Mundo Sociólogo y economista nicaragüense, Óscar René Vargas:

Uno de los problemas que tendría un nuevo gobierno en Nicaragua sería cambiar la política económica

Este antiguo sandinista, hoy en la oposición, estima que la desaceleración económica en que cayó Nicaragua por la reducción de la cooperación venezolana, fue uno de los factores que dispararon las protestas hace tres años.

“El propósito del régimen Ortega-Murillo es uno solo: permanecer en el poder (el poder o la muerte)”, dijo el sociólogo y economista opositor nicaragüense Óscar René Vargas en un artículo publicado la semana pasada.

Por un lado, ya el gobierno de Daniel Ortega había apresado a cuatro precandidatos electorales y a varios dirigentes de oposición, y Estados Unidos había aplicado sanciones a cuatro funcionarios nicaragüenses, civiles y militares, incluyendo a una hija de la pareja Ortega-Murillo. El camino hacia las elecciones de noviembre próximo quedó prácticamente intransitable.

Por otro lado, como ha sido habitual en Nicaragua, Estados Unidos interviene, con lo cual la oposición confía en que le ayudará a alcanzar sus objetivos. Así fue en la elección de 1990 cuando los sandinistas perdieron desgastados por una guerra organizada por Washington, quien amenazó con continuarla si la candidata opositora, Violeta Chamorro, era derrotada. Hace más de cien años que la historia se repite: Estados Unidos interviene; con el tiempo los nicaragüenses se rebelan; Estados Unidos interviene…

“La gente cree que con botar a Ortega se resuelve todo. Es el error más grave. La lucha tiene que seguir”.

Lo cierto es que el esquema no ha permitido nunca al país encontrar el equilibrio de fuerzas internas. Para analizar esta nueva coyuntura, UNIVERSIDAD entrevistó a Oscar René Vargas, académico con larga trayectoria, un antiguo sandinista que hoy está en la oposición

En su opinión, ¿qué hizo estallar las protestas de hace tres años?

_Son factores múltiples. Desde 2016 la economía nicaragüense había entrado en una fase de desaceleración económica, porque perdió uno de sus motores, que era el dinero de la cooperación venezolana que pasó de $500 millones a $30 o $40 millones anuales por la crisis de Venezuela. Eso fue un factor.

Ortega había armado un tinglado para hacer clientelismo político con ese dinero. Había logrado establecer una serie de programas sociales que desaparecieron al desaparecer ese dinero. La gente, que estaba viviendo algo efímero, entendió que la realidad era la pobreza y la desigualdad.

Esto obligó también al Instituto de Seguridad Social a hacer reformas negativas para reducir las pensiones; factor que desencadenó la protesta de esos adultos.

Hay que agregar el factor de la juventud. En el país se incorporan anualmente cerca de cien mil jóvenes al mercado de trabajo que solo puede absorber de 30 a 40 mil. Ante esa realidad, los jóvenes solo tienen dos alternativas: la migración, sobre todo a Costa Rica, o quedarse en Nicaragua, sin trabajo ni estudio.

Todos estos factores, más el tema del incendio de una reserva forestal que el gobierno negó al comienzo, hizo que jóvenes ambientalistas protestaran y fueran reprimidos. La represión comenzó entonces a ser selectiva.

Otro factor fue el tratado con un inversionista chino para construir un canal interoceánico, el cual afecta la propiedad de los campesinos en la zona, quienes, en defensa de sus tierras, comenzaron a hacer marchas cada día más grandes.

Todos estos factores se fueron conjugando y, con el tiempo, hicieron que una chispa desatara el incendio.

En esta foto de archivo tomada el 19 de julio de 2019, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega (derecha), su esposa, la Vicepresidenta Rosario Murillo (izquierda) y su hija Camila Ortega (centro), asisten a la conmemoración del 40 aniversario de la Revolución Sandinista en la plaza La Fe de Managua. (AFP)

Por lo que señala parece que esa cooperación venezolana fue muy positiva ¿no?

_Fue positiva. Sin embargo, provocó un deterioro de los valores éticos del país. La corrupción se aceleró porque no había controles sobre ese dinero. Gracias a esos ingresos, Ortega otorgó exoneraciones de impuestos anuales al gran capital por alrededor de mil millones de dólares y se conformó una nueva oligarquía alrededor del dinero venezolano. Pero tuvo pocos efectos reales para la población.

El gobierno ha desatado una ofensiva contra los posibles candidatos de la oposición. ¿Cómo entender esa ofensiva, sabiendo los costos políticos que tiene?

_Porque ellos ven que tienen pocas posibilidades de hacer unas elecciones transparentes como exige la mayoría de la población de Nicaragua y la comunidad internacional, sin los riesgos de perderlas.

¿Producto de qué? De las cinco crisis que vive Nicaragua.

La primera es una crisis económica que se traduce en un crecimiento negativo desde el 2018 hasta la fecha y que deberá extenderse también por este año. Creo que en 2021 tampoco habrá crecimiento.

Una crisis social que empieza por el crecimiento de la pobreza y de la desigualdad, del desempleo y de la falta de trabajo formal. Solo el 24% de la Población Económicamente Activa (PEA) tiene trabajo formal en Nicaragua.

El tercer factor es político; es la crisis que vivimos.

El cuarto es el sanitario, pues el gobierno no tiene una política coherente para mitigar las consecuencias del coronavirus. En el mejor de los casos la Organización Panamericana de la Salud (OPS) calcula que Nicaragua solo podrá resolver este problema en 2023.

La quinta crisis es la crisis internacional, debido a la falta de legitimidad del régimen por no hacer elecciones transparentes. Eso incrementó las posibilidades de sanciones a personas del gobierno.

Esos cinco factores hacen que Ortega haya decidido que la solución sea el “orteguismo con Ortega”. O sea, su permanencia en el poder. Asegurarse de ganar la presidencia mediante un fraude o de eliminar a los contrincantes, con el objeto de llegar a enero del 2022 y llamar a un diálogo nacional, con la condición de terminar su nuevo período de gobierno a cambio de algunas concesiones.

Durante dos décadas la economía nicaragüense tuvo un crecimiento razonable, de alrededor de 4,5%. A partir del 2018 la curva se revirtió y las previsiones para este año son de otra caída. ¿Cuál es la perspectiva para este año?

_La crisis económica no ha sido resuelta. Una muestra de esto es que los bancos están cerrando sucursales y se han incrementado las tasas de mora en el país. Los bancos han comenzado también a ejecutar empresas que entraron en crisis.

La otra manifestación de la crisis es que la clase media nicaragüense, que había comprado vehículos y vivienda con créditos del sistema bancario, ha dejado de pagar y los bancos han incrementado el control de esos bienes. Es una crisis de la clase media, que es muy limitada en Nicaragua.

Una tercera manifestación es la pobreza laboral: la gente que trabaja, pero cuyo salario mensual no le otorga capacidad para comprar la canasta básica.

El 70% de los cotizantes al seguro social tiene un salario menor a diez mil córdobas (unos 285 dólares). El Banco Central señala que el promedio salarial de los funcionarios del Estado (unas 130 mil personas) es menor a 11 mil córdobas. En Nicaragua, el dólar vale unos 35 córdobas. El costo de la canasta básica es de 15 mil córdobas mensuales, unos 425 dólares. O sea, gran parte de la gente que trabaja no la puede comprar.

El salario mínimo en Nicaragua es de 4.600 córdobas, unos 130 dólares. Y el salario máximo de los trabajadores en general es de 9.600 córdobas. Es decir, la gente, aunque tenga trabajo, vive en condiciones de pobreza.

Si recordamos que el 76% de la PEA no tiene trabajo formal y a eso añadimos los trabajadores formales que no ganan lo suficiente para comprar una canasta básica, vemos que más del 80% de población vive en pobreza, desde el punto de vista de sus ingresos.

En un artículo de hace exactamente dos años decía que era el momento de evaluar la situación, de comprender las razones del estancamiento social. Dos años después, ¿a qué conclusiones llegó?

_Uno de los problemas es que la oposición no ha sabido leer la coyuntura política y no ha creado líneas rojas o un contrapoder para contrarrestar todo este desmadre que hace Ortega.

La descomposición social, la crisis política y económica han permanecido, pero nadie ha creado un contrapoder. La estrategia del gran capital y de los partidos tradicionales ha sido buscar un arreglo con Ortega, una salida de “orteguismo sin Ortega” para evitar el desborde social.

Es decir, los errores de análisis de la oposición formal hace que Ortega haya podido sobrevivir desde el 2018 hasta la fecha.

“Para mejorar la calidad de vida de ‘los de abajo’, debemos derrotar el sistema político impuesto y sostenido por el régimen Ortega-Murillo y sus aliados”, dijo usted también. No ocurrió así con los gobiernos posteriores a la revolución sandinista. ¿Piensa que un triunfo de las actuales fuerzas de oposición permitiría eso?

_Lo que ha pasado es que la calidad de vida de los de abajo siempre ha sido muy deficiente, pero se ha incrementado ese deterioro. Eso es lo que yo veo; el incremento del desempleo y de la pobreza. Para evitar que el deterioro continúe hay que salir de este régimen; suprimir, por ejemplo, las exoneraciones de impuestos al gran capital, que es de unos mil millones de dólares anuales.

Uno de los problemas que tendría un nuevo gobierno es el de cambiar esa política económica, para poder legitimarse.

Habla de una oposición bicéfala, con una oposición formal y con una lucha popular sin dirección que expresa el descontento acumulado por el 70% por ciento de la población. ¿Quién podría representar esa lucha popular?

_Desgraciadamente no hay una dirección política, y es uno de los factores. No hay propuestas sobre esos temas. La gente cree que con botar a Ortega se resuelve todo. Es el error más grave. La lucha tiene que seguir.

El papel de los Estados Unidos

La política en Nicaragua ha estado siempre condicionada por la intervención norteamericana. Atribuyo eso a la ubicación estratégica del país como lugar de tránsito entre dos océanos, hace más de siglo y medio. Por lo tanto, la intervención norteamericana ha sido siempre más brutal y la resistencia también.

La elección de los noventa, hecha  bajo condiciones de intervención militar norteamericana, solo contribuyeron, en mi opinión, a agravar esas tensiones, que se expresan desde entonces bajo una forma de deterioro generalizado de las fuerzas políticas.

Pero la oposición, de nuevo, va a tocar las puertas de Washington para ayudarles a resolver la crisis. ¿Usted comparte esa posición?

_Voy a señalar algunos matices. Desde el momento de la intervención norteamericana, desde 1910 en adelante, Nicaragua entró en una jaula geopolítica, geoestratégica y geoeconómica dependiente de los Estados Unidos.

Pero no es solo Nicaragua. Es todo el Caribe, toda Centroamérica, aunque en Nicaragua eso se expresó de manera mucho más brutal. La intervención decapitó a la burguesía “nacional” que se había conformado en la revolución liberal. Esa decapitación de la burguesía nacional hizo que la oligarquía ya no tuviera un proyecto nacional, sino un proyecto de subordinación a los Estados Unidos. La intervención acentuó una situación caótica, porque decapitó también a los líderes políticos.

Entonces en Nicaragua, como en Panamá (que aceptó ser una colonia, también vinculada al tema del canal), no hay una burguesía que represente intereses nacionales, pero diferente a Costa Rica. Esa es la lógica que está presente en el país.

La revolución sandinista no fue capaz de crear una alternativa real. La prueba está en que después de la derrota electoral de 1990 se acabaron todas las conquistas de esos años.

Esta misma gente que decía que luchaba contra la intervención norteamericana de los 80, ahora se volvieron, igual que Somoza, clientes del botín del Estado, corruptos.

Pero –insisto– aún conociendo los efectos de esa intervención norteamericana, hoy vemos a la oposición nicaragüense ir a hacer fila para pedir a Washington sanciones contra el país. ¿Usted está de acuerdo con esto?

_Yo estoy en desacuerdo. No saco este asunto a discusión porque voy a estar más aislado de lo que estoy. Esta incapacidad política es resultado de haber sido decapitado todo proyecto nacional propio de la clase dominante. Siempre buscan la solución en Estados Unidos.

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