Mundo Elecciones de medio período en EE.UU.

¿Un referendo sobre el gobierno de Donald Trump?

Con el camino más despejado después de las elecciones de ayer, en la que los norteamericanos renovaron los 435 escaños de su congreso y 35 de los 100 escaños del Senado,

Con el camino más despejado después de las elecciones de ayer, en la que los norteamericanos renovaron los 435 escaños de su congreso y 35 de los 100 escaños del Senado, las miradas están puestas ahora en el siguiente peldaño: las elecciones presidenciales del 2020.

Las elecciones de este martes eran vistas como un verdadero plebiscito sobre el Gobierno. Pero era también un desafío para los demócratas, que, en caso de no lograr revertir la mayoría en la Cámara de Representantes, se verían envueltos en un duro debate sobre la futura línea del partido.

También en el escenario internacional, pocas veces una elección de medio período había despertado tantas expectativas, entre otras razones por la inquietud que las políticas del gobierno de Donald Trump han introducido en el escenario internacional.

En los Estados Unidos, estas elecciones favorecen, por lo general, a la oposición. Ocurrió así en el pasado gobierno de Barack Obama, cuando una ola republicana sepultó sus proyectos, dejando al Gobierno en minoría en ambas cámaras. Los demócratas perdieron 63 asientos en la Cámara de Representantes y seis en el Senado en esas elecciones de medio período.

Expectativas

La expectativa generada por estas elecciones giraban en torno a un posible control de la Cámara de Representantes por los demócratas. Mucho más improbable era un cambio similar en el Senado. Entre otras razones porque de los 35 cargos en disputa, 26 eran de demócratas y solo nueve de republicanos. De modo que había mucho menos posibilidades de que los republicanos perdieran asientos en el Senado.

Para el exasesor político de Trump, Steve Banon –que luego de su caída en desgracia con el Gobierno está intentando montar un movimiento internacional basado en el “populismo y el nacionalismo”–, una derrota demócrata provocaría una verdadera “guerra civil” dentro del partido que los consumiría por años y aseguraría la reelección de Trump en 2020.

Los demócratas llegaron a estos comicios con una novedad importante.

Ya no se trata solo de las posiciones de dos de sus precandidatos a la presidencia, los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren, sino de propuestas que van algo más allá, como las que representa Alexandria Ocasio-Cortez, una joven de 28 años que se impuso en las primarias del partido a Joe Crowley, quien ocupaba su escaño desde 1999.

Ocasio-Cortez, que integra el llamado grupo de los Demócratas Socialistas (DSA), trabajó como voluntaria en la campaña de Sanders, quien formalmente no pertenece al DSA.

“Un elemento fundamental para el crecimiento acelerado del DSA ha sido la propuesta de un sistema de salud universal (Medicare for all), que se popularizó durante la campaña de Bernie Sanders”, dijo el periodista Ángel Bermúdez, de la BBC.

Este es el tema principal de la agenda nacional del DSA. “La gente se da cuenta de que el sistema de salud está hecho para generar ganancias económicas”, agregó.

Los republicanos

Los republicanos veían con alguna tranquilidad la elección en el Senado, donde no parecía probable la posibilidad de que el resultado le diera el control a los demócratas. Su esperanza estaba también en evitar que eso ocurriera en la Cámara de Representantes. Para eso contaban con encuestas en las que la apreciación sobre el gobierno de Trump mejoraban algo. En su punto más bajo de su evaluación, el presidente tenía un 37% de opinión favorable y un 57% desfavorable, cifras que mejoraron en semanas recientes, pasando a 43% y 52%, respectivamente.

La campaña republicana fue atacada duramente por el Paul Krugman, un premio Nobel de Economía muy crítico del Gobierno. En un artículo publicado el pasado 2 de noviembre en el diario El País, Krugman acusó a los republicanos de basar su campaña en falsedades “cada vez más grandes y generalizadas”. A estas alturas, agregó, “el mensaje electoral republicano solo consiste en mentiras; es difícil encontrar una sola cosa verdadera en su programa”.

En su opinión, “lo que los republicanos defienden, desde hace décadas, es la rebaja de impuestos para los ricos y los recortes de los programas sociales”. “Es ingenuo suponer que hay un límite en cuanto a lo lejos que un partido de fanáticos y cínicos está dispuesto a llegar. Si consiguen ganar estas elecciones de mitad de mandato, esperen lo peor”, concluyó Krugman.

Nervios en Europa

En Europa, esta elección también despertó interés. Inclusive políticos conservadores cruzaban los dedos con la esperanza de que el resultado electoral contribuyera a poner límites a las iniciativas más extremas de Trump.

Según la televisora alemana DW, para el demócrata cristiano Elmar Brok, quien presidió por muchos años la Comisión de política exterior del Parlamento Europeo, “sería bueno, para mantener el equilibrio, que los demócratas ganaran por lo menos una cámara, probablemente la de Representantes”.

Pero mencionó también la otra cara de la medalla: “El presidente Trump se concentraría en tal caso por completo en las relaciones exteriores, porque ya no podría sacar adelante las reformas internas; y eso podría ponernos aún más nerviosos”.

La DW recordó que “ya hay nerviosismo en Europa debido a la pugna comercial con Estados Unidos”, que “ha provocado disputas con casi todos los países industrializados. En cuanto a la Unión Europea, además del aluminio y el acero, también los automóviles podrían verse afectados por aranceles que el presidente estadounidense amenaza aplicar con la intención de proteger los productos estadounidenses”.

Pero los aliados europeos de Estados Unidos no se siente cómodos con otras iniciativas del mandatario norteamericano, como la ruptura unilateral del acuerdo nuclear con Irán, la denuncia del tratado sobre fuerzas nucleares de rango intermedio con Rusia o la guerra comercial con China, cuyas repercusiones amenazan el mercado mundial.

Disputas en Florida

Algunos escenarios despertaron especial atención en estos comicios. Entre ellos la disputa en Florida, un estado donde las últimas elecciones se han definido por cerca de 1% de diferencia.

Tanto Trump como el expresidente Obama se empeñaron personalmente en esa campaña, el primero en apoyo a Ron DeSantis y, el segundo, a Andrew Gillum, actual alcalde de Tallahassee, primer candidato negro al gobierno del Estado. Gillum aparecía con una ligera ventaja en las encuestas.

También la elección para el Senado estaba reñida en el estado, con el demócrata Bill Nelson aspirando a la reelección, frente al republicano Rick Scott.

En Florida se votaba, además, por una reforma a la legislación que prohíbe votar de por vida a personas que fueron condenadas por delitos graves. “Esto restablecería el derecho al voto de más de 1,4 millones de floridenses: personas que fueron condenadas por delitos graves. De ser aprobada, la Enmienda 4 del Estado de Florida será la mayor concesión del derecho al voto desde que se concedió el derecho al voto a las mujeres en 1920”, comentó, días antes de la elección, la periodista Amy Godman. En Florida, agregó, “uno de cada cinco afroestadounidenses y el 10% de la población adulta del Estado no puede votar debido a sus antecedentes penales”.

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