Mundo Visita a Chile y Perú

En el espejo del Papa se refleja la desdibujada imagen de América Latina

El Papa Francisco arribó a un país --Chile-- donde ya no gobierna Pinochet, pero que sufre en muchos aspectos, las consecuencias de aquella dictadura.

Un Papa que lidera la aceptación en el concierto internacional, según evaluaciones de Gallup International hechas en 55 países. Está por encima de la alemana Angela Merkel o del francés Emanuel Macron: casi 75% de aprobación, contra 49% y 45%, respectivamente. Una popularidad y un carisma que, sin embargo, no logró superar la imagen institucional negativa de la iglesia y del episcopado chileno, en opinión de Washington Uranga, corresponsal del diario argentino Página 12.

Cuando el papa Juan Pablo II visitó Chile, hace poco más de 30 años, la iglesia católica gozaba de un gran prestigio: “Era un factor de contrapeso a la dictadura de Augusto Pinochet”, recuerdan quienes acompañaron esa visita. Era entonces un Papa muy conservador, con una iglesia que, en Chile, había asumido un papel decisivo en la resistencia a la dictadura.

La iglesia y el país

Hoy es al revés. El Papa llegó a un país donde ya no gobierna Pinochet, pero que vive las muchas consecuencias de la dictadura.

Mariano Puga, jesuita, conocido en Chile como el “cura obrero”, expárroco de barriadas muy populares como Villa Francia y La Legua, fue una voz muy consultada por los medios que querían valorar la visita de Francisco.

Puga habló del Papa, pero habló también de Chile. “En Chile hay mil familias que ganan 500 millones de pesos al mes y hay dos millones de familias que ganan 300 mil pesos mensuales (cerca de ₵285.000). Nada ha cambiado sustancialmente”, dijo. “Han pasado más de dos mil años de evolución científica, técnica, y el 1% del país consume el 40% del PIB de Chile. El evangelio de Jesús es taxativo; dice que no se puede servir a Dios y al dinero”, agregó.

Su opinión sobre el país es desastrosa, pero sobre el Papa es positiva. Francisco “es un Papa que, por primera vez, uno puede tomar una carta suya, leerla entre los pobres y ellos la entienden”. Y cuando le preguntaron por qué no se transmite esta imagen del Papa, apuntó hacia la iglesia chilena: “Los culpables son los obispos y nosotros, los curas, por no transmitir lo que el Papa dice y hace”.

En opinión de la periodista Ángela Suárez, la crisis por la que atraviesa la iglesia chilena “no puede entenderse sin las múltiples denuncias de abusos sexuales que involucran por lo menos a 80 sacerdotes y religiosos, y que no han cesado, pese a que Bergoglio se presente en el país”.

La visita no ayudó a avanzar en la solución de este problema, presente durante toda la gira, pero relativamente contenido; explotó en el último momento, poco antes de que el Papa abandonara el país, rumbo al Perú.

El incidente fue relatado por el periodista Christian Palma, también de Página 12. Como es su estilo, dijo Palma, “Jorge Mario Bergoglio se salió del protocolo y fue a saludar a los fieles que llegaron para presenciar la misa”, en la norteña ciudad de Iquique. En ese momento, fue abordado por la prensa que le consultó por el obispo de Osorno, Juan Barros, que ha estado en el centro del debate sobre los abusos del sacerdote Fernando Karadima, suspendido de por vida por abusos sexuales cometidos, del cual ha sido muy cercano.

Barros está acusado de haber encubierto esos abusos, de conocerlos sin haberlos denunciado nunca, de haber tratado de blindar a Karadima ante el Vaticano. Pese a todo, Francisco lo nombró obispo de la ciudad de Osorno, en el sur del país.

Consultado por la prensa, ya alistándose para volar a Perú, el Papa respondió: “Son calumnias. No ha visto ninguna prueba que lo acuse. Preséntenme las pruebas y entonces hablamos”.

Tres víctimas de Karadima –Juan Carlos Cruz, José Andrés Murillo y James Hamilton- salieron a responder con indignación.

“Hoy el Papa llama calumnias a nuestras afirmaciones de encubrimiento. Esto es grave y no podemos aceptarlo; Él sabía de los abusos, pese a ello nunca denunció”, dijo Murillo.

Lo que dijo el Papa “es de extrema gravedad”, agregó Hamilton. ”Revela un rostro desconocido del pontífice y de gran parte de la jerarquía chilena (…) Lo que ha hecho el Papa hoy es ofensivo y es doloroso. Y no solo con nosotros, sino contra todos quienes luchan por crear contextos menos abusivos y más éticos en lugares como la Iglesia Católica”.

El periodista Jorge Andrés Richard, a quien la presidente Bachelet propuso hace unos meses para integrar el directorio de la televisión nacional, se lamentó: “Qué error más grande del Papa, defender tan vehementemente a Juan Barros… y tratar de calumniadores a las víctimas. El Obispo Barros se ha reído de todo Chile. Nefasto”.

Balance negativo

Lo cierto es que el balance de la gira no fue positivo. Los diarios argentinos la siguieron de cerca. Sergio Rubin, del oficialista Clarín, de Buenos Aires, la calificó de “la peor” de los cinco años de pontificado de Bergoglio.

En Argentina, el oficialismo miró desde el inicio con cierta distancia la visita del Papa a Chile y Perú. Las “ausencias” fueron un aspecto destacado de esta gira; fueron por lo menos tres. La primera fue la del presidente electo chileno, el conservador Sebastián Piñera. Pese a que había expresado su deseo de reunirse con el Papa, no hubo espacio para él en la agenda del pontífice. Lo vio dos veces. La primera en una cita con personalidades en La Moneda, sede del Gobierno chileno. Piñera estaba entre los asistentes, a los que Bergoglio fue saludando, de uno en uno. Un apretón de mano y un regalito. Dos o tres puestos más allá estaba el expresidente Ricardo Lagos. El tratamiento fue distinto y toda la prensa la destacó. Un apretón de manos caluroso, un intercambio de palabras, que dejaron en evidencia el tratamiento tan diferente para uno y otro.

La segunda vez que se encontraron fue en la Universidad Católica y, de nuevo, Piñera participó como uno más entre los asistentes. Ningún encuentro privado, como había solicitado el presidente electo, que asumirá el cargo dentro de mes y medio.

Pero hubo otras ausencias destacadas, que reflejan este rostro turbio de América Latina. No pasó desapercibido en Argentina el sobrevuelo del Papa sobre el territorio de su país, en el que no hizo una escala. El presidente Mauricio Macri tampoco fue invitado por su colega chilena. La justificación fue que no se invitó a ningún presidente.

“Que el Papa Francisco no haya querido visitar Argentina, ni al presidente y empresario Mauricio Macri, y que en Chile haya optado por venir al término del Gobierno de Bachelet, y no al inicio del mandato de Piñera, se podría explicar por este discurso crítico al neoliberalismo”, expresó Ángela Suárez.

El otro ausente de la gira fue Brasil, que atraviesa una profunda crisis política, con un presidente desprestigiado luego del golpe que destituyó a la presidente Dilma Rousseff.

El excanciller brasileño, Celso Amorim, expresó sus simpatías por el Papa. “Creo que él y el Vaticano al definir sus movimientos en América Latina tienen una clara noción de la ilegitimidad de este Gobierno, de la repulsa internacional que tienen las autoridades brasileñas”.

La política en Chile y Perú

La visita del Papa contribuyó a poner en segundo plano otro aspecto que tensa la política chilena y que Anonymous Chile señaló el 18 de enero pasado. Ayer, mientras todos andaban detrás del Papa, dijo Anonymous, el Gobierno le entregó a SQM, una empresa vinculada a recientes escándalos de financiamiento político, “la explotación del litio hasta el 2030. Lo que pudo ser un enorme aval para el desarrollo de Chile, queda en manos de privados. Así es como regala el Estado los recursos naturales, una de las reservas más grandes del planeta y el Gobierno no es capaz de defenderlo; mientras, en Bolivia la nacionalización del litio, pone al vecino país a la cabeza de la regulación del precio en el mercado”.

Tensiones políticas se viven también en Perú, donde Francisco terminó su gira por América Latina. Roger Hernández, del diario El Comercio”, de Lima, se preguntó hasta dónde influye la visita del papa Francisco en el plano político peruano. En un ambiente atiborrado de investigaciones por presuntos casos de corrupción y enfrentamientos entre el Ejecutivo y la oposición, afirmó, “hay quienes han sostenido que la visita del Papa al Perú podría generar una breve tregua en un clima lleno de crispaciones”.

En Perú, uno de los aspectos destacados de la gira del Papa fue la visita a Madre de Dios, en la Amazonía, un lugar con serios problemas de minería ilegal, trata de personas, y “un cúmulo de males que el Estado no ha sabido enfrentar”.

Pero también ahí la visita contribuyó a poner de nuevo en evidencia otro escándalo de abuso sexual, en la organización conocida como Sodalicio de Vida Cristiana, fundada en 1971 por Luis Fernando Figari. Este, junto con otros siete antiguos líderes de la organización, fue denunciado en mayo del 2016 por delitos de secuestro, lesiones graves y asociación ilícita para delinquir.

 

 

 

 

 

 

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