Opinión

13 de abril de 1948: ¿día del Estado Social de Derecho?

Hace 75 años, un 13 de abril de 1948, aconteció la Batalla de El Tejar, mejor conocida como la más sangrienta de toda la Guerra Civil del 48. Esto porque, al margen de su atroz cantidad de bajas (aproximadamente 200 muertos, de los cuales casi 180 pertenecían a las filas vanguardistas), de última hora se filtraron testimonios alternativos que insinuaron el acaecimiento de crímenes de guerra, al menos porque hubo caídos en combate que supuestamente fueron sepultados e incinerados con vida, en fosas comunes improvisadas. De ahí que tal masacre, y todo el conflicto armado, por su insospechada crudeza, en todo caso pasaron a la Historia como “los días en que Costa Rica perdió la inocencia para siempre”. Quizás, también, como el más directo hecho generador de la vigente Constitución de 7 de noviembre de 1949, la misma que, a su vez, consolidó el modelo de Estado Social de Derecho que aún caracteriza a la República (antes cabe reseñar que la anterior Constitución de 1871 recibió una primera enmienda en ese sentido, en 1943, gracias a Calderón Guardia y sus políticas públicas de corte reformista).

Ahora bien, pese a lo difícil de mapear el momento catalizador exacto de nuestro Estado Social, el brutal desenlace de aquella batalla es bastante sugerente. Para empezar, porque habría encendido las alertas de los responsables (o acaso sus instintos humanitarios reprimidos), específicamente en el sentido de forzarles a considerar un inmediato alto al fuego o, por lo menos, antes de que fuese imposible contener la carnicería militar en escalada, apenas al borde de Cartago y a escasos 20 kilómetros de la capital. De hecho, no pudo ser casualidad la aceleración de las negociaciones conducentes al cese de hostilidades, justo después de ese 13 de abril. Por ejemplo, el determinante diálogo de Ochomogo ocurrió apenas 4 días después (17 de abril), en tanto que el final formal acaeció 6 días después, mediante el ritual de firma del Pacto de la Embajada de México, fechado 19 de abril de 1948 (digo final formal, pero no jurídico, porque el solo hecho de que Figueres Ferrer asumió un gobierno provisional de facto, es prueba suficiente de la ruptura del orden constitucional inmediatamente anterior al derrocamiento del Presidente Picado Michalsky).

Entonces, dicha batalla, mínimo, fue punto de inflexión en esta dolorosa trama de transición, desde un antiguo orden constitucional, hasta el nuevo que aún rige. Incluso, es de suponer que la silenciosa mea culpa colectiva ante semejante brutalidad, de repente ayudó a zanjar gran parte de la discusión política pendiente, como provocando un inesperado consenso implícito en las fuerzas beligerantes, el cual, finalmente, se constitucionalizó a partir del citado texto normativo del 49. Su particular “Título V” (o capítulo único de derechos y garantías sociales), dicho sea de paso, a la postre recoge este disruptivo pacto de sangre entre hermanos caídos de ambos bandos, de donde se desprende un mensaje democrático para la posteridad: la irreversible decisión del pueblo costarricense acerca de conciliar garantías individuales con garantías sociales, hasta nuevo aviso.

Por cierto, apostarle al sostenimiento de este equilibrio de derechos fundamentales, ulteriormente ha hecho posible evitar otra guerra fratricida. Eso vale más que cualquier otra conjetura, incluso la decodificación de su verdadera causa material (aquí igual nadie se puso de acuerdo: para la mitología liberacionista fue un motivo estrictamente electoral, pero la oligarquía instigadora vio en la seguridad social una amenaza de tipo “odioso aumento de impuestos”, lo cual quisieron fumigar ipso facto, como cuando derrocaron al Sr. Alfredo González Flores, en 1917).

Como sea, en el parque de El Tejar debería existir una placa conmemorativa del 13 de abril. O, por lo menos, debiese proclamarse esa fecha como «día del Estado Social de Derecho», al menos por decreto ejecutivo. A la larga, esta forma de tutelar la memoria histórica del país, también es una forma de proteger sus avances constitucionales, lo cual se hace ampliándolos (o tan solo recordándolos) y, sobre todo, NO retrocediéndolos (algo que algunos compatriotas olvidadizos quieren poner de moda de cuando en vez).

 

 

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