El progreso social, económico e industrial, de cada provincia de Costa Rica, ha sido influenciado, en primer lugar, por la concentración del poder político en la capital San José, lo cual favoreció el auge de las provincias más cercanas, Alajuela, Heredia y Cartago. En segundo lugar, se favorecieron con el traslado masivo de ciudadanos del campo a la ciudad en busca de trabajo, seguridad y confort. La gente se aglomeró en esos centros urbanos, provocando avances diferentes a los ocurridos en Puntarenas, Limón y Guanacaste cuyo desarrollo fue más precario debido a su lejanía e indiferencia gubernamental.
El hecho de carecer de riquezas minerales, petróleo y combustibles fósiles le impidió al país crear industrias que impulsaran un crecimiento económico superior.
De ahí que, siendo Costa Rica un país eminentemente agrícola, debió implementar y extender la producción agropecuaria como fuente fundamental de riqueza nacional en beneficio de su población. Desde la época colonial, la tierra y los recursos acuíferos, la energía, las telecomunicaciones y otras actividades paralelas fueron el gran sostén de las familias costarricenses. Lamentablemente los recursos acuíferos nunca recibieron el aval de las autoridades políticas para obtener un desarrollo racional óptimo. A criterio de muchos, el Instituto Nacional de Acueductos y Alcantarillados (AyA) ocupa el primer lugar como símbolo de deficiencia de la Administración política del último siglo. Ningún gobernante ha mostrado interés en impulsar el desarrollo lógico de las fuentes hidráulicas nacionales, desde las fuentes mismas del agua, con adecuados acueductos y tanques de contención; eso nos condenó a padecer crisis constantes de agua hasta el día de hoy.
Acueductos y Alcantarillados, con más de 70 años de existencia, ha mostrado desinterés en mejorar y optimizar la distribución y los servicios de agua, incluso, muchas de las aguas las obtiene de los grandes represas de energía hidroeléctrica que posee el Instituto Costarricense de Electricidad, Institución que sí supo sacar las tareas de electrificar y darle servicios de telecomunicaciones de gran calidad a Costa Rica. Durante décadas, los gobiernos y las Juntas Directivas de AyA han mostrado su incapacidad para brindar servicios de agua adecuados que nos liberen de las crisis habituales que sufrimos todos los años y que recrudecen durante el verano.
Sí, incapacidad administrativa, porque la misma historia atestigua que no hay nada que inventar, que la solución a esas crisis existe desde la antigüedad. Hace más de 2 mil años, antes de la era cristiana, el Imperio Romano había resuelto el problema de suministrar agua mediante la instalación de kilométricos acueductos que satisfacían plenamente a todos sus habitantes, fueran ricos o pobres, libres o esclavos… y llevaron los acueductos por toda Europa, por África y Oriente.
Esa misma medida la aplicaron nuestros aborígenes quienes instalaron sistemas y canales de agua (Monumento Nacional Guayabo) que son testigos inequívocos de ese legado histórico del pasado… y qué decir de los colonizadores que con su precaria tecnología dieron muestras de valor y coraje, construyendo y dejando como Patrimonio de la Humanidad el gran acueducto de la ciudad de Querétaro que se yergue en la ciudad de México. Este pasado histórico debe infundir vergüenza entre políticos y administradores del agua por su incapacidad administrativa, al corroborarse que fueron rebasados por sistemas culturales de un pasado muy lejano. Podría decirse que nuestros gobernantes y autoridades del agua han sido ampliamente superados en capacidad e inteligencia por culturas milenarias. ¿Simple negligencia administrativa?