No soy un crítico ni un experto en temas bíblicos, tampoco le he dedicado muchas horas de lectura y de estudio al libro. Sin embargo, dudo seriamente de los dos pasajes bíblicos que utilizan muchos creyentes y fanáticos religiosos para revertir y desvalorizar el principal legado de Dios. Son auténticos disparates que están muy lejos de ser la palabra de Dios, no pueden recoger la palabra de ningún hijo de Dios, y creo que fueron escritos por personas con muy poca capacidad para pensar y carentes de sabiduría, por personas injustas y sin respeto y sin amor por Dios y por el prójimo. Uno de ellos fomenta el odio y rechaza el amor: “Maldito sea el hombre que confía en el hombre”…. ¿Cuál Dios, además de prohibirle a un ser humano confiar en un hombre, o en una mujer decente, bondadosa, piadosa y buena, la maldice por confiar en ella? ¿Cuál Dios comete esa doble barbaridad? Siempre he dicho que el Dios de los buenos es el que representa el amor, el bien y la justicia; y si hay otro que condene y maldiga la credibilidad, el amor y la confianza entre los humanos, ese debe ser el Dios de los malos.
“No hay ni un solo hombre bueno” dice el otro. Una voz que viene resonando desde que emergió el pensamiento serio, profundo y respetuoso, y aparece en todos los rincones de la verdad es esta: lo bueno y lo malo de las personas se hace más evidente y cierto en los actos y en los hechos cotidianos, los buenos y los malos no hay que buscarlos en ninguna parte, se ven en el comportamiento y en el quehacer diario, y se conocen por los efectos y por las consecuencias de sus actos.
Entonces Dios, con su poder infinito. ¿No ha podido crear ni un solo hombre bueno?… si no hay ni un solo hombre bueno, ¿por qué existen tantos hombres santos? Bajo el amparo de semejante “sabiduría”, bajo la influencia de esa gran “enseñanza” se puede ser agresivo, violento, desconfiado, malvado y depravado. ¿Habrán afectado y perjudicado la conducta de muchos cristianos “consejos” tan incoherentes? Y como no soy la excepción, pertenezco al bando de los malos; pero si a Jesús lo humillaron y lo crucificaron por creer, defender y amar lo justo, ¿qué no pueden decirle y hacerle a un simple y natural hombre de carne y hueso como yo? Y como, además, soy un animal con palabras, tengo derecho a preguntar: si un hombre que ha luchado seriamente por apartarse del mal y salvar su dignidad es malo, y que ha luchado por la justicia y el bienestar de los desventurados y desamparados, y sigue siendo malo, ¿cómo le podrá llamar Dios a una persona que ha mentido, que ha engañado, que ha robado, que no ha amado al prójimo ni a nadie, y que ha sido deshonesta, corrupta, indecente, inmoral y traidora? ¿Qué ha sentido el corazón y la conciencia de una mujer cristiana que ha permitido ser amada por un hombre malo?
Prefiero las palabras del célebre Víctor Hugo que las de ese Dios que ampara a tantos hombres y mujeres creyentes y siervos de Dios; sin otro poder que el de su pluma el escritor Francés es más humano, noble y filosófico al decirnos: “No hay malas hierbas ni hombres malos, tan solo hay malos cultivadores”.
Enseñar, difundir y revivir en todos los hombres y mujeres los más elevados valores de la especie humana es un deber ineludible de todo ser humano racional, con un mínimo de cultura, y con una sana conciencia, porque esos valores es lo que ha hecho que el hombre, a pesar de sus yerros, siga siendo Esperanza para el hombre, y ha permitido que la verdad, el bien y la justicia, sean patrimonio exclusivo de la raza humana.