El periódico norteamericano The New York Times estimó el caso del presidente argentino Mauricio Macri, con sociedades offshore en paraísos fiscales, como uno de los “más graves” del escándalo “papeles de Panamá”.
Hasta el lunes de la semana pasada habían aparecido dos empresas a nombre de los Macri: Fleg Trading Ltd. y Kagemusha S.A. En ambas Mauricio Macri figuraba como miembro del directorio.
Luego aparecieron otras siete. Si bien el nombre del presidente argentino no aparece en esas empresas, dos (Sideco Americana y Macrigroup Corp.) están a nombre de su padre, Franco, y otras cinco (De Joy B28 Corp., Le Mare A18 Corp., Serenity C44 Corp., Yoo H45 Corp. e Inmobiliaria de Negocios Corp.) son presididas por su hermano menor, Gianfranco, según la información divulgada por el diario La Nación de Argentina.
Creadas poco después de que Macri asumiera como jefe del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, en 2007, estas sociedades estaban aún activas.
El caso ha tenido repercusiones políticas y jurídicas.
El fiscal federal, Federico Delgado, decidió abrir un expediente judicial para investigar la responsabilidad de Mauricio Macri en el escándalo, mientras el periodista Jorge Lanata, un decidido partidario del presidente, se preguntaba, en su programa en Radio Mitre, por qué uno tiene una empresa en un paraíso fiscal.
La “única razón es para evadir (…) Para evadir los impuestos en el propio país o en el país donde esa empresa se radique”, se respondió.
Entre los dirigentes políticos directamente golpeados por la revelaciones de los papeles de Panamá están el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, denunciado muchas veces por corrupción, instalado en el cargo con el apoyo de los potencias occidentales y particularmente cercano a la Unión Europea.
Consultado sobre este caso, el presidente del grupo socialdemócratas en el Parlamento Europeo, Gianni Pittella, indicó que la UE “mantiene con ese país un diálogo estructurado sobre corrupción”, entre otros temas.
En cuanto al primer ministro de Islandia, Sigmundur David Gunnlaugsson, tuvo que dejar provisionalmente su cargo al conocerse que había ocultado inversiones millonarias en bancos mediante paraísos fiscales.
Gunnlaugsson y su esposa eran dueños de una sociedad en Islas Vírgenes Británicas llamada Wintris, que pasó a ser solo propiedad de su mujer cuando él entró en política; allí tenía depositados casi cuatro millones de dólares en bonos de los principales bancos islandeses que se hundieron en la crisis del 2008.
Finalmente, está el caso del primer ministro británico, David Cameron.
Los papeles revelaron la existencia de un fondo de inversiones en Bahamas, Blaimore, a nombre de su padre, con el cual evitaba pagar impuestos en Gran Bretaña. Cameron dijo el lunes de la semana pasada que eran recursos de su padre, que él no tenía participación en eso y que se trataba de un “tema privado”.
Finalmente, tres días después, con el escándalo creciendo, reconoció que tenía participación en esos fondos.
El líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, había respondido ya a las afirmaciones del primer ministro, que el asunto no es un tema privado si no se están pagando impuestos.
Corbyn recordó también que una dependencia británica, como las Islas Vírgenes, era el paraíso fiscal donde están cerca de la mitad de las empresas citadas en los papeles de Panamá.
Exigiendo austeridad a sus ciudadanos y criticando reiteradamente en público el esquema de los paraísos fiscales, Cameron se enfrenta ahora a una situación que podría costarle el cargo.
Fonseca:
“Me falta la trascendencia”
Los papeles de Panamá pusieron a la firma Mossack Fonseca bajo la lupa periodística.
Discreto, Jürgen Mossack ha mantenido su perfil bajo. Nacido en Alemania en 1948, su padre fue miembro de las Waffen-SS nazi.
“La familia se mudó a Panamá en los sesenta donde, según los archivos de inteligencia, el padre de Mossack ofreció trabajar como espía para la CIA”, dice un reportaje del New York Times publicado el 7 de abril pasado. Ramón Fonseca, por su parte, es otra cosa. Ha sido un hombre de sociedad durante años.
Estudió en la London School of Economics y trabajó varios años en Naciones Unidas en Ginebra, dice el mismo reportaje. “Tratando de salvar el mundo”, decía.
Fue ahí cuando empezó a escribir novelas, con éxito de crítica y de público.
La danza de las mariposas (1994) y Soñar con la ciudad (1998) obtuvieron el premio Ricardo Miró, quizás el más importante de su país. Ojitos de ángel fue exitoso entre el público, con más de 75 mil ejemplares vendidos.
“Pero tenía ambiciones aun más grandes: la política. Un día, cuando se quejó con su padre acerca de lo desgastada que estaba la política panameña, el señor lo regañó. ‘Mi padre me dijo: No es justo criticar al torero desde tu asiento”, escribió Fonseca, citado por el reportaje del NYT.
Algunas personas en Panamá que conocen a Fonseca, agrega el reportaje, “dicen que los documentos filtrados no concuerdan con la manera en la que él ha tratado de presentarse a sí mismo y su papel en el país”.
“Carlos Guevara Mann, un miembro del mismo partido y exfuncionario del gobierno, una vez le preguntó a Fonseca, ya un hombre adinerado y novelista exitoso, por qué tenía interés en la política.
Según recordó Mann, el abogado le respondió que quería corregir la historia de los derechos humanos en el país”.
“Cuando juntas esa conversación con el hecho de que la firma ofrecía sus servicios a notorios violadores de derechos humanos como Gadafi, Mugabe, Asad y Putin es verdaderamente repugnante”, comentó Mann.
“Todo lo que he hecho en mi vida hasta el momento ha sido exitoso”, argumentó, por su parte, Fonseca al escritor argentino Christian Kupchik, quien lo cita en una conversación en Panamá, el 2001.
“Mi matrimonio quizá no funcionó como debía –se lamentó Fonseca–, pero tuve la mujer que quise, la más maravillosa que pude encontrar.
Profesionalmente no puedo pedir más: el futuro de mi descendencia está asegurado por varias generaciones. Y, sin embargo, aún ambiciono algo más”.
Al preguntarle qué podía ser, Ramón Fonseca hizo un silencio antes de declarar solemnemente: “Quiero ser García Márquez”.
Se produjo un silencio, así que Fonseca se rectificó: “Disculpa, creo que no me he expresado bien. No es que quiero ser él, quiero ser Premio Nobel.
Todo el resto ya lo tengo. Me falta la trascendencia”, relató Kupchik.
Quizás eso explica también por qué se metió en política, en el partido Panameñista, hasta ser ministro en el gabinete del actual presidente Juan Carlos Varela.
Cargo al que renunció en febrero, cuando el nombre del bufete Mossack Fonseca apareció involucrado en los escándalos de corrupción de la petrolera brasileña Petrobrás.
Un fiscal a cargo de las investigaciones en Brasil afirmó que el bufete parecía “un enorme lavadero de dinero”. Las consecuencias de estas nuevas revelaciones son imprevisibles.
Por ahora, Estados Unidos habría cancelado su visa para viajar a ese país.