Mundo Kishore Mahbubani

La idea de que pueden controlar a China es una gran ilusión

Es tiempo de que Occidente de la vuelta en u y abandone la idea de que puede seguir dominando el mundo e interviniendo en tantos conflictos.

Es tiempo de que Occidente de la vuelta en u y abandone la idea de que puede seguir dominando el mundo e interviniendo en tantos conflictos.

La recomendación es del singapurense Kishore Mahbubani, destacado académico y diplomático, relativamente poco conocido en este lado del mundo, pero una de las voces más importantes y respetadas cuando habla sobre el reordenamiento del mundo y el papel preponderante de Asia en ese nuevo orden.

Exdecano de la prestigiosa Lee Kuan Yew School, Mahbubani es hoy profesor visitante sénior en el Ash Center de Harvard Kennedy School. Está lejos de ser un defensor a ultranza del régimen chino; su visión es otra.

El orden liberal internacional

En mayo fue invitado a participar en el Munk Debates, en Toronto, una reunión que se realiza cada seis meses y donde destacadas personalidades internacionales discuten aspectos claves del escenario mundial. En mayo el tema fue “¿Es China una amenaza para el orden liberal internacional?”

Al contrario de lo que se podría pensar en un primer momento, su respuesta fue negativa. –¡No. China no amenaza el orden liberal internacional. Lo que China realmente amenaza es el balance global de poder liderado actualmente por Estados Unidos!

Mahbubani planteó algunas de esas ideas en un pequeño pero provocador libro, publicado hace poco más de un año, con el título Has the West Lost It?

¿Ha perdido Occidente su lugar preponderante en el mundo? ¿Es incapaz de comprender los cambios que están ocurriendo en el escenario internacional?

El meollo del problema que enfrenta Occidente –diría– “es que ni los conservadores, ni los liberales, ni la derecha, ni la izquierda, han entendido que la historia cambió de dirección a inicios del siglo XXI. La era del dominio occidental terminó”.

El liberalismo –agregó– “creó una actitud de superioridad intelectual, especialmente de cara al resto del mundo”. “Mientras los liberales norteamericanos crean que tienen la mente más liberal del mundo, no despertarán ni entenderán el cerrado universo mental en que se han encasillado ellos mismos”.

Lo que Mahbubani enfatiza, en sus conferencias y en sus textos, es que solo en los últimos 200 años Occidente asumió un papel preponderante en el escenario internacional. Y es natural que eso llegue a su fin, que China e India vuelvan a asumir ese rol. Como lo recordó, tres de las cuatro principales economías del mundo son asiáticas: las de China, India y Japón. De los 7,5 mil millones de personas que viven en el mundo, solo 12% vive en Occidente.

Malos entendidos

En su opinión, Occidente no ha entendido bien a China. La idea de que la pueden controlar es una ilusión.

Mahbubani recordó las tesis del politólogo norteamericano Francis Fukuyama sobre el “fin de la historia”, que publicó en 1992, luego del fin de la Unión Soviética y del socialismo en el este europeo. Su libro causó en gran daño a la mente de Occidente, estimó.

Contrastó esa idea con la de otro reconocido politólogo, también norteamericano, Samuel Huntington, y su libro “Choque de civilizaciones”, en el que defiende la teoría de que las próximas guerras no serán entre países, sino entre representantes de diferentes culturas. Huntington defiende la idea de Occidente de que existe una civilización universal, que contrasta con el particularismo de la mayor parte de las sociedades asiáticas.

El principal error de los norteamericanos respecto de China –estimó– es no darse cuenta de que el pueblo chino es mucho más libre de lo que les gusta imaginar.

Guerra comercial

En el marco de esos cambios hay por lo menos tres escenarios de confrontaciones más directas entre Estados Unidos y China: una guerra comercial, el ambicioso proyecto de la Franja y la Ruta y la confrontación en el mar del sur de China.

Mahbubani se ha referido recientemente a la guerra comercial declarada por Washington contra Beijing. En su opinión, no se trata estrictamente de una guerra comercial. El objetivo de Estados Unidos sería evitar que la economía china ocupe el lugar que hoy ocupa la norteamericana y que China consolide así su papel de liderazgo en el mundo. “De modo que yo pienso que se trata de mucho más que solo comercio. Es una confrontación geopolítica”, afirmó.

“Si fuera solo una guerra comercial, el problema podría resolverse fácilmente, porque es evidente que China desea una relación constructiva con Estados Unidos”. “Pero si lo que Estados Unidos quiere es escindir las dos economías, entonces se trata de un juego muy distinto”, agregó.

Las tarifas impuestas por Washington a las exportaciones chinas, por más de $300 mil millones en el último año, serían –desde su punto de vista– una respuesta al golpe preventivo que representa el multibillonario proyecto chino de la Franja y la Ruta. Un proyecto que aspira a conectar el país con el resto del mundo mediante una vasta red comercial basada en la construcción de infraestructura terrestre y portuaria, apoyada con importantes recursos financieros, un sistema paralelo al viejo orden internacional creado después de la II Guerra Mundial.

Este proyecto –destacó– beneficiará el crecimiento chino y estrechará los vínculos de sus vecinos con la economía china, con lo que hará más difícil que estos países se sumen a una política de contención contra Beijing.

El escenario militar

Más allá de las reflexiones de Mahbubani, hay otro escenario donde la confrontación entre las dos potencias se expresan más directamente en el plano militar.

Se trata del mar del Sur de China, un escenario conflictivo, que tensa las relaciones de ese país con algunos de sus vecinos, como Vietnam, Filipinas, Malasia o Taiwán por la disputa de islas y arrecifes en varios archipiélagos de esta vasta región.

Estados Unidos tiene en la base de Yokosuka, en Japón, su Fuerza Aérea 70, parte de la Séptima Flota, su mayor comando naval en el mundo, integrado por cerca de 80 navíos, entre ellos el portaaviones Ronald Reagan, que tiene su base permanente ahí.

La flota navega con frecuencia por aguas que China considera parte de su territorio. El último incidente ocurrió el 28 de setiembre, cuando el ministerio de Defensa de China protestó por la presencia del Ronald Reagan en la zona, con una publicación una foto satelital donde se veía el portaviones sin sus escoltas, rodeado a la distancia por seis barcos de guerra chinos.

“El portaaviones norteamericano vino al mar del Sur de China para mostrar músculo y provocar una escalada de la militarización en la zona. Nos oponemos firmemente a esto”, afirmó el portavoz del ministerio, coronel Ren Guoqiang. ”Instamos a los Estados Unidos a respetar las preocupaciones de seguridad de los países de la región y a hacer contribuciones positivas a la paz y la estabilidad del mar del Sur de China”, afirmó.

Mahbubani hace referencia al comportamiento militar de ambas potencias, cuando recuerda que China es la única gran potencia mundial que no ha participado en ninguna guerra en los últimos 40 años y que no ha disparado un solo tiro contra otras naciones en los últimos 30 años. Como contraste, recordó, solo en el último año de la administración Obama, Estados Unidos dejó caer 26 mil bombas sobre siete países.

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