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Haddad reemplaza a Lula como candidato presidencial del PT en Brasil

"Es hora de salir a la calle con la cabeza alta y de ganar esta elección", dijo el nuevo candidato a la presidencia brasileña.

Curitiba, Brasil. El encarcelado expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva delegó el martes su puesto como candidato a las elecciones de octubre en su compañero de fórmula Fernando Haddad, ante la imposibilidad legal de mantenerse en carrera.

Y lo hizo a su estilo: con una emotiva carta que ponía fin a días de tensiones sobre el futuro de su Partido de los Trabajadores (PT) y con su cúpula reunida a las puertas de la prisión donde el patriarca de la izquierda purga una pena de doce años y un mes por corrupción y lavado de dinero.

“Quiero pedir, de todo corazón, a todos los que votarían por mí que voten por el compañero Fernando Haddad para presidente de la República”, afirmó el texto del exmandatario, leído ante varios centenares de militantes delante de la cárcel de Curitiba (sur) donde está recluido desde el 7 de abril.

El Tribunal Superior Electoral (TSE) invalidó el 1º de septiembre la candidatura de Lula, de 72 años, a causa de su situación judicial, y emplazó al PT a designarle un reemplazante antes de este martes a las 19 horas locales, so pena de quedar excluido de los comicios del 7 de octubre.

“Frente a esas circunstancias tengo que tomar una decisión, en el plazo impuesto de forma arbitraria”, explicó Lula en su misiva, decisión que sus simpatizantes respaldaron al grito de “Brasil urgente, Haddad presidente”.

 “Cabeza alta”

Horas antes, la ejecutiva nacional del PT ratificó las instrucciones que había dejado el líder a su sustituto la víspera, cuando pasaron casi seis horas reunidos en la prisión.

Haddad, que como abogado de Lula puede visitarle con más frecuencia, volvió a verle el martes en dos ocasiones, hasta poco después de las 17 horas.

Fue entonces cuando salió del edificio de la Policía Federal –donde Lula ocupa una celda de 15 metros cuadrados en el cuarto piso– y habló por primera vez como candidato oficial del PT.

“Es hora de salir a la calle con la cabeza alta y de ganar esta elección”, lanzó tras lamentar la ausencia de Lula.

Haddad, excalde de Sao Paulo y exministro de Educación, de 55 años, estará acompañado en la fórmula por la diputada Manuela D’Ávila, de 37 años, del Partido Comunista do Brasil (PCdoB).

“Es una tarea monumental la que tenemos por delante”, reconoció flanqueado por su compañera de fórmula y por pesos pesados del partido, como la expresidenta Dilma Rousseff, destituida en 2016 por el Congreso.

Lula, identificado con los programas sociales que durante sus dos gobiernos permitieron sacar de la pobreza extrema a millones de brasileños, era el gran favorito en los sondeos.

Su intención de voto subió incluso después de ser condenado como propietario de un apartamento en el litoral paulista, ofrecido por una gran constructora a cambio de su mediación para obtener contratos en Petrobras.

El exlíder sindical, objeto de otros cinco procesos, se declara inocente en todos y denuncia un acoso judicial y mediático para impedir que el PT vuelva al poder.

Su formación ganó las últimas cuatro elecciones presidenciales, dos con Lula (2002 y 2006) y dos con Rousseff (2010 y 2014).

Contrarreloj

Habrá que ver ahora si Lula consigue traspasar en menos de cuatro semanas de campaña su prestigio a Haddad, prácticamente un desconocido en bastiones del “lulismo”, sobre todo en el paupérrimo nordeste, donde también tiene su feudo el candidato de centroizquierda Ciro Gomes.

“A Haddad le espera una tarea inmensa, es correr un sprint cuesta arriba. A Haddad se lo conoce muy poco fuera de lo que es el sudeste. Naturalmente el problema de Haddad ahora es quitarle votos a Ciro Gomes, que se viene consolidando como candidato de izquierda en el nordeste, el tercer colegio electoral del país”, dijo a la AFP el analista Matías Spektor, profesor de la Fundación Getúlio Vargas (FGV).

El delfín recibió una señal alentadora el lunes, con la publicación de un sondeo Datafolha que le da 9% de intenciones de voto, cinco puntos más que en agosto, cuando el TSE todavía no había invalidado la candidatura de Lula.

Ese porcentaje lo sitúa en el pelotón de aspirantes a disputar la segunda vuelta, de acuerdo con esa encuesta, que sitúa en primer lugar al diputado ultraderechista Jair Bolsonaro (24%), convaleciente en un hospital de Sao Paulo de una puñalada en el abdomen recibida el 6 de septiembre, durante un mitin en Minas Gerais. Ciro Gomes, un exministro de Lula, está en segundo lugar, con 13%.

Las incertidumbres electorales, así como el afianzamiento de Gomes y el despunte de Haddad –dos candidatos con posiciones económicas heterodoxas– fueron mal recibidas por los inversores, que llevaron a la Bolsa de Sao Paulo a cerrar este miércoles con una caída del 2,33%. El real se depreció por su lado casi un 2% ante el dólar y se negociaba a 4,176 unidades por billete verde.


La hora de Fernando Haddad, el plan B de Lula

Rosa Sulleiro, AFP

Fernando Haddad escuchó en tercera fila el histórico discurso con el que Lula se despidió horas antes de entrar a prisión, en abril. Ni los mayores elogios, ni los agradecimientos más sentidos fueron para él, pero a partir de este martes el correcto exalcalde de Sao Paulo tiene ante sí el reto más delicado: sustituir al líder.

Casi al filo del plazo dado por la justicia electoral, Lula (2003-2010) dio luz verde para que quien fuera su ministro de Educación en los años dorados de sus gobiernos asuma una misión que muchos ven casi imposible.

Ni la cárcel, ni los escándalos que detonaron a su Partido de los Trabajadores (PT) o la crisis económica bajaron al patriarca de la izquierda del primer puesto de los sondeos.

Pero el medido Haddad, un abogado y exprofesor universitario de 55 años criado en Sao Paulo, no es Lula, y ahí están las encuestas para recordárselo. Pese a haber mejorado, solo un 9% de los electores le eligen por el momento como su candidato, según el sondeo Datafolha publicado el lunes. Y apenas le quedan cuatro semanas para convencerles.

Carrera

No es la primera vez que este descendiente de libaneses, que asegura haber aprendido tanto de la vida en la tienda de telas de su padre como en la universidad, arranca mal una elección. Su perfil no era el más cotizado cuando se planteó competir por la alcaldía de Sao Paulo en 2012, y acabó ganando.

Aquellos, sin embargo, eran otros tiempos. Los del inicio del gobierno de Dilma Rousseff (2011-2016), todavía bajo los destellos de aquel Brasil que se comía el mundo de la mano de Lula y que parecía no tener techo.

Pero lo tuvo y el propio Haddad sufrió el golpe en su despacho del corazón financiero de Sao Paulo, del que tuvo que salir cabizbajo en 2016 tras la humillante derrota en las municipales ante el empresario liberal Joao Doria.

Muy criticado tras las manifestaciones de 2013 desencadenadas por el alza de los transportes, cayó en la primera vuelta, dejando otro doloroso revés para el PT pocos meses después de la destitución de Rousseff. Aunque siempre supo que regresaría a la primera línea.

“No soy una persona ansiosa, espero que las cosas pasen para tomar decisiones. Soy un ser político, en el sentido de ser participativo de la vida pública, desde los tiempos de la facultad”, afirmó en diciembre de 2016, cuestionado por el diario El País sobre una posible candidatura nacional.


 

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