Mundo Crisis de Ucrania

El ruido de las armas sobre el hielo de la diplomacia

La crisis de Ucrania es el dispositivo que regresó el mundo a la guerra fría. Rusia se enfrenta a Occidente con un fuerte aliado a la sombra, mientras la OTAN se recompone bajo el liderazgo de Estados Unidos.

Joe Biden, comandante en jefe del ejército más poderoso del mundo, ha puesto a flotar una chispa sobre un tanque de gas. En su afán de reconquistar un liderazgo occidental, asumió una postura de confrontación directa con el líder ruso Vladimir Putin, al no responder a las demandas de este de que Ucrania no se integre a la OTAN y pueda poner en riesgo real la seguridad territorial rusa y, por el contrario, empezó a anunciar una invasión “inminente” a Ucrania a la que Occidente respondería de forma directa y contundente. Las tensiones activaron un escenario de nueva guerra fría.

Putin, muy a su estilo, pasó a la acción, ahora la diplomacia deberá iniciar de cero.

El órdago ruso

En noviembre de 2021, en vísperas de entrar en funcionamiento el gasoducto ruso-alemán Nord Stream 2, en el mar báltico, Putin empezó a pedir claridad a Occidente sobre los temas de seguridad territorial según los acuerdos internacionales.

Lo explicó con las llamadas “líneas rojas” que señalan territorios desde los cuales el uso de cierto tipo de misiles podría bombardear Moscú en cuestión de cinco minutos, sin dar posibilidad de repeler el ataque, lo cual significaría una vulneración concreta a la seguridad.

La respuesta a las demandas de Putin por parte de Estados Unidos (EE.UU.) fue que la OTAN mantendría una política de puerta abierta a cualquier país que quisiera sumarse a la alianza.

Rusia inició entonces un desplazamiento de tropas y equipo militar hacia la frontera con Ucrania, la cual supuestamente llegó a alcanzar 100 mil hombres en febrero.

Cansado del bluf, el lunes 21 de febrero, Putin mostró sus cartas en un discurso intenso a la nación, anunció que reconocía la independencia de Donetsk y Lugansk, territorios separatistas al este de Ucrania. Acto seguido, la televisión nacional rusa mostró el momento en que se firmaban acuerdos de cooperación y asistencia con esas “repúblicas”.

Biden: “defender la libertad tiene un costo aquí en nuestro país”.

Al día siguiente recibió la aprobación del senado para enviar tropas rusas a esos territorios, “para garantizar la paz”.

Ahora los acuerdos de Minsk 2 se esfumaron, ni aún por la vía diplomática, Rusia puede retroceder luego de haber reconocido a las “repúblicas” de Donetsk y Lugansk, con lo cual, una negociación del conflicto se tendrá que iniciar desde cero, pues Occidente no las acepta dentro de las “fronteras internacionalmente reconocidas.”

El presidente ucraniano Volodimir Zelenski se enfrenta al dilema de aceptar su derrota política, pues los territorios disputados ya fueron reconocidos independientes y, según los acuerdos de cooperación, serán defendidos por Rusia, o puede enfrascarse en una guerra cruenta que debilite a su gobierno, ya que la mayoría de la población no reconoce la necesidad de una guerra; además, las fuerzas irregulares antirrusas son integradas por grupos de extrema derecha, que también se oponen a Zelenski, a quien ven como un líder débil.

Pero el conflicto puede escalar más allá y adquirir otras implicaciones, especialmente para los países europeos que no las esperan y cuyo efecto, por cercanía, puede ser inmediato.

El lunes 21, luego del anuncio de Putin, en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, convocado por Ucrania, la embajadora de EE.UU. ante ese organismo, Linda Thomas-Greenfield, dijo que Putin quería volver al imperio ruso de hace cien años. “Si Rusia invade Ucrania aún más, veremos una devastadora pérdida de vidas, un sufrimiento inimaginable, millones de personas desplazadas crearán una crisis de refugiados en toda Europa.”, expresó.

Por su parte, la subsecretaria de la ONU, la estadunidense Rosemary DiCarlo, dijo que “la ONU está comprometida con la soberanía, independencia y la integridad territorial de Ucrania, dentro de las fronteras internacionalmente reconocidas.

Sanciones

El martes 22, poco después de las 2 de la tarde, el presidente Joe Biden dirigió un breve mensaje a la nación para explicar las medidas tomadas respecto a la crisis de Ucrania. En esta ocasión se presentó como líder de Occidente, al anunciar sanciones a la deuda soberana de Rusia, a los bancos rusos, contra la “política corrupta del Kremlin”.

Las sanciones anunciadas son de tipo económico, principalmente financiero, señalan que Rusia no podrá comercializar su deuda en Occidente y la sanción a bancos rusos.

En el campo militar Biden dijo que continuará con la ayuda a Ucrania y emplazará más tropas en las repúblicas del Báltico.

Por su parte, la Unión Europea (UE) anunció que entre las sanciones figuran la congelación de activos y la prohibición de visados contra los 351 diputados rusos que aprobaron el reconocimiento de la independencia de los territorios separatistas.

«Las sanciones también se dirigirán a 27 personas y entidades que contribuyen a socavar o amenazar la integridad territorial, la soberanía y la independencia de Ucrania», dijo Josep Borrell, ministro de Relaciones Exteriores de la UE.

Putin: “Las sanciones vendrán, porque de todos modos iban a venir, porque lo que Occidente no quiere es que Rusia crezca”.

Se trata de «actores del sector de la defensa que desempeñan un papel en la invasión» de Ucrania, o «que han lanzado una campaña de desinformación contra Ucrania», así como de «bancos que financian a funcionarios rusos y otras operaciones en esos territorios».

Además, la UE se propone apuntar sus sanciones contra «las relaciones económicas entre las dos regiones y la Unión Europea» y contra «la capacidad del Estado ruso y su gobierno de acceder a nuestro mercado financiero y a los mercados de capitales europeos para refinanciar su deuda», añadió Borrell.

“Las sanciones vendrán”, había dicho Putin el lunes al anunciar el reconocimiento de Donetsk y Luhansk, “porque de todos modos iban a venir, porque lo que Occidente no quiere es que Rusia crezca”.

La primera sanción contundente fue detener la puesta en marcha del gasoducto ruso-alemán Nord Stream 2 en el mar Báltico. Su puesta en funcionamiento dependía de una certificación de parte del regulador alemán para temas energéticos que estaba analizando el posible irrespeto de disposiciones de la legislación alemana y europea.

Agotadas las vías diplomáticas, Ucrania aguarda a ser el escenario caliente de la guerra.

Ahora, el canciller alemán anunció la cancelación total del proyecto, como sanción a Rusia.

Nord Stream 2 mide 1.230 kilómetros bajo el mar Báltico y tiene una capacidad de 55.000 millones de metros cúbicos de gas al año. Sigue el mismo recorrido que el Nord Stream 1, que funciona desde 2012.

Por su parte, el ministro catarí de Energía, Saad Cherida al-Kaabi, señaló el martes 22 de febrero que el emirato, uno de los mayores exportadores de gas, aseguró a Europa su «ayuda» en caso de dificultades en el suministro, aclarando, no obstante, que este estaría limitado a las existencias disponibles, al estar los productores comprometidos por «contratos a largo plazo».

A su parecer, «los volúmenes que pueden redirigirse (hacia otros clientes) representan entre el 10 y el 15%» de dichas existencias. «Rusia representa entre el 30 y el 40% del suministro de Europa», y «reemplazarlo rápidamente es casi imposible», prosiguió.

«Predecir cuáles serán los precios, si aumentarán o bajarán, eso está solo en las manos de Dios», dijo ante periodistas.

Europa se juega un escenario incierto ante las consecuencias de las sanciones que ella misma impulsan y la confrontación con Rusia.

Por su parte, Biden dijo que “defender la libertad tiene un costo aquí en nuestro país”, con lo cual ya advertía las consecuencias internas, donde buena parte de la opinión pública y algunos analistas consideran irresponsable la aventura de volver a activar la confrontación con Rusia.

¿A quién favorece la guerra?

A Rusia, porque buscará someter a Ucrania y recuperarla como aliada, aunque deberá enfrentar las sanciones occidentales y una guerra que puede prolongarse.

A China, que ve reducida la tensión con EE.UU., que ahora deberá canalizar esfuerzos diplomáticos, económicos y militares hacia su confrontación con Rusia, la cual, por su parte aumentará su dependencia de China.

A Estados Unidos, que ha logrado crear un enemigo y presentarse nuevamente como el líder de la alianza occidental, obligando a la Unión Europea a secundarlo en su desafío a Rusia.

A Joe Biden, quien tras poco más de un año de gestión perdió respaldo popular y necesita recuperar fuerza de cara a las elecciones del Senado en noviembre en Estados Unidos.

A Emmanuel Macron en Francia, quien debía anunciar su candidatura a la reelección y, aunque las encuestas lo daban por favorito, sus gestiones diplomáticas resultaron infructuosas, pero le dieron un protagonismo que venía perdiendo internamente.

A Justin Trudeau en Canadá, donde las protestas de los camioneros contra las restricciones sanitarias hicieron tambalearse al gobierno.

Al fiestero Boris Johnson en Reino Unido, donde ya se reclamaba su renuncia luego de reiterados escándalos.

A Olaf Scholz, el deslucido nuevo canciller alemán, quien parece optar por alinearse con EE.UU.

Todos estos líderes occidentales con índices de popularidad muy bajos y cayendo a causa de un descontento interno en sus países por la crisis económica, inflacionaria en la mayoría de los casos, las restricciones para control sanitario y un panorama de incertidumbre, han sacado provecho de la crisis diplomática hasta ahora, pero el movimiento ruso los ha puesto en condiciones que se pueden tornar muy desfavorables ante una reactivada guerra fría.

China el aliado lejano

Antes de hacer su jugada, Putin buscó asegurar su posición y buscó apoyo de la segunda potencia económica mundial, de la cual recibió un respaldo inusitado. La declaración conjunta del 4 de febrero ratificó la oposición rusa a una expansión de la OTAN.

El auxilio chino a la crisis que sobrevendrá a Rusia como consecuencia de las sanciones occidentales es vital e incrementará los lazos entre esas dos potencias.

En los lineamientos estratégicos de seguridad nacional aprobados en 2021 por el gobierno de Biden se dice que «[China] es el único competidor potencialmente capaz de combinar su poder económico, diplomático, militar y tecnológico para montar un desafío sostenido a un sistema internacional estable y abierto», señala el documento.

Además, Washington ratifica su intención de «apoyar a los vecinos y socios comerciales de China a defender sus derechos», de respaldar a Taiwán y de «defender la democracia, los derechos humanos y la dignidad humana, incluyendo en Hong Kong, Xinjiang y el Tíbet». Mal cálculo para EE.UU. que sus dos frentes de lucha se unan.

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