Mundo Kosovo

La OTAN interviene en Kosovo

Mientras las tensiones entre Rusia y Ucrania suben a niveles alarmantes con los ataques con drones a ambas capitales, el fantasma de la guerra se extiende a otra geografía de Europa, donde el olor de la sangre despierta en la memoria de la OTAN.

En Kosovo, las protestas civiles en unas localidades del norte adquirieron visos dramáticos este fin de semana, hasta el punto de encender alarmas internacionales y provocar la movilización de tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Los miembros de la alianza militar supuestamente buscaban bajar las tensiones entre ciudadanos serbios y la policía kosovar, pero resultaron siendo más combustible.

La protesta inició pacífica, pero cuando la policía inició el desalojo estalló la violencia que dejó al menos 80 heridos el lunes.

En la localidad de Zvecan, 45 kilómetros al norte de la capital Pristina, el lunes hubo enfrentamientos entre los civiles y la policía kosovar y los miembros de la Fuerza Internacional para Kosovo (KFOR), fuerza de 4.000 soldados de la OTAN presentes en Kosovo.

El resultado fue al menos 25 soldados del KFOR y más de 50 civiles serbios heridos. La OTAN anunció que enviará 700 soldados más a Kosovo este martes.

“Estoy contra la guerra, violencia y conflictos de cualquier tipo y he mostrado esto siempre públicamente. Por supuesto tengo simpatía por toda la gente, pero lo que está pasando con Kosovo es una precedente en la ley internacional”, Novak Djokovic.

“El despliegue de fuerzas adicionales de la OTAN en Kosovo es una medida prudente para garantizar que la KFOR tenga las capacidades que necesita para cumplir con nuestro mandato del Consejo de Seguridad de la ONU”, informó el almirante Stuart B. Munsch, comandante del Mando Aliado de Fuerzas Conjuntas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), con sede en Nápoles.

En Zvecan, los efectivos de la KFOR, liderada por la OTAN, colocaron el martes una barricada en torno al ayuntamiento para bloquear el acceso, informó una periodista de AFP.

Tres vehículos blindados de la policía kosovar se estacionaron frente al edificio. Los ciudadanos serbios se indignaron al ver que los internacionalistas actuaban en conjunto con la policía kosovar.

El presidente serbio, Aleksandar Vucic, anunció que de ser necesario movilizaría tropas a la frontera. La violencia estalló el lunes después de que los manifestantes serbios intentaran entrar por la fuerza en la municipalidad de Zvecan a expulsar a los nuevos ediles que consideran ilegítimos, pero fueron repelidos por la policía de Kosovo con gases lacrimógenos.

En un comienzo, las fuerzas internacionales de la KFOR intentaron separar a los manifestantes de la policía, pero después procedieron a dispersar a la multitud utilizando sus escudos y sus porras, informó AFP.

Los militares de la KFOR no protegieron a los serbios, sino que impidieron la toma violenta e ilegal del ayuntamiento de Zvecan, al norte de Kosovo.

Las localidades al norte de Kosovo, de mayoría serbia, al igual que Belgrado, no reconocen al gobierno kosovar y piden que se les dé un estatus de autonomía.

El nacimiento de Kosovo y el bautizo de sangre de la OTAN

La provincia de Kosovo, de mayoría albanesa, se separó de Serbia tras la guerra de 1998 cuando, desde el 24 de marzo hasta el 11 de junio de 1999, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) bombardeó Belgrado, en una guerra no declarada y obligó a la retirada serbia y posterior capitulación del general Slobodan Milosevic.

Esta fue la segunda entrada en acción militar desde la creación del organismo, además de que no contó con autorización del Consejo de Seguridad de la ONU y en ella murieron miles de civiles serbios.

Las profundas diferencias étnicas entre albaneses y serbios sostienen una tensión permanente en esa región de la antigua Yugoslavia, pero muchos serbios, tanto fuera como dentro de este territorio, consideran a Kosovo como la cuna de la nación serbia.

En 2008, Kosovo declaró su independencia unilateral, que Serbia no reconoció, pero sí lo hicieron EE. UU., Canadá y la mayoría de los países miembros de la Unión Europea, aunque no otros como España o Grecia y Rusia, China e Irán, entre otros de la comunidad internacional.

Sin embargo, Kosovo sí fue admitido en el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Comité Olímpico Internacional, la Federación Internacional de Fútbol y la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol.

El 92% de los 1,8 millones de habitantes de Kosovo son albaneses y solo el 6% serbios, pero, en las comunidades del norte, la mayoría es serbia, por lo que han solicitado un estatus de autonomía que les permita evitar ser gobernados por una legislación kosovar a la que no reconocen ni siquiera como país independiente.

La minoría serbia en Kosovo alcanza unas 120.000 personas, en gran parte leales al gobierno de Belgrado, un tercio de las cuales reside en el norte de Kosovo, cerca de la frontera con Serbia, que los apoya financieramente.

Los demás miembros de la minoría están dispersos en una decena de enclaves.

En estas zonas, la bandera serbia ondea en todas partes, la gente usa el dinar serbio y cualquier intervención policial es una fuente de tensión.

Los habitantes del norte de Kosovo no pagan agua, electricidad ni impuestos, lo que supone un déficit de decenas de millones de dólares para el gobierno kosovar.

Un acuerdo de 2013 que preveía la creación de una asociación de diez “municipios” donde vive la minoría serbia quedó en letra muerta, según informa la agencia France Presse.

Para el primer ministro kosovar, Albin Kurti, la construcción de un Estado que sea dueño de sus funciones soberanas y dotado de instituciones efectivas es primordial.

Pero, para muchos serbios, permitir que Pristina ejerza su soberanía equivale a reconocer de facto que el territorio ya no está controlado por Belgrado.

“Por última vez, hago un llamamiento y pido a la comunidad internacional que apacigüe a Albin Kurti. Si no lo hacen, me temo que será demasiado tarde. Los ciudadanos de toda Serbia deben saber que cuentan con un liderazgo responsable y que no permitiremos pogromos ni asesinatos de nuestro pueblo”, aseguró el presidente serbio, Aleksandar Vucic,   la noche del 29 de mayo.

Kosovo proclamó su independencia unilateralmente luego del furioso bombardeo de la OTAN a Belgrado en 1999.

El origen de la protesta

A finales del año pasado, cientos de policías serbios integrados en la policía de Kosovo, así como jueces, fiscales y otros funcionarios abandonaron sus puestos para protestar contra la decisión del gobierno de Pristina, ahora suspendida, de prohibir a los serbios que viven en Kosovo el uso de matrículas de coche emitidas por Belgrado.

El primer ministro kosovar Albin Kurti ha querido responsabilizar a Rusia en las tensiones crecientes con Serbia.

Entonces, el gobierno de Kosovo organizó elecciones en abril para llenar el vacío dejado por la renuncia masiva en noviembre de los serbios que ocupaban cargos en las instituciones comunes locales.

En los comicios, en cuatro localidades del norte, con mayoría serbia, resultaron electos alcaldes albaneses, pero con una participación menor al 3,5%, ya que los ciudadanos serbios Lista Serbia, su principal partido, las boicotearon y no participaron.

Pese a no ser una representatividad legítima, fue respaldado por los aliados de Kosovo y los alcaldes electos tomaron posesión y desplazaron a los representantes serbios que los antecedían, lo que provocó la cólera de los habitantes de las cuatro localidades.

Los manifestantes serbios se reunieron frente a los ayuntamientos afectados para exigir la retirada de los alcaldes albaneses y de las fuerzas de policía de Kosovo, que respondió reprimiéndolos.

“La salida de estos falsos alcaldes y de los miembros de lo que Pristina califica como las fuerzas especiales, son condiciones para la preservación de la paz en Kosovo”, sentenció el presidente serbio Vucic en Instagram.

El presidente Serbio Aleksandar Vucic clamó por el respeto a los ciudadanos serbios y denunció la postura abusiva del gobierno de Pristina.

Postura de Occidente

En el contexto de la guerra de Ucrania, la Unión Europea aumentó la presión para que ambas partes se pongan de acuerdo y evitar así otro conflicto en Europa.

El jefe de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, hizo un llamado este martes a los líderes de Kosovo y de Serbia para que “reduzcan las tensiones de forma inmediata”, y sin condiciones.

Borrell pidió a las autoridades de Kosovo que suspendan las operaciones policiales en torno a los edificios municipales y llamó a los serbios a que dejen de manifestarse.

El presidente serbio informó que se reunió en Belgrado con embajadores del grupo conocido como el Quinteto, que son cinco potencias de la OTAN que siguen de cerca la situación en los Balcanes Occidentales, y además anunció que se reunirá con representantes de Rusia y de China.

El secretario de Estado de EE. UU. había advertido el viernes al primer ministro kosovar, Albin Kurti, que evitara una escalada en el conflicto, pues de no hacerlo tendría “consecuencias en nuestras relaciones bilaterales con Kosovo”.

El tenista Novak Djokovic escribió en serbio el mensaje: “Kosovo es el corazón de Serbia. Stop a la violencia”, tras su victoria en primera ronda contra el estadounidense Aleksandar Kovacevic.

La voz de Djokovic

El afamado tenista serbio Novak Djokovic captó esta semana el interés noticioso internacional más allá de su actuación en el torneo Roland Garros que se realiza en Francia y donde es uno de los favoritos, al expresar una postura contundente respecto al conflicto.

En el vidrio protector de la cámara que se reproduce en las pantallas gigantes del certamen, escribió en serbio el mensaje: “Kosovo es el corazón de Serbia. Stop a la violencia”, tras su victoria en primera ronda contra el estadounidense Aleksandar Kovacevic.

“Kosovo es nuestra cuna, nuestra fortaleza, centro de las cosas más importantes de nuestro país… Hay muchas razones por las que escribí eso en la cámara”, señaló el tenista de 36 años a la prensa serbia en el torneo, informó AFP.

El tenista serbio Djokovic, estrella del Roland Garros, aprovechó el escenario para expresar su postura sobre el conflicto y agregó: “No sé si me van a sancionar”, pues la carta de ética del torneo prohíbe el posicionamiento político o religioso.

“No soy un político y no tengo intención de meterme en debates políticos, es un tema muy sensible”, dijo Djokovic.

“Por supuesto, duele mucho como serbio ver lo que está pasando en Kosovo y la manera que nuestra gente ha sido prácticamente echada de las oficinas municipales, por lo que lo que menos podía hacer era esto”, indicó.

“Como una figura pública, pero también como hijo de un hombre que nació en Kosovo, siento una responsabilidad adicional de intentar expresar mi apoyo a nuestro pueblo y a Serbia en su conjunto”, dijo.

“No tengo remordimientos y lo volvería a hacer ya que mi postura es clara. Estoy contra la guerra, violencia y conflictos de cualquier tipo y he mostrado esto siempre públicamente. Por supuesto, tengo simpatía por toda la gente, pero lo que está pasando con Kosovo es un precedente en la ley internacional”, concluyó el deportista.

 

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