Opinión

Absolutely asinine!

Ese es el calificativo que merece la actitud de quienes proponen o defienden la eliminación de la pensión vitalicia para expresidentes de la República.

Absolutely asinine! es una expresión proveniente de la cultura anglosajona usa para denominar una acción tonta y hasta ridícula. Absolutely bonkers dirían quienes hoy viven en medio de incendios forestales…

Ese es el calificativo que merece la actitud de quienes proponen o defienden la eliminación de la pensión vitalicia para expresidentes de la República.

¿Con cuál argumento lo hacen? Los defensores de la propuesta indican que los expresidentes deben ganarse la vida como el resto de sus conciudadanos una vez concluido su período presidencial. Cabe recordar que ese período presidencial es de cuatro años sin posibilidad de reelección consecutiva.

Por tratarse del cargo de más alto rango en la administración pública, una medida como la de marras tiene grandes y graves implicaciones en el cumplimiento de las funciones propias del cargo. ¿Le parecería apropiado a los costarricenses que el presidente de la República se dedique a buscar trabajo mientras se encuentra en ejercicio del cargo? ¿Debería iniciar la promoción de sus atestados seis meses antes de entregar el cargo? Si fuera ese el caso, ¿tendría que someterse a restricciones aplicables al tipo de puesto al que pueda acceder? ¿Podría acaso hablar abiertamente de dedicarse al cabildeo (o lobby, según la cultura anglosajona)?

Si se tratara de un profesional liberal, ¿esperaríamos que pudiera reabrir su consultorio como si volviera de un período sabático sin ningún perjuicio contra su capacidad de generar los ingresos necesarios para atender sus obligaciones personales y familiares? ¿Sería esta una oportunidad para que se busquen favores políticos por parte de potenciales empleadores?

En la práctica, la eliminación de la pensión significaría que, por un lado, quienes se presenten ante los votantes como candidatos a la presidencia provengan del estrato social alto, de manera que sus obligaciones económicas ya estén cubiertas aún antes de recibir el salario designado. Por otro lado, significaría que la persona que acepte participar pertenezca a la franja etaria superior. En otras palabras, la presidencia no sería para personas jóvenes.

¿Es eso conveniente? ¿Podemos darnos el lujo de restringir el acceso al cargo de más alto rango político de esa manera? ¿No sería un daño para nuestra democracia?

Sin duda, la práctica sana es y seguirá siendo una en la cual la persona que ejerce la presidencia de la República pueda actuar con total libertad a la hora de tomar decisiones en el cumplimiento de las obligaciones de su cargo, sin importar posibles consecuencias personales o familiares en defensa de los principios fundamentales establecidos en la Constitución Política que ha jurado defender. Para alcanzar ese objetivo es imprescindible garantizar seguridad económica en forma de una pensión vitalicia como la vigente en Costa Rica.

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