El periódico La Nación dedicó, el pasado 2 de julio, un página entera a la liga entre un aviso de alimentos frescos promocionados por un supermercado y declaraciones de un diputado afrocostarricense, Eduardo Cruickshank, jefe de la fracción del Partido Restauración Nacional en la Asamblea Legislativa. El diputado Cruickshank, alto y de facciones gratas, disimula su corpulencia, o sobrepeso, gracias a su sastre. Lo que no puede ocultar su sastre es el carácter de sus declaraciones que el diario titula “Partidos cristianos vetan a ‘ideólogos de género’ para el MEP”. Según el funcionario de La Nación el diputado “…lanzó como exigencia que el nuevo ministro o ministra del MEP debe ‘detener la imposición de ideologías extrañas”. Agregó, siempre en la versión del funcionario, “…no solo se requería un cambio en el ‘conductor’, sino también en las ‘políticas extrañas a la idiosincrasia costarricense’ que estaba (…) ‘tratando de imponer’ Edgar Mora”. Según la crónica, Cruickshank remató sus declaraciones con un “…los congresistas del PRN no están en contra de reconocer los derechos a ‘todos los ciudadanos’, pero se oponen a ‘usar la educación para adoctrinar a nuestros niños con ideologías contrarias a los valores de nuestra sociedad”.
Si esto lo dijese cualquier otro diputado restauracionista, fabriciano o incluso del PUSC o del renovado (!) PLN, resulta grosero e idiota, pero pasa. Ignorancia, desfachatez y soberbia abundan entre diputados elegidos en manada o lista. Pero que lo diga un jovial afrocostarricense maduro resulta indigerible. Los afrocostarricenses fueron discriminados por sus rasgos culturales, sociales y de pigmento de piel (en particular los de la zona atlántica) hasta 1948. Existían en apartheid. Eduardo Cruickshank nació en 1958 (Limón). Hizo, excepto la primaria, todos sus fructíferos estudios en San José. Si hubiese nacido 20 años antes no habría podido cursar su Liceo en el Vargas Calvo (si este hubiese existido) ni titularse de abogado en la UCR. Sus padres seguro le contaron del tiempo en que eran duramente discriminados. De hecho, los afrocostarricenses siguen siendo diferenciados (junto a asiáticos y nicaragüenses, por ejemplo) hoy día por muchos costarricenses “blancos”.
El día que se expulsó a Epsy Campbell Barr de la Cancillería hubo sonrisas y brindis en muchos hogares blancos costarricenses. Campbell cometió errores, sin duda, pero blanca y rubia todos habrían mirado para otro lado. ¡Una negra representando a Costa Rica ante el mundo! ¡Manda huevo! (el clásico, no el costarricense). Si Medford acertaba un gol internacional era el Pelícano Maravilloso. Si lo perdía, pasaba a ¡negro e’mierda! Aunque los antropólogos informen que Costa Rica es mestiza (¿qué pueblo no lo es?) un sector significativo sigue estimándose blanco puro y habla “inglés”.
El diputado afrocostarricense no debería discriminar. A sus padres y abuelos los discriminaron y a él también lo discriminan en cuanto vuelve la espalda o falla el gol.
Eduardo Cruickshank se da asimismo identidad cristiana. No debería discriminar. Jesús de Nazaret da dos sentidos centrales y vinculados a su Buena Nueva: “Ama a Dios sobre todas las cosas” y “…amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo, 19). El segundo incluye “honrar padre y madre”. Todo ser humano es un prójimo. Por ello, no discrimines. Tú eres un prójimo. Se puede traducir a lo que parecen creer los restauracionistas costarricenses: no discrimines y te salvarás.
La “ideología de género” es un invento de quienes discriminan a las personas que poseen una identidad sexual distinta a la mayoritaria y que desean, como minorías, se respeten sus derechos ciudadanos. A los “negros”, incluso aunque fueran mayorías, ciertos “blancos” los discriminaron como no ciudadanos, asunto que resulta idéntico a rebajarlos como seres humanos. A los sexualmente diversos, y todos los seres humanos lo son, pero algunos son mayoría bajo ciertos criterios y otros son minoría, se les estudia en disciplinas a las que se llama genéricamente “estudios de género”. Por eso existen teorías de género. Quienes desprecian y odian esta forma de diversidad hablan de “ideología de género”. Cruickshank, en la versión del funcionario de La Nación, declaró que los congresistas (¿?), o sea, los legisladores que él jefea, “no están en contra de reconocer los derechos a ‘todos los ciudadanos”, pero se oponen a “usar la educación para adoctrinar a nuestros niños con ideologías contrarias a los valores de nuestra sociedad”.
Una lesbiana, un gay, por hacer dos referencias, nacen así. También la y el heterosexual nacen así. Las distintas fuentes educadoras: familia, escuela, Liceo, sociedad, deben interesarse en que cada quien respete a los otros, a quienes ni sienten ni son como él. Y ha de reconocerles su ciudadanía plena que incluye sus derechos a ser nombrados Ministros de Educación cualesquiera sean sus opciones sexuales, color de piel, tamaño del cuerpo, sastre o formación profesional, mientras no constituya delito. Un cristiano que se porte así podría llegar al cielo, es lo que afirmó Jesús. Los discriminadores, por bien que vistan, serán ubicados en otro lugar. Si Cruickshank charla un rato con el Espíritu Santo verá que por aquí va su vida eterna.