El presidente Nicolás Maduro, bastante golpeado por el desgaste político de gobernar un país devastado por una crisis económica de rasgos estructurales, aunque debida en buena medida a las sanciones internacionales impuestas por las potencias occidentales, busca una segunda reelección que lo lleve a seis años más en el poder.

El descontento es evidente, aunque los números recientes lo favorecen. El PIB creció 8% durante 11 trimestres consecutivos y, según el FMI y la firma Ecoanalítica, la economía con más crecimiento en 2024 en América Latina es Venezuela con un 4,2%.
La producción de crudo se desplomó de 3,5 millones de barriles por día en 2008 a 400.000 en 2020, y hoy, luego del impacto en Occidente de la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia, recuperó terreno a un millón diarios.
“Nunca, nunca, nunca había pensado estar en esta posición”, Edmundo González Urrutia.
En 2022, Washington promovió la organización de elecciones “democráticas, libres y justas” a cambio del alivio de las sanciones y mantiene negociaciones con el gobierno de Maduro, cuyo contenido se desconoce.
A fines del año pasado, tras un acuerdo entre Gobierno y oposición para celebrar las elecciones, Washington alivió las sanciones. Pero luego las reinstauró, aunque con excepciones bajo la forma de licencias para compañías como Chevron, Repsol y Maurel y Prom.
Una lucha desigual
La oposición ha reiterado que sufre persecución y abusos por parte del Gobierno. Según la ONG Foro Penal Venezolano, en lo que va de año se han registrado 124 detenciones arbitrarias, de las cuales 102 están vinculadas al comando de campaña de la oposición. 77 de ellas han sido detenidas desde el inicio formal de la campaña el pasado 4 de julio. Aunque, de los 124 arrestos, 69 han sido liberados.
Mientras Maduro realiza dos o tres mítines diarios en grandes tarimas. La oposición, que moviliza a multitudes, usualmente habla desde un camión.
La figura opositora de María Corina Machado, que fue inhabilitada por el CNE (Consejo Nacional Electoral) para ser candidata a finales del año pasado, es la razón por la cual la oposición y su candidato fortuito ha mantenido su creciente preferencia.

Encuestas y fraude
En total hay diez candidatos: Maduro, Edmundo González Urrutia y otros ocho minoritarios. El opositor de 74 años era un desconocido hasta que fue ungido por la carismática y muy popular Machado y ahora aparece como favorito en la mayoría de las encuestas.
En la última semana, reiterados sondeos dan una clara ventaja al candidato opositor, definiendo una carrera meteórica sin precedentes, dado que hasta hace muy poco era un desconocido.
El oficialismo sostiene que muchos de los sondeos que se difunden son fabricados para justificar una denuncia de fraude posterior a las votaciones del domingo.
Los resultados de una reciente encuesta de ClearPath Strategies, a solo una semana de las elecciones, indican que “Entre los votantes seguros, González Urrutia mantiene una ventaja de 59-33% sobre Maduro”.
El margen del opositor ha aumentado de una ventaja de 20 puntos en abril y mayo, a una ventaja de 21 puntos en junio, y a una ventaja de 26 puntos a medida que se acercan las elecciones en julio, agregó el informe citado por el diario venezolano El Nacional.
Para la firma Delphos, fundada en 2005, González cuenta con una intención de voto del 59,1%, mientras que el presidente Nicolás Maduro alcanza un 24,6%, según el sondeo del 17 de julio.
“El opositor tiene una intención de voto entre el 55% y el 60%, y Maduro entre el 25% y el 28%”, para Consultores 21, empresa enfocada en áreas de investigación de mercado y opinión pública desde hace 39 años.
Mientras para la encuestadora Hinterlaces, creada a finales de los años 90, en cambio el triunfo es para Maduro con una amplia ventaja. En el sondeo publicado el pasado 4 de julio la percepción de votos al oficialismo era del 56,7%, frente a un 23,2% de la oposición.
El 30 de junio, al medir la intención de votos por candidato, esta empresa señalaba a Maduro con 54,2% contra el 24,1% de Edmundo González.
Con números tan disímiles y contradictorios, la incertidumbre se acrecienta. Se considera que el porcentaje de participación será entre un 65% y 75%.
En Venezuela se prohíbe que esta semana se publiquen encuestas sobre preferencias electorales de cara a las elecciones presidenciales del domingo.

“Edmundo para todo el mundo”
El exdiplomático y actual candidato venezolano de la coalición Plataforma Unitaria, González Urrutia, era, hasta hace unos meses, un perfecto desconocido para la población de su país.
Conversaba de balcón a balcón con sus nietos, vecinos en un edificio contiguo. Pero su rol de abuelo quedó inesperadamente desplazado. En un instante, sin buscarlo, González Urrutia cambió la apacible terraza, a la que llegaban aves tropicales, por camiones destechados y luces de campaña, indica una semblanza hecha por la agencia France Presse.
“Nunca, nunca, nunca había pensado estar en esta posición”, dijo a la AFP en abril este discreto diplomático de carrera de 74 años. “Esta es mi contribución a la causa democrática… Yo hago esto con desprendimiento, como una contribución a la unidad”.
“Estaba en mi casa un sábado por la tarde cuando me llamaron para decirme” de “firmar una carta para el CNE (Consejo Nacional Electoral)”, recordó. “Cuando escuché mi nombre dije: ‘Pero aquí hay otra cosa distinta’. A mí me llamaron para firmar una carta y lo que estoy oyendo es un comunicado donde se está poniendo mi nombre como tapa para conservar la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática”.
“Lo que no sabían ellos era que esa ‘tapa’ se iba a convertir en frasco, y aquí estamos hoy en estas condiciones”, refirió con una sonrisa a la AFP.
Su postulación en principio era temporal, lo que se conoce en Venezuela como “candidato tapa” de la coalición Plataforma Unitaria, que había elegido a Machado en primarias, a quien le devolvería el lugar González.
Pero luego fue postulado in extremis (en últimos instantes) después de la inhabilitación de la carismática líder María Corina Machado y el veto a otros posibles sustitutos.
Ahora se considera el candidato a la presidencia de Venezuela con más posibilidades de los nueve que enfrentan al presidente Nicolás Maduro en sus aspiraciones de reelección.
Como diplomático, vivió en Bélgica y en Estados Unidos. Fue embajador en Argelia (1994-99) y en Argentina (1999-2002). Aunque residió muchos años fuera de Venezuela, insiste siempre en que conoce bien el país.
No tiene gran carisma, pero se presenta como una figura serena y de conciliación frente a la estridente campaña oficialista, más tradicional de la política venezolana.

Chavismo de Maduro
Maduro tiende a un discurso populista confrontativo. Acusa a sus enemigos con expresiones grandilocuentes y advierte de los peligros de los enemigos de Venezuela y del legado de Hugo Chávez (1999-2013).
Desde que Chávez asumió el poder e impulsó la llamada revolución bolivariana y el proyecto del socialismo del siglo XXI, logró una muy alta popularidad, apoyada en numerosos programas sociales para la atención en salud y educación y modificó toda la estructura del Estado.
Tras su muerte, por un cáncer en 2013, Nicolás Maduro asumió el poder como una garantía de que se mantendrían los lineamientos de la administración Chávez, que le aseguraban al Gobierno un respaldo casi incondicional durante décadas. Pero el camino no ha sido fácil y el desgaste es evidente.
Quizás lo que más sostiene al Gobierno es la sospecha en la población en la falta de transparencia de los adversarios y la agresiva política de EE.UU. que se remonta a los años del inicio del Gobierno bolivariano con sanciones en 2004, 2011 y 2012, siempre con el argumento de que el Gobierno falta a la democracia, pese a que Venezuela ha realizado la mayor cantidad de consultas electorales que cualquier otra democracia en el mundo.
Incluso, en 2015, la oposición ganó la mayoría legislativa, pero no fue capaz de organizarse para lograr un cambio en el Gobierno.
Tras la reelección de Nicolás Maduro en 2018, vinieron nuevas sanciones por un fallido golpe de Estado en 2019, para que asumiera el gobierno el autoproclamado Juan Guaidó.
Para el proceso del domingo, nuevamente voces externas, incluso de instituciones y gobiernos extranjeros, se manifiestan parcialmente respecto del proceso venezolano y asumen que no reconocerán el resultado a menos que gane la oposición.
Los observadores internacionales no se limitan a verificar la realización transparente del proceso, sino que asumen además una postura en favor de uno de los bandos en disputa.

Lula
“Me asusté con las declaraciones de Maduro, de que si él pierde las elecciones habrá un baño de sangre. Quien pierde las elecciones toma un baño de votos, no de sangre”, afirmó el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en alusión al golpe que significa perder elecciones.
“Maduro tiene que aprender: cuando ganas, te quedas (en el poder). Cuando pierdes, te vas. Y te preparas para disputar otra elección”, añadió el veterano político al responder una pregunta sobre el proceso electoral venezolano durante una conferencia de prensa con agencias internacionales en Brasilia.
El mandatario confirmó que su gobierno enviará a dos representantes de la corte electoral brasileña y a su asesor en asuntos extranjeros, Celso Amorim, para observar el proceso.
“Yo no dije mentiras. Solo hice una reflexión. El que se asustó que se tome una manzanilla”, clamó Maduro sin mencionar expresamente a Lula. “En Venezuela va a triunfar la paz, el poder popular, la unión cívico-militar-policial perfecta”.
El gobernante socialista hizo referencia al “Caracazo”, un estallido social en febrero de 1989 que dejó miles de muertos según denuncias, aunque el saldo oficial fue de unos 300 fallecidos, señala AFP.
“Cuando se proclame la victoria del presidente Maduro nos vamos a la calle a defender la paz”, dijo su jefe de campaña, el parlamentario Jorge Rodríguez, al dar por descontada la reelección.


