Opinión

Acosadores y femicidas

El acoso es el primer peldaño de la violencia contra las mujeres; le sigue la violación y por último, la muerte.

El acoso es el primer peldaño de la violencia  contra las mujeres; le sigue la violación y por último, la muerte. El  horrible asesinato de Lucía Pérez, argentina de 16 años,  conmueve al mundo  por los detalles de su calvario, pero  son miles las mujeres  que  sufren  muertes violentas todos los días y en todas partes, sin que lo sepamos.

Han pasado   catorce años desde que a un director del  este Semanario  se le siguió un juicio administrativo por acoso sexual.   Entonces sus defensores  trataron de justificarlo y escribieron  cosas como esta: “El acoso es el arma que ha usado la naturaleza para perpetuar la especie” (José León Sánchez, UNIVERSIDAD,  2.8.2002).  Ahora leo en este  mismo medio (2155)  que  otra alumna (Noelia) acusa de hostigamiento a otro profesor (Iván), y que este intenta exculparse  con el alegato de  las  “acusaciones falsas”.  Así de fácil, como si  el hostigamiento sexual no se pudiera probar, como si no  existieran procedimientos   para confirmarlo.  Otro argumento que se dice por ahí es que las mujeres también acosan, como si compartiendo la culpa esta fuera menor. Por demás, estadísticamente,  el acoso  y la violencia que le sigue es patrimonio masculino.

Obligar a una mujer a ceder a los requerimientos sexuales  es  coerción, es  violencia. No es  seducción, como pretenden algunos  aspirantes a tenorios.  El seductor  es un entomólogo  que usa una red para atrapar mariposas… Kierkegaard escribió una buena novela  para explicar la estrategia paciente del seductor.  En cambio, el acosador  carece de estrategia y de paciencia, es un obseso  cuya compulsión a colonizar cuerpos  ajenos justifica el uso de todas las formas de coerción que tiene  a mano.  Si una mujer se le resiste  no podrá soportar  el rechazo y  si no tiene otras posibilidades de vengar la  frustración,  desatará su violencia. Seguirán la violación y el asesinato.

Me pregunto si a estas horas  los asesinos de Lucía  han comprendido  lo que hicieron.  Me temo que no. Ese es el problema.

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