Mundo

La Constituyente del domingo como encrucijada de la política venezolana

Tres caminos parten de la encrucijada del próximo domingo 30 de julio, en la que los venezolanos deberán acudir a las urnas para la elección

Tres caminos parten de la encrucijada del próximo domingo 30 de julio, en la que los venezolanos deberán acudir a las urnas para la elección de una Asamblea Nacional Constituyente.

Dos caminos están claros y medios de prensa lo han resumido así: “Venezuela entra mañana en la última semana antes de la elección de la Constituyente, con la oposición decidida a detenerla con una agresiva campaña de protestas y desobediencia civil y el chavismo gobernante preparando a sus bases para la jornada de votación”.

Una imagen repetida en las manifestaciones que se reivindican como pacíficas en Venezuela. Barricadas en llamas en una de las protestas de la oposición.

El tercero, conformado por disidentes de ambos grupos, tiene como uno de los portavoces más conocidos a Edgardo Lander, integrante de la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución, profesor jubilado de la Universidad Central de Venezuela y miembro del Grupo de Trabajo Permanente de la Fundación Rosa Luxemburgo, en Quito.

Para Lander, el país se encuentra “en un escenario donde manifestaciones pacíficas están siendo reprimidas por un gobierno crecientemente autoritario. Pero sabemos también que están en juego acá intereses y la geopolítica en la que se inserta el Gobierno venezolano, sin la cual es imposible entender nada de lo que ocurre en el país”.

La “hora cero” de la oposición

Los tres sectores perciben la Asamblea Constituyente como el centro de su lucha. La oposición, agrupada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) convocó a su propio plebiscito dos semanas antes. El domingo 16 instaló urnas donde los electores eran llamados a votar contra la constituyente.

Sin que la cifra pudiera ser comprobadas por medio alguno, señalaron que poco más de 7,5 millones de personas se habían manifestado. Los votos fueron rápidamente quemados, una vez anunciado el resultado.

Fue el inicio de la “hora 0”, un plan para conformar un gobierno paralelo, cuya siguiente medida de presión fue la convocatoria de un paro general, el jueves 20 de julio. Un “éxito”, según los convocantes, un “fracaso” según el Gobierno. El miércoles, la MUD había un plan de gobierno, al que llamaron “Acuerdo de gobernabilidad”, firmado por 21 organizaciones políticas; el viernes, nombraron nuevos magistrados, integrantes del Tribunal Supremo. Una medida que el Gobierno no reconoce.

El primer vicepresidente del Parlamento y nueva estrella política de la oposición, Freddy Guevara, anunció la intención de incrementar las protestas esta semana, antes de la elección constituyente.

Para la oposición, la alternativa es el retiro de la constituyente, como condición para iniciar un diálogo con el Gobierno, o la escalada de las manifestaciones y la violencia.

“Si el régimen insiste en desconocer la decisión de los venezolanos, haremos todo para hacer respetar su soberanía”, dijo Guevara al leer un comunicado, mientras anunciaba una “escalada definitiva” para esta semana.

La ofensiva interna cuenta con apoyo externo. El presidente estadounidense Donald Trump ha anunciado su intención de aplicar nuevas sanciones a Venezuela si se lleva a cabo la elección constituyente.

El Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro, presentó el pasado 19 de julio su tercer informe sobre la situación venezolana, transformada en su tema político central y casi único, desde que asumió su cargo al frente de la institución hemisférica.

Otros dos informes ya habían sido presentados en junio del 2016 y en mayo del 2017. Ahora, Almagro pide, como primer punto, la suspensión inmediata del proceso de Asamblea Nacional Constituyente.

El Secretario de la OEA se mostró también partidario de la política de sanciones contra Venezuela, sugirió que, sin dejar de lado la idea de la administración Trump, de aplicar un bloqueo petrolero a Venezuela, la prioridad debe ser “sanciones específicas” contra algunas autoridades, algo que estimó muy eficaz.

Almagro había testificado ante el subcomité para América Latina del Senado norteamericano el miércoles, donde afirmó que el Gobierno venezolano estaba conformado por “una estructura de narcotráfico”, y que es un país donde “actualmente hay cerca de 15 mil cubanos” que, en su opinión, actúan como un ejército de ocupación en ese país. Tema particularmente sensible para el Congreso norteamericano.

El papel de Cuba en ese escenario fue retomado por el canciller mexicano durante la administración de Vicente Fox, Jorge Castañeda.

En un artículo publicado en el diario español El País, Castañeda afirmó que solo Cuba puede hacer cambiar de criterios al Gobierno venezolano y que solo Estados Unidos puede ofrecer a Cuba beneficios capaces de hacer revisar la política de La Habana hacia Caracas.

Al mismo tiempo, Fox y otros cuatro expresidentes, representantes de las posiciones más conservadoras en América Latina, visitaban la capital venezolana para apoyar la consulta de la oposición contra la Constituyente.

En el escenario internacional se destacó también la reunión del Mercosur, en Mendoza, Argentina, el pasado 21 de julio, en la que se dejó abierta la posibilidad de expulsar a Venezuela de la institución si se avanza en el proyecto de reforma de la Constitución.

En una declaración emitida al concluir la reunión, los cuatro países fundadores del Mercosur –Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay– exhortaron al Gobierno y a la oposición en Venezuela a no llevar a cabo ninguna medida que pueda dividir aún más a la sociedad venezolana o agravar los conflictos institucionales.

Optimismo de Maduro

Para el Gobierno, la convocatoria a la constituyente es la salida para detener el conflicto a lograr la paz social en Venezuela.

El presidente Nicolás Maduro reiteró, la semana pasada, su convicción de que la constituyente va a “poner orden en este país”. “Necesitamos una Constituyente que ponga orden y reestructure las bases del encuentro entre los venezolanos”, dijo durante un Consejo de Economía Productiva celebrado en la sede de la petrolera venezolana Pdvesa.

Ahí, el vicepresidente ejecutivo, Tareck El Aissami, precisó que “el Jefe de Estado ha venido preparándonos para emprender una nueva etapa pospetrolera y postentista hacia una nueva etapa diversificada y productiva”, para la que se estipularon seis objetivos.

Entre ellos: terminar con la dependencia petrolera de la economía del país; producir lo necesario para satisfacer las necesidades de desarrollo del país; desarrollar una economía exportadora, con el apoyo de Rusia, China e India; y atacar la inflación.

Para el presidente Maduro, Venezuela va a “asombrar el mundo con su nuevo modelo económico”.

En el éxito de esa tarea estaría, ciertamente, cualquier posibilidad de recuperación del apoyo popular que ha perdido la revolución bolivariana.

La base del debilitamiento del Gobierno es la crisis económica en que se ha hundido Venezuela y que afecta, sobre todo, a los sectores populares.

En artículo publicado en Le Monde Diplomatique, el analista Pablo Stefanoni destacó que “la Venezuela actual combina una serie de crisis superpuestas difíciles de revertir”.

Entre ellas citó la caída del Producto Interno Bruto (PBI) de aproximadamente 7,4% este año, según el Fondo Monetario Internacional, “lo que se suma a un retroceso del 18% en 2016”.

La inflación “ronda el 800% (no hay cifras oficiales actualizadas).

El coctel de inflación descontrolada y recesión neutralizó los avances en la reducción de la pobreza, en un contexto de desabastecimiento de productos con precios regulados y una brutal crisis del sistema de salud. Esto tuvo un efecto desorganizador en los barrios populares, donde además de hacer colas, muchos comenzaron a dedicarse al bachaqueo (reventa en el mercado negro de productos racionados)”.

El caos económico alimenta la corrupción, dice Stefanoni, con especulación con los tipos de cambio “que van de diez bolívares por dólar (el administrado para importaciones de medicamentos o alimentos básicos), a algo más de 700 en el Sistema Marginal de Divisas, y a más de 5.000 bolívares en el mercado del paralelo”.

Pese a esta situación, los habitantes de los barrios populares “no bajaron de las laderas”. Si eso ocurriera –dice Stefanoni– “podría volver insostenible la presidencia de Maduro”.

La Asamblea Constituyente que se elegirá el domingo estará conformada por una representación de naturaleza territorial y otra de carácter corporativo.

Esta Constituyente, dijo el analista mexicano Gilberto López y Rivas, “se elegirá por el voto universal, directo y secreto, y será una Constituyente ciudadana, popular, cultural, económica, sectorial y territorial. Además de los elegidos por la adscripción territorial, se convocará a ocho sectores: clase obrera, campesinos, comuneros, estudiantes, pensionados, empresarios patriotas, pueblos indígenas y personas con discapacidad”.

Para López y Rivas, el expresidente Hugo Chávez “fue un gran estratega de la lucha de clases”. “Ante cada ofensiva de la derecha, incluyendo las huelgas petroleras, el golpe de Estado, el uso de la violencia y la subversión, él respondió con una radicalización de la revolución.

Esto es fundamental. Hay quien piensa que, al conciliar con la derecha y el imperialismo, se logra la estabilización del gobierno revolucionario; ¡todo lo contrario!, es la manera de desestabilizarlo”, afirmó, en una conferencia impartida en la Universidad Obrera, en la capital mexicana, el pasado 20 de julio.

En un escenario que parece confluir hacia una encrucijada decisiva, Maduro asegura que “el Gobierno mantiene una “regular conversación” con la oposición aunque “a ellos les da pena decirlo”. El presidente no quiso dar detalles sobre esos contactos, ni referirse a quienes son los dirigentes con quienes conversa.

Una tercera vía

La tercera vía es la que parece agrupar disidentes de ambos grupos; Edgardo Lander es un reconocido representante de ese sector.
Para Lander, el Gobierno, por un lado, es responsable de “crímenes de lesa humanidad”, mientras que por otro, sectores radicales de la derecha “no quisieran que esta experiencia del chavismo terminase simplemente como una derrota electoral. Este sector requiere aplastamiento, exterminio”. Esto, en todo caso, “no es unánime”, afirma.

Hay gente de la MUD que asegura estar siendo empujada y chantajeada por estos sectores y por la política de Estados Unidos, y que no encuentran cómo desprenderse de ese chantaje. Pero también del lado del Gobierno empieza ese resquebrajamiento, dice Lander.

En su opinión, “los diversos grupos y personas que nos hemos autoconvocado compartimos que esa polarización no representa a todo el país, ni siquiera a la mayoría del país”.

Pero esa otra postura, agrega, “no es simplemente una posición intermedia, una cosa blandengue, que no es un centro político, sino que es amplio sector muy diverso de la sociedad”.

Y enfatiza: Insistimos en la idea de la importancia de las reglas del juego. “Las reglas del juego que votamos los venezolanos cuando nos dimos la Constituyente del 99. El cambio de estas reglas de juego, de donde venga provoca más violencia”, razón por la que propone evitar la celebración de la constituyente que, asegura, podría crear una situación nueva, en la que “la posibilidad de plantear democráticamente opciones va a estar absolutamente negada”.

Stefanoni había afirmado que organizaciones como “Marea Socialista” o “Provea”, que se reivindica como una ONG de derechos humanos buscaban encarnar una posición autónoma respecto del Gobierno y de la oposición.

“La iniciativa de la Constituyente ‘comunal’ –la mitad de cuyos 500 integrantes sería elegida por comunas, sindicatos y otras organizaciones de masas– no parece contribuir a transitar el camino de la normalización”, estimó.

“Si bien la convocatoria es legal, el carácter ‘corporativo’ de su integración, o de parte de la misma, no está previsto por la institucionalidad vigente”.

Solo se entiende si se miran los problemas globales…

En medio de una crisis de esta envergadura, cercado por un escenario regional conservador y cada vez más amenazador, ¿cómo se sostiene Maduro? Es lo que se preguntaban Max Fisher y Amanda Taub, en un artículo publicado en The New York Times en mayo pasado.

El economista argentino Julio Gambina, luego de participar en el Congreso de la Sociedad de Economía Política de Brasil, dijo que no se puede entender la crisis del país si no se miran los problemas mundiales.

Parece evidente que tanto en Venezuela como en Brasil la crisis se prolonga porque, ante el impasse que enfrentan los gobiernos progresistas, no se ofrecen más soluciones que las de un experimento que nos ha llevado a otra encrucijada: el de los modelos neoliberales.

En la encrucijada, todos parecen tener miedo: unos, de seguir adelante; otros, de volver atrás.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido