sea capaz de demostrar comprensión del texto a través de su aplicación más concreta tanto analítica como práctica. Estamos hablando de llevar al estudiante a ser capaz de agregar valor a la información y la experiencia que recibe para que en esa construcción situada desarrolle más su aprendizaje, su conocimiento, sus habilidades y sus actitudes (Robbins & Aydede, 2009).

Estamos hablando aquí de pasar de un sistema educativo de baja demanda cognitiva a uno de alta demanda cognitiva, apoyándonos para ello en lo más avanzado de la investigación científica actual. Creo que el desarrollo futuro de nuestro país va a depender en gran medida de que sepamos cómo hacer este cambio.

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