Centroamérica Entrevista a Teodora Vásquez

“Todas las mujeres estamos en peligro de ir a la cárcel desde el momento en que concebimos”

El documental “Fly so Far”, que cuenta la historia de Teodora Vásquez y otras 16 mujeres salvadoreñas tras las rejas, se presentará hoy jueves 8 de diciembre, a las 6 p.m. para conmemorar el Día Internacional de los Derechos Humanos.

El 13 de julio de 2007 la salvadoreña Teodora del Carmen Vásquez tenía nueve meses de embarazo cuando tuvo una emergencia obstétrica y entró en proceso de parto. Aunque llamó varias veces a una ambulancia, no se la mandaron y su hija nació muerta. Cuando llegó la policía, llevaron a la mujer a una estación policial y luego a un hospital, donde la acusaron de haber matado a su bebé.

La mujer, nacida en Ahuachapán, en el Occidente de El Salvador,  y quien ya tenía un hijo de cuatro años, fue condenada a 30 años de prisión por homicidio agravado, sin pruebas ni una investigación. Después de cumplir una condena de 10 años y siete meses en la Cárcel de Mujeres de Ilopango, fue liberada en 2018.

“Quienes debieron darme protección, me acusaron de un delito que no cometí”, dijo Vásquez.

Antes de 1998, en El Salvador se permitía el aborto en tres casos: cuando el embarazo era producto de violación, cuando la madre tenía alguna enfermedad y cuando no era compatible con la vida. En 1998 se reformó el Código Procesal Penal y desde ese momento se reconoce la vida desde el momento de la concepción, explicó la salvadoreña.

“Desde el momento en que una mujer concibe, pues ya no tiene derecho ella. Si está mal de salud igual tiene que llevar su embarazo a término. Hay casos de mujeres que incluso estrenaron el Código Procesal porque en 1998 llegaron a la cárcel. Y esas mujeres estaban condenadas igual a 30 años”, contó Vásquez.

La mujer se graduó este año de la licenciatura en comunicaciones de la Universidad Salvadoreña Alberto Masferrer. Junto con otras mujeres que pasaron por lo mismo, fundó la asociación Mujeres Libres de El Salvador.

Vásquez está de visita en el país para la presentación del documental “Fly so Far”, que cuenta su historia y la de otras 16 mujeres. Este se presentará hoy jueves 8 de diciembre, a las 6 p.m. en la sala Preámbulo, del Centro Costarricense de Producción Cinematográfica y es parte del Festival Somos, que se extenderá hasta el sábado 10. Vásquez participará después de la transmisión del documental en un conversatorio.

A continuación un extracto de la entrevista con Teodora Vásquez.

-¿Qué ha cambiado en El Salvador desde que fuiste detenida en el 2007?

“Lamentablemente en nuestro país no ha cambiado nada. Incluso sigue peor porque este año en el mes de mayo condenaron a una mujer a 50 años de prisión. Una mujer que llega al hospital buscando apoyo o ayuda lamentablemente es acusada de que asesinó a su recién nacido y la condena es más larga, 50 años de prisión.

Cuando yo entré a prisión conocí a otras mujeres ahí. Había 24 mujeres en esa cárcel cuando yo salí. En la actualidad esas 24 mujeres están fuera de la cárcel; pero a ninguna de nosotras se nos ha declarado inocentes. A ninguna de nosotras el Estado nos quiere reconocer que cometió un error al encarcelarnos sin tener una prueba. A todas nosotras nos han dado la libertad con conmutación de pena y esta conmutación de pena se recibe por gracia. La gracia es que si te portaste bien. Todo privado de libertad cuando tiene la tercera parte de su condena tiene derecho a pedir la libertad anticipada. Yo salí por ello.

Desde el 2019 nosotras presentamos una petición a la Asamblea Legislativa para que se aprobara el aborto en cuatro causales: cuando el embarazo es producto de violación, producto de trata de personas, cuando el feto no es compatible con la vida o cuando la mujer está en malas condiciones de salud. Esas peticiones se han archivado el año pasado, así que no vemos una forma de que el Estado quiera cambiar la realidad de la mujer salvadoreña. Ahorita no tenemos apertura de parte del Gobierno o de instituciones gubernamentales de abrir las puertas para que nosotras podamos hablar del tema. Nos hemos visto en la necesidad y aprovechando el apoyo de organizaciones internacionales de hablar y dar a conocer por todo el mundo de lo que está pasando.

Ahorita hay cinco mujeres privadas de libertad y es la lucha como Mujeres Libres de El Salvador y organizaciones en diferentes espacios es por la libertad de las compañeras. Pero también nuestro eslogan en Mujeres Libres es ‘para que la historia no se repita en generaciones futuras’. Es algo que estamos haciendo para hacerle presión al Estado salvadoreño para que libere a las compañeras; pero también para que haya un cambio en la legislación para que nuestra historia no se repita en las generaciones futuras”.

-¿Cómo afecta esta política de El Salvador en el acceso a la salud de las mujeres de bajos recursos económicos o de zonas rurales?

“La verdad es que en El Salvador se presenta un nivel de desigualdad porque si tenemos dinero, pues no vamos a la cárcel porque una mujer libremente puede decidir por provocarse un aborto y se va a otro país porque sí es legal o se va a una clínica privada donde está pagando $2.000 o $3.000 por provocarse un aborto que sí lo está haciendo con dolo; pero una mujer de bajos recursos o de zonas rurales que sí lleva un embarazo a término va en busca de ayuda a la unidad de salud pública y si de pronto no logra llegar a la clínica o lo tiene en la casa por ‘a’ o ‘b’ razón, pues es un riesgo; pero no para todas las mujeres sino que solamente para el sector más vulnerable. Y realmente todas las mujeres estamos en peligro desde el momento en que concebimos”.

-¿Cómo ha resignificado tu vida la lucha que vos llevás a favor de los derechos de las mujeres?

“Lo que pasa es que para mí es bien importante realmente conocer las necesidades de las personas, sobre todo de las mujeres. Dentro de la cárcel yo me di cuenta de que había más mujeres por el mismo caso que el mío y yo dije ‘bueno, entonces tenemos que hacer algo por la reivindicación de los derechos, por resiliencia y por sororidad también. Porque pienso que las mujeres tenemos que ser sororas y tenemos que formarnos dentro del espacio en que estamos. Pienso que en ese momento era muy complicado para mí; pero también era necesario que nos empoderáramos desde adentro. Empecé a leer libros de derecho, me atreví a entrevistar a mis mismas compañeras, cómo se sentían, cómo habían sido las violencias que ellas habían recibido y documentar todo para ver que las necesidades que las mujeres presentaban y las violencias que habían vivido eran igual que las otras, o sea, era parecido al mío. Estábamos luchando con el sistema patriarcal, sobre todo con la discriminación social que hay en nuestro país. Desde ahí pensamos que hay que hacer algo para la reivindicación de nuestros derechos y un día poder salir y decir ‘esto me está pasando a mí’. En el 2007 habían organizaciones pero nadie estaba luchando por este derecho. No habían. Llegamos a la cárcel y estábamos solas, no había nadie allí para que nos acompañara”.

-¿Cómo fue que lográs salir después de cumplir diez años?

“Salí en libertad en el 2018 después de cumplir 10 años con siete meses. Esa libertad lo logré porque yo ya tenía la tercera parte de la condena y todo privado de libertad está en derecho a exigir su libertad cuando ya tiene esa cantidad de años. Pero también porque se metió un recurso de conmutación de pena que me dio la libertad. A partir de ahí yo salí con el deseo de comerme el mundo y es lo que estoy haciendo. Salí y me sentí muy preocupada porque realmente tenía mucha gente que estaba ahí, había un gran movimiento de mujeres afuera gritando por mi libertad. Pero la realidad es que cuando ya todas estas mujeres se van a sus casas, ya Teodora Vásquez ya se quedó sola y de ahí ¿para dónde se va?. Puedo decir que gracias a Dios yo tenía mi familia que me estaba esperando; pero muchas de estas mujeres no cuentan con la oportunidad de tener a un ser querido porque la familia creyó en lo que decían los medios, la hicieron culpable, ya no la fueron a visitar y ahora ¿cómo reinventar nuevamente su vida? En el Estado salvadoreño no hay ninguna institución que acompañe los procesos de reinserción. Pues comenzamos con la iniciativa de organizarnos y tener nuestra propia autonomía”.

-¿Podés contarnos qué es el programa Mujeres en el Camino?

“Yo recuerdo que salí y tenía toda mi libertad, pero ¿cómo iba a empezar? Tenía el grupo de 24 mujeres que estaban adentro y para adelante no había nada. Yo al 2018 le llamo el año del enamoramiento. Comencé a buscar a las mujeres que habían llegado a la cárcel en 1998 y ya habían salido por algún recurso o algo y me fui a buscarlas por todo El Salvador, a todos los municipios, las busqué, las enamoré con el proyecto, con la idea de que hagamos algo juntas y en setiembre del mismo año logré reunir a 16 mujeres. Con esas 16 mujeres armamos un proyecto que se llama ‘Mujeres en el Camino, de la privación de libertad a un proyecto de vida’. Empezamos con la lucha. Dijimos ‘hay que armar nuestros estatutos, nuestras escrituras públicas y presentémoslo al Ministerio de Gobernación’. Y lo hicimos. Y este año en agosto nos salió la aprobación de nuestros estatutos, así que ya somos una organización legalmente constituida que se llama Mujeres Libres de El Salvador, que estamos trabajando por la reivindicación de nuestros derechos”.

-Esos casi 11 años que estuviste en la cárcel, ¿Cómo hiciste para que la cárcel no entrara en vos? ¿Recordás el día en que empezó a cambiar tu vida en la cárcel?

“Creo que los primeros días de la cárcel yo me quería morir. Estaba enferma, golpeada, destruida totalmente, había perdido a mi hija, no podía llorar el duelo de ella, porque ¿cómo iba a llorar si la gente pensaba que lloraba de remordimiento?. Había perdido todo, mis amigos, mi familia, mi hija, mi pareja. De verdad que hubo un momento que le dije a Dios ‘¿por qué no me muero?’”.

-Pero tenías otro hijo.

“Sí, tenía otro hijo, que ahora tiene 19 años. Lo pude ver solo cuatro veces que mi familia me lo llevó porque luego el sistema penitenciario pidió que todas las personas que teníamos hijos menores y si queríamos que nos fueran a ver teníamos que hacer un escrito al juez para que los dejara entrar. Y ese escrito costaba $400, $500. Y yo no tenía $500 en la cárcel entonces ¿cómo pagaba?. La última vez que vi a mi hijo tenía ocho años. Después de ahí ya no lo volví a ver por esta iniciativa de las instituciones carcelarias. Realmente creo que fue muy difícil, yo no encontraba sentido.

Para mí fue muy difícil la primera vez que fue a verme mi hijo. El se ilusionó mucho y él pensaba que ese día yo me iba a ir con ellos o que se iba a quedar conmigo, él pensaba que ese día no nos íbamos a separar. Fue duro para mí cuando nos tuvimos que despedir porque él lloraba muy horrible; yo me quedé muy mal después de esa vez. Yo dije ‘yo tengo que hacer algo’. Entonces me inscribí en la escuela, empecé a ir a los programas que daba la cárcel. No me gustaban pero iba. Para mí cada programa que la cárcel daba era un paso más. Yo siempre he dicho que yo estuve en la cárcel; pero la cárcel nunca estuvo dentro de mí porque yo no era culpable. Yo no era culpable, entonces no me sentía culpable por estar ahí sino que yo me sentía impotente porque no podía hacer nada realmente. Ya no me quedaba llorar más porque me estaba desgastando, ponerme triste me deprimía y dije ‘algo tengo que hacer’ y empecé a motivarme a mí misma. Bueno, mi motivo es mi hijo, mi motivo es luchar, mi motivo es salir de aquí para poder darle a mi hijo lo que ahora no tiene. Y ahora hemos tratado, no de recuperar el tiempo porque no lo voy a recuperar; pero tratar de hacer las cosas bien para tratar de solventar algunos huecos que teníamos del pasado”.

El documental “Fly so Far” tuvo un intento de censura este año en El Salvador por parte del Gobierno; pero finalmente se autorizó su proyección para mayores de 18 años, contó Vásquez.

Vásquez y el grupo de Mujeres Libres El Salvador también lo han proyectado en las comunidades más remotas del país y el pasado 26 de noviembre estrenaron la obra de teatro “Mujeres de Acero”, donde hablan de sus casos y sobre derechos sexuales y reproductivos de una manera creativa.

“Si nosotras como mujeres no hubiésemos decidido hablar cuando estábamos dentro de la cárcel sobre nuestra historia, nosotras siguiéramos ahí adentro porque nadie hubiera conocido de nosotras. Si esta lucha llegó hasta donde está, es porque nosotras dijimos ‘ya basta de tanta violencia’. Mientras no haya un cambio de legislación, nuestra historia se va a seguir repitiendo en las generaciones futuras”, recalcó Vásquez.

Para más información sobre el Festival Somos, organizado por Preámbulo y la organización People in Need, visite: https://festivalsomos.org/

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