Opinión

“…abrid la ventana”

Descontextualizado en favor de la presente oportunidad, el verso de García Lorca, como guante calza para subrayar el sentido de los Estudios Generales:

Descontextualizado en favor de la presente oportunidad, el verso de García Lorca, como guante calza para subrayar el sentido de los Estudios Generales: abrir la mente, oxigenar los pulmones y el espíritu con aire fresco. La matita sin buenas raíces, sin ganas de ahondar… se la lleva el viento. ¿No es así también con el árbol del conocimiento? En la ecología académica pasa igual: me van a reprochar que este aporte estila nostalgia, pero lo justificaré en función del 60 aniversario de nuestra Escuela.

Va un refrescamiento terminológico. Filólogo empedernecido, no dejo de subrayar la necesidad de escudriñar el sentido de las palabras: evolutivo, no cabe duda, pero a su vez, resulta imprescindible remontar a la fuente, de donde el agua salió humectando, río abajo. Rara aseveración, la mía: en ese sentido peculiar los ríos sí se pueden y hasta se deben devolver. Con lo “general” de nuestros Estudios “Generales“, pasa lo que también con mis flamencos “primitivos”: por “falta de ignorancia” (como dicen por allí algunos no muy brillantes) se suelen interpretar erróneamente, olvidando su primera acepción: “primero en su línea”, lo evidencia el Diccionario de la Real Academia.

El propio término de “universidad” (que remonta a enfoque universal, mundial y más allá) por sus raíces latinas y el enfoque consecuente en cantidad de centros educativos de avanzada, sí, en esa misma Edad Media dizque “oscura”. Así también para lo “general”, cabe seguir dándole un sentido profundo. La misma fuente inagotable del diccionario señala: “en las antiguas universidades, seminarios, etc., aula abierta al común de los estudiantes”. Se entiende como “común a todos los individuos que constituyen un todo, o a muchos objetos, aunque sean de naturaleza diferente”. Ahora en cambio prevalece en exceso lo local (así me comentan). Cantidad de los mismos profesores resultan demasiado localistas porque nunca salieron de su medio, ni en lo geográfico, ni en lo idiomático ni en lo cultural.  Igual, en lo temporal: predomina el presentismo, es más: el momento. En tercer lugar, aplica “la cultura del “pobrecitico” (recomiendo el libro con ese título de Pierre Thomas, de hace algunos años, pero muy vigente). Esos ejes se cruzan: “abrid la ventana”, por favor.

Quizá en otro momento me extiendo sobre mi propia vivencia -tan enriquecedora- de los “Estudios Generales”… Buceando en profundidad, aprendí tanto de colegas como Constantino Láscaris, Carlos Quesada Mateo, Hilda Chen Apuy, Elisabeth Fonseca, Carlos Villalobos, Hernán Mora, Daniel Montero y cantidad de otros. Ello se efectuó con el método tradicional, como con el de los seminarios participativos (de los cuales soy co-fundador); mantengo enormes y gratos recuerdos (como algunas tristezas).

Sobre este perenne caballo de batalla del humanismo mantengo grandemente lo que en largo académico y en corto periodístico desarrollé en Vivencia y vivencia del humanismo (Ed. UCR, 2007); por ahora, insisto: a abrir la ventana, de par en par. Si estamos bien equipados desde dentro, no temamos el resfrío.

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