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Más preguntas que respuestas a pocos días de que Trump asuma el Gobierno de Estados Unidos

¿Revisará Trump la política de “una China” que, desde hace casi 40 años, permitió el restablecimiento de relaciones entre los dos países?

¿Revisará Trump la política de “una China” que, desde hace casi 40 años, permitió el restablecimiento de relaciones entre los dos países? ¿O intentará presionar a Beijing, con la amenaza de un acercamiento a Taiwán, que llevará a una confrontación inevitable? ¿Intentará, como sugirió su futuro Secretario de Estado, Rex Tillerson, bloquear el acceso de China a las islas del mar del Sur de China, que ese país considera de su soberanía?

¿Trasladará Trump la embajada norteamericana en Israel a Jerusalén provocando, como lo dijo el canciller de Francia, graves tensiones internacionales? ¿Mantendrá el intento de cerco a Rusia, con el despliegue de fuerzas norteamericanas en Polonia y de la OTAN en los países del este europeo iniciado por Obama? ¿Intentará construir el muro en la frontera con México y avanzar en la política de deportación de inmigrantes?

Todo está en duda, pero se acerca el tiempo de las respuestas. El sucesor de Obama en la Casa Blanca asumirá el cargo el 20 de enero.

El acto mismo de toma de posesión revelará algunas respuestas. Pero algo se ha avanzado ya. Si algo caracteriza el gabinete de Trump es el ser integrado por multimillonarios con posiciones particularmente conservadoras en sus ámbitos de acción.

Su vicepresidente, Mike Pence, está relacionado con los negocios de los hermanos Koch, una pareja que financia no solo el Cato Institute, sino también las campañas de candidatos ultraconservadores.

En el proceso de confirmación de los nombramientos de altos cargos, que deben pasar por el Senado, los elegidos han tenido que enfrentar las consultas de los senadores.

Tillerson, ex CEO de la petrolera Exxon, fue uno de los primeros. Se manifestó a favor del Tratado Transpacífico (TPP), firmado el año pasado, un vasto acuerdo comercial entre Estados Unidos y países asiáticos que Trump rechaza; enfrentó críticas por las políticas de Exxon que, mientras él la presidía, hizo presión en el Congreso para evitar sanciones a Rusia e Irán que el Gobierno norteamericano promovía; pero, sobre todo, sugirió agresivas medidas contra China que podrían elevar rápidamente la tensión mundial.

China reaccionó a las declaraciones de Tillerson, acusándolo de poco profesional y falto de experiencia en política internacional y advirtió del peligro de una “confrontación devastadora” si se aplican esas políticas.

El futuro Secretario de Defensa, James Mattis, es uno de los generales que Trump incorporó a su gabinete. Mattis, un polémico general del cuerpo de marines, estimó que la agresión rusa, el terrorismo y la agresividad china en el mar del Sur de China son los principales temas de seguridad que enfrenta Estados Unidos desde la II Guerra Mundial.

El general Mathis hizo fortuna después de dejar el ejército, cuando integró el directorio de empresas General Dynamics y Teranos.

El Secretario del tesoro, Steven Mnuchin, fue alto ejecutivo de Goldman Sachs, mientras que Betsy de Vos, futura Secretaria de Educación, tiene inversiones en el sector que, en su opinión, debe ser privatizado.

La otra cara

Si esa es la cara del Gobierno Trump, la otra cara de la política norteamericana se revelará en la marcha de las mujeres, convocada para el día siguiente de la toma de posesión del nuevo mandatario, en Washington.

Se trata de una manifestación a la que se han sumado más de 200 grupos. “No tenemos alternativa. Necesitamos enfrentar una administración que amenaza todo en lo que creemos, en lo que estimamos se convertirá en una de las mayores movimientos progresistas jamás visto”, estimó una de sus organizadoras, Linda Sarsour.

Además de la marcha en Washington, están convocadas más de 300 manifestaciones en 50 estados, que podrían ser apoyadas también por protestas en otros 30 países.

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