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FMI aboga por medidas de contención social en Latinoamérica

La pandemia, la guerra y el hambre, como si se tratara de una evocación de los jinetes apocalípticos, la tercera década del siglo XXI inició con oscuro pronóstico, que se ensaña con los más vulnerables y obliga a los gobiernos y organismos internacionales a abandonar el fundamentalismo neoliberal y asumir políticas económicas de rostro social.

La guerra en Ucrania y las sanciones de Occidente contra Rusia dispararon una crisis económica mundial cuyos primeros efectos se vieron en cuestión de semanas en los sectores de alimentos y combustibles, mientras los índices inflacionarios en todo el mundo alcanzan cifras no vistas en cuatro décadas.

Como consecuencia de políticas de ajus te fiscal, las políticas salariales no pueden compensar el crecimiento
acelerado en los precios
Las proyecciones de crecimiento del FMI s e vieron alteradas sensiblemente por la guerra en U crania y las sanciones
de Occidente contra Rusia.

En América Latina, los especialistas del Fondo Monetario Internacional advierten de la necesidad urgente de planes que contengan el impacto en los sectores más vulnerables y evitar una inminente tensión social.

El martes 26 de abril, Ilan Goldfajn, director del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI) y expresidente del banco central de Brasil; Jorge Roldos, asistente de dirección; y Santiago Acosta-Ormaechea, economista senior del departamento, dieron a conocer las serias preocupaciones del FMI respecto de la forma en que inflación acecha a América Latina.

El impacto se siente ahora a través de la subida de precios, que obliga a los países a adoptar medidas “para amortiguar el golpe sobre los más vulnerables y contener los riesgos de tensión social”, FMI.

La guerra en Ucrania “está convulsionando a la economía mundial y elevando la incertidumbre en torno a las perspectivas de América Latina y el Caribe”, indicaron los especialistas.

El impacto se siente ahora a través de la subida de precios, que obliga a los países a adoptar medidas “para amortiguar el golpe sobre los más vulnerables y contener los riesgos de tensión social”.

Los autores abogan por proteger “el gasto en programas sociales, salud, educación e inversión pública”, al tiempo que “se implementan reformas tributarias” que van desde “la reducción de impuestos y aranceles de importación hasta límites de precios o transferencias sociales”.

Cerca del 40% de los países han introducido nuevas medidas, sobre todo por el lado de los impuestos, “con un costo fiscal medio estimado equivalente al 0,3% del Producto Interno Bruto”, señalan.

Pandemia

En los dos años anteriores, la pandemia había causado una importante desaceleración de las economías y puso en evidencia los problemas estructurales que implica la desigualdad, pues los más vulnerables sufrieron las peores consecuencias.

América Latina fue una de las regiones más golpeadas por la pandemia, Perú, por ejemplo, tiene el índice más alto del mundo de muertos por cien mil habitantes.

Las medidas restrictivas aplicadas por los gobiernos para contener el contagio de COVID-19 provocó una paralización en las economías en general; muchas actividades económicas asociadas al turismo cayeron a cero, el sector comercial se frenó drásticamente igual que servicios.

Se preveía que América Latina creciera apenas 2,2 % este año, uno de los indicadores más bajos del mundo, pero los nuevos indicadores presentan una cifra aún menor.

Un informe presentado a inicios del año por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pronosticó las proyecciones económicas para la región al 2,1% a partir de varios indicadores clave en el desarrollo, pero el 27 de abril, en un nuevo informe redujo el estimado a 1,8%.

Al inicio de 2022, la primera gestión de los organismos financieros internacionales era promover una reactivación de las economías, sin embargo, el conflicto en Ucrania alteró todos los planes y proyecciones.

Aunque con un crecimiento leve pero sostenido desde antes de la pandemia, para finales de 2021 la inflación promedio de precios al consumidor en la región se había prácticamente duplicado, al pasar de un promedio de 4 % a 7 % entre 2015 y 2019.

Al inicio de 2022, el alza en el precio de las materias primas y las interrupciones en las cadenas de suministro global eran las causas principales del incremento, pero con la guerra en Ucrania, en dos meses, alimentos, fertilizantes y combustibles se dispararon y las proyecciones inflacionarias son difíciles de establecer, aunque suponen efectos dramáticos para los sectores más vulnerables si no se toman medidas inmediatas, aseguran los especialistas.

Inflación

La inflación pasó de ser una seria amenaza a ser una agobiante realidad.

El economista Pierre-Olivier Gourinchas, del FMI, considera que la situación de inflación al alza con indicadores no vistos en cuatro décadas —tanto en economías desarrolladas como las de Estados Unidos y la Unión Europea, y en los países pobres— genera una doble preocupación, porque las proyecciones de crecimiento más altas estarán en un promedio del 3,6 % hasta 2023.

La pobreza en América Latina, que durante la pandemia llegó a 26.5%, en los primeros meses de este año podría haber superado ese índice.

“El desafío más importante en este momento es la inflación. La inflación está muy por encima del objetivo en la mayoría de los países del mundo y los bancos centrales tienen que actuar agresivamente para que la inflación vuelva al objetivo (…) hay una expectativa gradual de que la inflación regrese a la meta en la mayoría de los países”, dijo Tobías Adrián al presentar del Informe de Estabilidad Financiera Global del FMI.

Pero dentro del mismo organismo también hay preocupaciones de que esas medidas resulten contraproducentes.

“En el contexto de mercados laborales ajustados, aumenta el riesgo de que las expectativas de inflación se alejen de las metas de inflación del banco central, lo que provocaría una respuesta de ajuste más agresiva por parte de las autoridades. Además, los aumentos en los precios de los alimentos y los combustibles también pueden aumentar significativamente la perspectiva de disturbios sociales en los países más pobres”, explicó por su parte Gourinchas, en la presentación del informe Perspectivas de la economía global.

En este momento, las personas en América Latina y el Caribe ven cómo el precio de los alimentos y los combustibles se disparan, mientras que los salarios en general permanecen por debajo de sus niveles prepandémicos.

Desigualdad

Una preocupación adicional importante es la desigualdad. Los pobres suelen ser los más golpeados por la inflación, mientras que las familias con más recursos tienen varios instrumentos a disposición para evitar lo peor de este impacto. Es por esto que la inflación probablemente agrave la desigualdad. Según algunos indicadores, América Latina ya es la región más desigual del mundo. Desafortunadamente, el alza de precios que estamos observando podría exacerbar esta situación, empeorando las tensiones sociales existentes, advertía el informe del FMI.

Tradicionalmente los organismos financieros aplican políticas de ajuste muy fuertes tendentes a reducir lo que consideran “gasto público” con “balances más saludables”, pero la crisis actual y las desigualdades que, como mostró la pandemia, terminan afectando la sociedad en su conjunto, los han llevado a replantearse algunas de esas posturas.

Las flexibilizaciones que muestra el FMI en sus recientes reuniones con los gobiernos latinoamericanos apuntan una preocupación muy clara y es el riesgo de inestabilidad social que parece inminente.

En este momento, las personas en América Latina y el Caribe ven cómo el precio de los alimentos y los combustibles se dispara, mientras que los salarios en general permanecen por debajo de sus niveles prepandémicos.

Endeudamiento

Uno de los mayores reclamos de los organismos financieros internacionales a los países latinoamericanos es su deficiente administración fiscal. Las políticas para impulsar el desarrollo económico suelen ser fallidas. Por un lado, muchas veces responden a determinados intereses económicos poderosos que reclaman del Estado beneficios y exoneraciones para estimular a algunos sectores. Otras veces, es la corrupción, que asalta las arcas estatales impunemente. Las políticas fiscales suelen responder a cálculos políticos y van sumergiendo las economías nacionales en una peligrosa espiral de endeudamiento que compromete la estabilidad. Los gobiernos se endeudan, pero son los más pobres quienes sufren las consecuencias.

Por otra parte, la doctrina neoliberal que se aplicó en las mayorías de los gobiernos latinoamericanos, precisamente, impulsada por los organismos financieros internacionales, debilitó los Estados, de manera que recuperar y sanar el tejido social resulta cada vez más costoso y somete a los gobiernos a un estrés permanente que complica aún más hallar y aplicar propuestas viables y sostenibles.

Aunque la mano de hierro sigue primando, el nuevo rostro humano que presenta el FMI en América Latina es el resultado de una preocupación muy real: un estallido social generalizado que puede precipitar una crisis de consecuencias regionales aún no claras.

En Centroamérica, mientras el nuevo gobierno izquierdista de Xiomara Castro en Honduras sostuvo una reunión satisfactoria con el FMI, que estuvo de acuerdo en apoyar su visión social y “el fortalecimiento de las instituciones públicas y el desarrollo económico”, en El Salvador, las políticas de apertura al Bitcoin por parte del gobierno de Nayib Bukele estancaron las negociaciones de un acuerdo de deuda que sobrepasa el 80 % del Producto Interno Bruto (PIB).

El reacomodo geopolítico mundial a raíz de la guerra en Ucrania y los efectos de ese conflicto en América Latina parecen urgir a los gobiernos de la región a una acción política más integral que les permita convertir el desafío de la crisis en una oportunidad.

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