Este 24 de abril se celebran 50 años de aquel día memorable en que el movimiento estudiantil de la Universidad de Costa Rica levantó su voz lúcida y crítica contra la explotación de bauxita en la zona sur de Costa Rica por parte de la empresa ALCOA.
Fue en abril del 2010 que, en defensa del principio de autonomía universitaria tutelada por la Constitución, asistimos a la lucha valiente que dio el estudiantado frente a cuerpos policiales que irrumpieron en nuestro campus. Desde ese día, el concepto de autonomía universitaria cobró todo su sentido: el abuso de poder de la mano con políticas económicas en detrimento de políticas sociales y de la educación pública son contrarias a la equidad, la libertad, la democracia y el bienestar de la sociedad.
Este abril 2020, un nuevo evento permite honrar la continuidad histórica de la acción estudiantil. Una representación legítima de estudiantes de la UCR se une con sus pares de otras universidades públicas para participar activamente en las negociaciones del Fondo Especial de la Enseñanza Superior (FEES). Transparencia y comunicación son dos de esos enormes retos planteados para defender nuestra autonomía y dejar patente la necesidad de ser informados con la verdad.
Son tres memorables ejemplos en cinco decenios que evidencian que los movimientos estudiantiles y el mes de abril coinciden una y otra vez para defender diferentes objetivos. Nos muestran que por las venas de nuestra Universidad corre el espíritu vivo de un estudiantado con deseos, necesidades y aspiraciones en pro del alma máter y de nuestro país.
Sin embargo, hoy en día, el movimiento estudiantil está confrontado a importantes retos y desafíos. Sus demandas demuestran la necesidad del diálogo no velado entre los distintos sectores que componen la comunidad universitaria, pero también una mayor eficiencia y eficacia en el gobierno universitario mediante su participación activa. La inclusión, la apertura, la tolerancia, el respeto frente a las voces disidentes y la pluralidad representativa se hacen necesarios. Pero también, los movimientos estudiantiles nos interpelan día a día a aumentar la calidad de la docencia bajo el prisma de la excelencia y del humanismo pragmático, la equidad, la justicia y la libertad.
Cinco decenios han transcurrido en los que los movimientos estudiantiles nos han advertido como Universidad a alejarnos de las ambiciones individualistas o gremiales y encauzarnos más por el rumbo del progreso colectivo, más fuerte y consensuado. Hoy, las representaciones estudiantiles defenderán más que el presupuesto universitario al recordar que debe primar la institucionalidad y la universidad pública frente a las crisis que podemos enfrentar, y que actualmente vivimos a propósito del COVID-19.
Ciertamente, las voces estudiantiles vivificarán la autonomía universitaria pero sobre todo, vincularán aún más la Universidad con la sociedad, voces que darán la alerta contra los excesos y abusos del poder que pueden privar a nuestro país de una educación en pro del bienestar de la toda la sociedad costarricense.