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Papa Francisco en México

Guerra contra la corrupción, contra el tráfico, contra la guerra, contra la desunión, contra el crimen organizado, contra la trata de personas.

En México, que atravesa un período particularmente crítico de violencia, estancamiento económico y corrupción, la visita del Papa Francisco ha sido largamente esperada. “No le pidan al Papa la solución de todos los problemas”, había advertido el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, durante los preparativos del viaje del Pontífice a América del Sur, el año pasado. En este caso, si Francisco no podrá aportar soluciones, ha decidido señalar, con su sola presencia en escenarios clave, los problemas.

MEXICO-POPE-VISITEn San Cristóbal

Un desplazamiento ha despertado especial atención en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en el extremo sur de México, escenario de grandes luchas políticas, como la de los zapatistas, donde el obispo Samuel Ruiz tuvo una presencia preponderante hasta el día de su muerte, hace ya cinco años. El Papa visitará su tumba.

“El obispo Samuel Ruiz García, una espina difícil de tragar para el poder, indigerible, molesta, a la que el papa Francisco, sin embargo, insistió en rendirle honores. Un perfil de este hombre tan repudiado por la clase política y económica de Chiapas, que sufrió dos atentados contra su vida y al que los pueblos indígenas abrazaron cariñosamente con el nombre Tatic (papá), se podía leer en uno de las muchos análisis sobre el viaje del Papa.

Quizás se pueda entender el significado de esa visita leyendo lo que publicó la revista Animal político al citar al obispo de Saltillo, Raúl Vera, sobre la llegada del obispo Ruiz a Chiapas:

“Arrancaba la década de los 60”. Poco tiempo en realidad ha pasado desde entonces, pero subraya: “Se trataba de otra época, Chiapas era otro. En ese entonces, a los indígenas no les permitían sentarse en las bancas de la plaza de San Cristóbal y las banquetas en las calles eran sólo para gente blanca o mestiza; y aunque el salario mínimo era de ocho pesos, en San Cristóbal, el salario para un indígena era de tres centavos, que los finqueros les pagaban en especie, o sea con un puñito de frijol o con un puñito de maíz”.

De vuelta del Concilio Vaticano II, en 1959, el obispo Ruiz se sumó a los que pensaban en cambios importantes dentro de la iglesia católica. Cambios que dieron origen a la Teología de la Liberación, luego condenada por Juan Pablo II. Eso le valió que durante años lo vigilara el Vaticano ante “el temor de que promoviese una iglesia autónoma, separada de Roma”.

No se puede menospreciar el papel del obispo en los cambios ocurridos desde entonces. El alzamiento zapatista del 1 de enero de 1994, precisamente en el día en que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), marcó un momento decisivo.

En el otro extremo

El lunes, el Papa se deslazó hacia el sur del país; el miércoles, último día de la visita, piensa ir a la frontera norte. De allí mismo partirá hacia Roma, sin volver a la capital.

“Francisco, hijo de emigrantes italianos, que conoce ese drama desde que ejercía como arzobispo de Buenos Aires, decidió concluir su visita con una misa final en Ciudad Juárez, ciudad fronteriza con Estados Unidos, sinónimo de violencia y feminicidios, y estratégica para el tráfico de drogas”, destacó un comentario sobre la visita.
“El Papa llegará cerca de la frontera con Estados Unidos a bordo de un papamóvil. Pasará cerca de la valla y saludará a las personas que se encuentren del otro lado”, explicó su portavoz, Federico Lombardi.

“El palco con el altar estará a 80 metros de la frontera”, precisó Lombardi. La misa será seguida desde ambos lados de la frontera, ya que “es una única comunidad”, recalcó.

Como en la visita a Chiapas, el mensaje está en el solo hecho de la presencia del Papa en ese escenario cuidadosamente preparado. Al respecto, el precandidato presidencial republicano Donald Trump afirmó: “No creo que entienda el peligro de una frontera abierta como la tenemos con México (…) Creo que México logró que el Papa lo hiciera porque quieren mantener la frontera como está”.

El interés de Francisco en el tema, en todo caso, no es nuevo. El año pasado, durante su visita a Estados Unidos, quiso entrar a ese país desde México.

“Era el deseo que guardaba en su corazón”, recordó Lombardi, pero la propuesta no fue aceptada por los organizadores norteamericanos de la visita.

No quiero tapar nada

“Yo no quiero tapar nada. Al contrario, exhortarlos a la lucha de todos los días contra la corrupción, contra el tráfico, contra la guerra, contra la desunión, contra el crimen organizado, contra la trata de personas”, dijo el Papa el domingo pasado, cuando comenzaba su visita a México.

Ahí recordó: “Vengo del lejano sur latinoamericano, conozco la larga y dolorosa historia que han atravesado, no sin derramar sangre, no sin violencia e incomprensión”. Pidió no minusvalorar el desafío que representa el narcotráfico, que hace metástasis en el cuerpo social y recordó el “desafío de nuestra época representado por las migraciones”, que llamó de “exilio mexicano”.

Reunido con los obispos en la catedral de ciudad de México, el Papa les pidió que fueran “obispos de mirada limpia, de alma transparente” y les pidió no dejarse seducir “por los acuerdos debajo de la mesa”. Siempre tratadas con mucha reserva, las disputas dentro de la iglesia no son fáciles de seguir.

La revista Proceso publicó, en un artículo titulado “Norberto Rivera, marginado en la organización de la visita papal”, un comentario sobre el papel del cardenal, que es también arzobispo de México:

“El cardenal Norberto Rivera Carrera, que en opinión del investigador Elio Masferrer representa la ‘teología de la prosperidad’, quiso aprovechar la gira del Papa Francisco en beneficio propio y de sus amigos de las élites empresarial y política del país”.

El discurso del Papa a los obispos mexicanos alimentó el debate sobre las diferencias dentro del episcopado mexicano, razón por la cual, quizás, el Papa agregó, prudente, en su discurso: “Las fracturas se recompusieron siempre”.

Al día siguiente, Francisco se desplazó en helicóptero a Ecatepec, un municipio en la periferia de la capital azotado por la delincuencia, el crimen organizado y la pobreza.

En una misa a la que asistieron unas 300 mil personas, habló de una sociedad “donde no haya necesidad de emigrar para soñar; donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos”.

Antes de comenzar

Antes de comenzar su visita a México, Francisco se encontró, el viernes 12, en La Habana, con el patriarca de la Iglesia rusa ortodoxa, Kirill. Un encuentro que los expertos calificaron de histórico.

¿Qué elementos han cambiado en el actual escenario que han permitido llegar a una triangulación de “entendimientos” entre el Pontificado (en Roma) y el Patriarcado y el Kremlin (en Moscú)?, se preguntó Lenier

González en la página cubana “Temas” respondió: “La desaparición del ‘socialismo real’ en el bloque del Este, particularmente en los territorios de la antigua Unión Soviética, trajo aparejada una reconstrucción acelerada de la presencia de la Iglesia Ortodoxa en los territorios del antiguo imperio ruso y en Ucrania.

En su proyecto de construir una ‘civilización cristiana’ poscomunista, el papa Juan Pablo II esbozó la idea de una Europa ‘cristiana’ que debía respirar por dos pulmones: el cristianismo católico-romano y el cristianismo oriental ortodoxo.

Pero su origen polaco y su papel en la caída del socialismo en Europa del este no facilitaron el encuentro.

Desde entonces, el escenario internacional ha cambiado mucho. Según González, “el camino que ha conducido a Kirill y a Francisco hasta La Habana ha sido el resultado de una conjunción de varios elementos cruciales”.

Luego cita seis, entre ellos una “voluntad ecuménica” de ambas iglesias, pero también una serie de coincidencias políticas especialmente relacionadas con la situación en Medio Oriente, donde la política rusa ha asumido particular relevancia.

Sobre el encuentro, comentó también Fidel Castro, “miles de armas nucleares penden sobre las cabezas de la humanidad. Impedir la más brutal de las guerras que puede desatarse ha sido sin duda el objetivo fundamental del esfuerzo de los líderes religiosos de las iglesias dirigidas por hombres como el Papa Francisco, Sumo Pontífice de la Iglesia Católica y Su Santidad Kirill, patriarca de Moscú y de toda Rusia”.

 

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