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ONU llama a proteger biodiversidad para prevenir pandemias

En el Día Mundial de la Salud, la jefa del Convenio sobre Diversidad Biológica señaló que la pérdida de variedades de especies incide en amenazas directas a la salud humana.

Al celebrarse el Día Mundial de la Salud, la directora ejecutiva del Convenio sobre la Diversidad Biológica, Elizabeth Maruma Mrema, emitió un pronunciamiento en el que alzó la voz de alarma pues “la continua pérdida de biodiversidad a escala global representa amenazas tanto directas como indirectas a nuestra salud y bienestar”.

Maruma, quien también dirige la unidad legal del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, por sus siglas en inglés), añadió que las alteraciones en los ecosistemas a causa de cambios en los usos de suelo, fragmentación y pérdida de hábitats y el mismo cambio climático, “pueden incrementar el riesgo de surgimiento de enfermedades y su diseminación entre las personas, animales y otras especies de seres vivos”.

Maruma reconoció que el mundo atraviesa “una de las amenazas más extraordinarias a la salud global del último siglo” y por ello consideró acertado que la celebración de este 7 de abril reconozca “el papel central” desempeñado por personal de enfermería y parteras.

Envió un su agradecimiento “al dedicado y valiente personal sanitario al frente de nuestra respuesta a esta crisis” y añadió que “estas mujeres y hombres hoy en día son animados por una visión de un mundo mejor con una salud más justa para todos, en el que no tengan que hacer los sacrificios que hoy hacen”.

“Por ello, es tan importante pensar en la prevención, sostenibilidad y la equidad inter generacional, aún en medio de esta crisis”, añadió.

Reimaginar y transformar

La funcionaria  destacó el enfoque denominado One Health (una salud) impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la unificación de esfuerzos en que diversos sectores colaboran para orientar investigación, legislación y políticas para lograr mejores niveles de salud pública.

Maruma aseveró que ese enfoque “reconoce la conexión intrínseca entre la salud humana, la salud animal y la salud y resiliencia de la naturaleza” y que por ello puede ser una guía para un marco de trabajo global sobre la biodiversidad más allá de 2020.

“Mi más grande esperanza es que esta lucha contra el COVID-19 pronto sea ganada y que, mientras nos recuperamos, podamos aprovechar la oportunidad de reimaginar y transformar nuestra relación con la naturaleza, mientras promovemos la salud global y comunitaria”, expresó.

Según datos destacados en el pronunciamiento, aproximadamente dos terceras partes de las enfermedades infecciosas activas en humanos son zoonóticas, es decir, transmitidas por los animales, como es el caso del SARS-CoV-2, el coronavirus protagonista de la actual pandemia.

Añadió que en todo el mundo se ha dado un aumento de las enfermedades que pasan de animales a humanos, “en gran medida como resultado de nuestra creciente huella ecológica” y detalló que la mayoría de los patógenos zoonóticos han emergido en los últimos 60 años como resultado de la actividad humana, lo cual incluye cambios en el uso de la tierra, como la deforestación y el manejo de los sistemas agrícolas y de producción de comida.

Como ejemplo, mencionó el “devastador” brote del virus del Ébola en 2014, en el centro y oeste de África. “La evidencia científica sugiere que los brotes se concentraron primeramente en puntos calientes de fragmentación de bosques y se relacionó más cercanamente con zonas con eventos recientes de deforestación”.

Tras reconocer que la atención de la crisis requiere de medidas aplicables en lo inmediato, hizo un llamado a aprender las lecciones del COVID-19 y otras epidemias y traducirlas en acciones con visión a largo plazo.

Llamó la atención a que los mercados de animales vivos, como el de Wuhan, China, son “un factor de riesgo importante para la diseminación de enfermedades”, como también lo es el comercio internacional de especies silvestres.

Por ello observó que las medidas que tomen los países para reducir la cantidad de animales en esos mercados, tienen el potencial de “reducir significativamente” el riesgo de futuros brotes de enfermedades, y que por ello a nivel global se debe aumentar los controles sobre la venta y consumo de especies silvestres.

Sin embargo, no abogó por una prohibición total de esas prácticas, en primer lugar porque son importantes para millones de personas que dependen de la carne de animales silvestres como una fuente importante de seguridad alimentaria y nutrición, sobre todo en zonas rurales con bajos niveles de ingresos.

En segundo lugar, dijo que una prohibición total podría incidir en un aumento del tráfico ilegal de especies, lo cual a su vez incidiría en la emergencia de enfermedades.

Maruma insistió en el enfoque One Health y dijo que iniciativas de ese tipo son “pilares fundamentales de la prevención”, en cuya ausencia las señales tempranas de surgimiento de enfermedades pueden fácilmente pasar desapercibidas.

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