Mundo Jorge Mario Bergoglio, diez años de pontificado

La importancia de llamarse Francisco

Ha realizado una reforma profunda en la política interna del Vaticano; ha sido implacable con la corrupción en las finanzas del Estado; mostró su mano dura contra los abusos sexuales en la Iglesia; vive en un gesto permanente de austeridad y servicio a los demás, preocupado por quienes más necesitan; promulga sin cesar una Iglesia de todos; se abre al mundo y al diálogo, pero sabe que tiene que cuidarse las espaldas.

Mientras el mundo se debate en un ejercicio de reacomodo de un nuevo orden, donde prima más la desconfianza y la voluntad de guerra, sabe que puede tener una función clave en ese proceso hacia el multilateralismo, en sus 40 viajes al extranjero, Jorge Mario Bergoglio ha querido dar más importancia a las “periferias”.

Su encíclica Laudato Si, publicada el 18 de junio de 2015, aborda el tema muy urgente de la protección del ambiente y exige a las potencias un compromiso serio con lo que señala como una ruta suicida.

“Cuando un imperio empieza a sentirse débil necesita hacer una guerra para fortalecerse, para vender armas, probar armas nuevas”.

El 22 de septiembre de 2018 anunció un histórico acuerdo entre China y la Santa Sede sobre los nombramientos de obispos en el gigante asiático de gobierno comunista, renovado en 2022.

Tiene amigos y enemigos, detractores, antagonistas, críticos, pero ante todo una voluntad inclaudicable de ir a buscar a quienes servir en una “iglesia de todos”.

Un papa para estos tiempos convulsos

El 13 de marzo de 2013, ante la renuncia de Joseph Ratzinger como papa Benedicto XVI el 28 de febrero anterior, el cónclave de cardenales en la capilla Sixtina eligió al argentino Jorge Mario Bergoglio como el nuevo papa, quien asumió en nombre de Francisco.

El nuevo pontífice asumía el reto gigantesco de recuperar una institución que perdía feligresía y cuyo papel protagónico en el mundo, dominado por la cultura occidental, había decaído.

Uno de los retos más importantes actualmente es el lugar que ocupará el líder de la Iglesia católica en el concierto de las naciones ante un nuevo orden mundial que parece estar gestándose.

El nuevo papa debía arreglar cosas en casa, problemas profundos que socavaban la institución, pero además retomar una función evangelizadora en un mundo globalizado.

A diez años de pontificado, el papa Francisco enfrenta retos aún mayores sobre el papel de la Iglesia en el concierto de las naciones, mientras el mundo vive las complicaciones de un nuevo orden mundial y los padecimientos de un régimen tradicional occidental en crisis.

Severo crítico del neoliberalismo, el imperialismo y los conflictos militares, el papa argentino se identifica con una Iglesia que pide ante todo justicia social, que defiende a los últimos, a los migrantes que huyen de la guerra y la miseria, y que es sensible a la ecología y a la naturaleza, según el perfil de la agencia AFP en este décimo aniversario.

El 5 de junio de 2022 entró en vigor una nueva Constitución apostólica que concluye la reorganización de la Curia y la descentralización de la Iglesia, que reorganiza los dicasterios (ministerios) y prioriza la evangelización.

“Francisco mostró un autoritarismo al cual la Curia se había desacostumbrado hacía tiempo. Y eso puede irritar”, decía un alto diplomático en Roma.

También, renovó el turbio sector de las finanzas del Vaticano, envueltas en escándalos, con la creación en 2014 de un Secretariado para la Economía, así como la aplicación de un marco de inversiones y de medidas anticorrupción y ordenó el reajuste del Banco del Vaticano, con el cierre de 5.000 cuentas.

Con mano firme, que algunos señalan como autoritarismo, el papa ha impulsado una reforma profunda en la Iglesia católica y de intolerancia total contra los abusos sexuales cometidos por miembros del clero.

Inclaudicable compromiso social

Sin ser adepto a la Teología de la Liberación o a la politización de la Iglesia, el primer papa latinoamericano cree más en una Iglesia comprometida con los más débiles y vulnerables, compromiso que existe desde mucho antes que muchas doctrinas políticas.

“Jesús dialogó con los cuatro partidos de su tiempo, pero no siguió el proyecto de ninguno, hizo el suyo, no fue ni fariseo, ni saduceo, ni esenio, ni zelote, porque traía este mensaje”, explica.

Muchos de sus críticos de derecha lo señalan como comunista, con un afán evidente de desacreditarlo. Él responde que quizás esto se debe a su preocupación por lo social, por los más débiles, que están en la esencia del cristianismo y es muy anterior a la ideología comunista. “En todo caso podrían decirme socialista, pero prefieren usar ese otro término”, responde.

Su gestos de humildad y cercanía con los pobres, alejándose de la pomposa solemnidad de la Iglesia, hacen que surjan frecuentes críticas de sectores que ven en él una desacralización de sus funciones. Pero desde que escogió el nombre de Francisco, en el momento en que fue designado papa, ya estaba definida la ruta de su vocación.

“El abuso sexual por parte del clero y su encubrimiento por parte de obispos y superiores religiosos ha dejado una herida indeleble en el cuerpo de Cristo, la Iglesia, debido al daño causado a tantas personas”.

Mientras en Europa las protestas sindicales se exacerban ante la creciente crisis económica, la inflación y el alto costo de la energía, el papa argentino reconoce su interés por el tema de las reivindicaciones sociales de los más desfavorecidos y se atreve a valorar algunos aspectos del movimiento sindical actual.

“Los sindicatos fueron un avance en favor de la clase trabajadora. El sindicalista tiene que negociar, si no lo hace bien tiende a descomponerse. Hoy, además de los sindicatos, están los movimientos populares, que de alguna manera es otra alternativa que el sindicato no termina de asumir”, explica.

“Los sindicatos han perdido aspectos que tenían antes y eso lo han asumido los movimientos populares que se preocupan por los desocupados y no solo de los explotados”.

El 4 de octubre de 2020 publica su tercera encíclica Fratelli tutti sobre la fraternidad y la amistad social contra “el dogma neoliberal”.

La paloma, el cuervo y la gaviota. Como una alegoría de aquel 26 de enero de 2014, cuando al liberar con dos niños desde el balcón sendas palomas blancas, éstas inmediatamente fueron atacadas por un cuervo y una gaviota.

Los gay

Otro tema que le ha generado serios enemigos y críticas de los ultraconservadores es su postura ante las identidades sexuales.

“Si una persona de tendencia homosexual es honesta y busca a Dios, ¿quién soy yo para juzgarla?”, había dicho en su primera declaración sobre el tema de la homosexualidad.

“Cada uno resuelve sus posturas ante el Señor con la fuerza que tenga. Esta es una Iglesia de pecadores. La Iglesia de santos no sé dónde está, acá somos todos pecadores. ¿Y quién soy yo para juzgar a una persona si tiene buena voluntad?, dijo en entrevista reciente con el medio Infobae.

“Creo que hay que ir a lo esencial del evangelio: Jesús llama a todos y cada uno resuelve su relación con Dios como puede o como quiere. A veces (uno) quiere y no puede, pero el Señor espera siempre”, agregó.

Infografías de escándalos de pedofilia de la iglesia católica. (AFP)

Pederastas bajo la sotana

Si hay un tema con el que Francisco se ha mostrado implacable es el de los pedófilos en la Iglesia, que además de su abominable crimen cometen la blasfemia de aprovecharse de la confianza que debe dar la iglesia en su auxilio espiritual.

“El abuso sexual por parte del clero y su encubrimiento por parte de obispos y superiores religiosos ha dejado una herida indeleble en el cuerpo de Cristo, la Iglesia, debido al daño causado a tantas personas”, escribió en un mensaje enviado con ocasión del Congreso latinoamericano que se celebra esta semana en Paraguay.

La semana pasada ocurrió otro escándalo en Polonia, donde en un documental televisivo del periodista Michal Gutowski se dio a conocer una carta del entonces arzobispo de Cracovia Karol Vojtyla (Juan Pablo II), quien encubrió casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes.

Material similar aparece en el libro Máxima culpa del reportero Ekke Overbeek, quien investigó más de diez años en archivos, documentos secretos y entrevistas a las víctimas.

“Hay que situar las cosas en su tiempo. (…) En aquellos tiempos, todo se tapaba. Solo cuando estalló el escándalo de Boston, la Iglesia empezó a mirar el problema”, dijo Francisco en una entrevista con el diario argentino La Nación.

El 11 de julio de 2013, recién asumido su cargo, lanzó la reforma del código penal del Vaticano para luchar contra la pedocriminalidad y la corrupción en la Iglesia y abolió el “secreto pontificio” en el cual se escudaban las autoridades eclesiásticas para no comunicar esos actos.

Infografía del papa Francisco, quien cumple diez años como líder de la Iglesia católica el 13 de marzo de 2023. (AFP por Gal Roma y David Lory.)

Guerra y paz

La guerra es mundial. Me duele la guerra, dice el papa que desde hace un año ha hecho esfuerzos constantes por buscar una solución al conflicto en Ucrania y ha denunciado reiteradamente el comercio de armas.

“Hablé con el embajador ruso, una dignísima persona, excelente. Recibí respuesta a mi pedido de ir a verlo a Putin de parte (Sergéi) Lavrov muy correcta, que sí, cómo no, pero más adelante. Pero con Putin después de la guerra, no. Antes vino tres veces acá. Es una persona culta, muy culta”, explicaba a Infobae.

Luego, en una entrevista del diario argentino La Nación, le insistieron en ese aspecto.

“Putin es un hombre culto. Me visitó tres veces como jefe de Estado, y se puede tener una conversación con él de alto nivel, es un hombre muy culto. La cultura no es una perfección moral, son cosas diferentes”, agregó.

Explicó que la Iglesia está al “servicio de paz, no (proponiendo) un plan. Varios estados están preocupados. Narendra Modi, de India puede llamar a trabajar a los dos”, dijo.

Sin embargo, el pontífice ha expresado su preocupación por la guerra más allá del conflicto ucraniano.

“A nosotros esta guerra nos duele mucho porque la tenemos al lado, pero el mundo está en guerra desde siempre. Al menos desde hace un siglo. Nos olvidamos de Yemen, por ejemplo. Los chicos del Yemen. Nos olvidamos de los rohinyá, Myanmar, todo ese drama de guerra. Nos olvidamos de Goma, al norte del Congo, y Ruanda. Claro, como esta guerra es del barrio de al lado, y la tenemos cerquita, nos llama la atención. Pero no paramos de guerrear”, dijo.

Para la televisión suiza RSI expresó: “En poco más de cien años, hubo tres guerras mundiales: 1914-18, 1939-45 y esta, que es una guerra mundial. Comenzó fragmentada, pero ahora nadie puede decir que no es una guerra mundial”, añadió.

En Ucrania hay “intereses imperiales, no solo del imperio ruso, sino de otras partes. Es propio de un imperio poner a las naciones en segundo plano”, dijo el papa.

“Las grandes potencias están todas unidas. Y el campo de batalla es Ucrania. Todo el mundo lucha”.

Ha defendido el multilateralismo y denunciado sin cese el comercio de armas.

“Cuando un imperio empieza a sentirse débil necesita hacer una guerra para fortalecerse, para vender armas, probar armas nuevas”, denuncia.

“Cualquiera que disminuya el impacto de esta historia y minimice el peligro actual deshonra a aquellos que han sufrido tanto y engaña a aquellos que dicen servir”, afirmó.

Sobre su posibilidad de mediar en el conflicto ha dicho que está dispuesto a ir a Kiev, pero con la condición de ir también a Moscú. “O voy a los dos o no voy a ninguno. Esperemos poder hacerlo”, dijo.

Su salud

La imagen frecuente desde hace meses con enormes dificultades para caminar y luego en silla de ruedas y encorvado, contrasta con la más reciente en las diversas entrevistas que ha ofrecido con motivo de sus diez años de pontificado.

Los rumores de una salud quebrantada y de que quizás ya se deba empezar a buscar un sustituto, se desvanecieron con una figura animada, caminando con seguridad.

“El origen fue que me dolían los tendones, por inflamación, parece, y caminaba mal. Y ese caminar mal rompió un huesito en la rodilla”, explica. Se negó a una operación de rodilla.

“Y el fisioterapista me dice: “No, esto con magnetoterapia, láser y un poco de fisioterapia se puede curar”. Y logró que se soldara el hueso. Ahora estoy rehabilitándome de todo eso, es decir, estirando los tendones, los músculos. El hueso está bien”, expresa con entusiasmo.

Aunque aclara que no es algo que considera, no descarta totalmente la posibilidad de renunciar, en el caso de que sienta que ya no cuenta con las capacidades físicas y mentales para desempeñar sus funciones como pontífice de 1.300 millones de católicos en el mundo.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido