Mundo Elecciones en Alemania:

“No entierren tan pronto a la socialdemocracia”

“No entierren tan pronto a la socialdemocracia”.

“No entierren tan pronto a la socialdemocracia”. La frase, dicha en febrero, no es de un socialdemócrata alemán, sino del francés Pierre Moscovice, exministro de finanzas del gobierno de François Hollande y actual Comisario Europeo de Asuntos Económicos y Financieros.

En vísperas de las elecciones alemanas del próximo domingo (24 de setiembre) podría sonar a advertencia, ante lo que se anuncia –en Alemania también– como una debacle de los socialdemócratas, tal como ocurrió en Francia en las pasadas elecciones.

Para Moscovici la “edad de oro” de la socialdemocracia europea fueron los años 90, cuando Tony Blair impulsaba su “tercera vía”, en Inglaterra; Gerard Schröder el “nuevo centro”, en Alemania; y Romano Prodi el partido del “olivo”, en Italia.

No deja de ser curiosa esta nostalgia, pues la socialdemocracia empezó a desaparecer del mapa político precisamente cuando la aplicación de esas políticas, definidas por Blair y Schröder en un largo artículo conjunto publicado poco antes de la elección de Schröder como jefe del gobierno alemán, en octubre de 1998.

Un año después Schröder visitaba Londres y Blair lo recibía entusiasmado. En un artículo publicado en el diario alemán Welt Am Sonntag decía que ambos iban a discutir cómo transformar su propuesta de “tercera vía” en el fundamento de la política europea.

No ocurrió así. El manifiesto Europa: la tercera vía, el nuevo centro de Blair y Schröder fue el punto final de un proceso de liberalización de la socialdemocracia, afirmó José Vidal-Beneyto, profesor en universidades de París y Madrid.

“Meta de llegada que nos devuelve, casi sin añadidos, a la posición de la derecha civilizada europea, que desde Ludwig Erhard y su economía social de mercado, pasando por Giscard d’Estaing y Helmut Kohl, ha venido revindicando el apelativo de centro e impuesto sus grandes temas”, agregó Vidal-Beneyto.

Nuevas elecciones

Ahora, en vísperas de las nuevas elecciones alemanas de este domingo 24, todas las encuestas le dan una holgada ventaja a la canciller Angela Merkel, representante de los conservadores partidos demócrata-cristianos, que podría iniciar su cuarto período al frente del gobierno alemán.

Según los últimos sondeos, Merkel sacaba de 14 a 17 puntos de ventaja sobre la segunda fuerza política, los socialdemócratas, encabezados por Martin Schulz. Las esperanzas que Schulz despertó al inicio de la campaña se han esfumado.

Ambos, Schulz y Merkel, realizaron apenas un debate público durante la campaña. El periodista Christoph Strack, de la emisora alemana DW, escribió: después del único encuentro entre Merkel y Schulz una cosa quedó más clara que nunca: la gran coalición entre los demócrata-cristianos (CDU) y los socialdemócratas (SPD) tiene que terminar. No hubo ningún duelo. Por favor ¡basta! Estos dos partidos han convivido en la misma casa por demasiado tiempo.

Strack advirtió: la situación social de Alemania, donde hay tensión pese al crecimiento económico, apenas fue tratada. El gran tema fue la integración de los refugiados en la sociedad alemana.

Es que en Alemania gobierna la “gran coalición”, como llaman al gobierno conformado por los dos partidos más grandes y tradicionales del país, una alianza que parece agotada pero que, dependiendo de los resultados de las urnas, podría sobrevivir.

Europa mira interesada estos resultados, especialmente en torno a las políticas económicas y las normas de austeridad que el gobierno alemán exige a sus socios.

El modelo alemán

“¿Cómo lo haremos para que después de 40 años de trabajo no tengamos que vagar por la estación para recoger botellas?”. La canciller alemana Angela Merkel se quedó callada. Con esta pregunta en medio de un debate televisado, Petra, una trabajadora de la limpieza, dejaba en evidencia a la líder del país y a un plan de pensiones que solo le proporcionará 654 euros mensuales. Alemania es la potencia económica más fuerte de Europa, pero ese crecimiento no ha evitado convertirla también en una de las naciones más desiguales del continente europeo”.

Ese fue el panorama que presentó Carles Planas, en El Periódico, el pasado 17 de setiembre. El “modelo alemán” de precarización del empleo fue obra de Schröder. El resultado puede parecer contradictorio. Se trata de lo que el periodista francés Olivier Cyran calificó de “el infierno del milagro alemán”.

Los electores, llamados a las urnas este 24 de setiembre, dijo Cyran, en un artículo publicado en Le Monde Dilomatique, no han visto jamás tan poca demanda de empleos. Ni siquiera de los precarios. El desmantelamiento de la protección social a mediados de los años 2000 convirtió a los desempleados  alemanes en trabajadores pobres, afirmó.

El proceso de desregularización del trabajo (que el nuevo presidente francés quiere ahora copiar) agrupa todas las ayudas sociales, incluyendo la que se torga a los desempleados de larga duración (más de un año sin trabajo). Son 409 euros al mes para una persona sola. Algo menos de 500 dólares. A fines del año pasado, según los datos de Cyran, unos seis millones de trabajadores se habían acogido a este sistema.

Pese a que Schröder anunció, cuando lanzó sus reformas, como un gran día para los trabajadores, lo cierto es que hoy 4,7 millones de personas sobreviven con un “minijob” por el que reciben 450 euros al mes.

No debe sorprender, entonces, el poco éxito de Schulz, su colega socialdemócrata, en su búsqueda de votos, si se confirman las predicciones, a solo una semana de las elecciones.

Interrogantes

Los analistas alemanes se preguntan, en todo caso, con quién formará gobierno la canciller Merkel, si los socialdemócratas se retiran del gobierno.

Ante el escenario que presentan las encuestas, parece que la mayor duda es qué tipo de coalición logrará conformar Merkel para poder gobernar. Si los liberales del Partido Demócrata Libre (FDP) logran remontar los resultados de las últimas elecciones (lograron menos del 5% y quedaron fuera del parlamento) y alcanzan alrededor del 10% de los votos que les dan las encuestas, sería viable una coalición conservadora con los demócrata-cristianos.

La magnitud de la derrota de los socialdemócratas también despierta expectativas. En las condiciones actuales, un 25% sería un buen resultado y un 20%, un desastre.

Finalmente, otra novedad despierta particular interés en esas elecciones. Se trata del papel del una extrema derecha agrupada en Alternativa por Alemania (AfD), que podría ingresar por primera vez al parlamento.

AfD ha visto crecer su apoyo bajo la dirección de sus nuevos líderes, Alexander Gauland y Alice Weidel, en la medida en que lo ha ido perdiendo el SPD ha ido mermando. El partido está ya presente en 13 de los 16 parlamentos regionales alemanes. Tiene ahora buenas posibilidades de convertirse en el primer partido de la llamada ultraderecha en obtener una bancada en el Bundestag, la cámara baja federal alemana.

“Hay grandes posibilidades de que, por primera vez desde 1945, en el parlamento haya verdaderos nazis”, se lamentó el ministro alemán de Relaciones Exteriores, el socialdemócrata Sigmar Gabriel.

Los verdes y la izquierda, agrupada en Die Linke, buscarán también un lugar en el parlamento y sus expectativas de votos son similares a la de los verdes y de AfD: alrededor de 10%.

 

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