La cumbre Rusia-China en Moscú este 21 de marzo es el gesto diplomático más importante desde que el 24 de febrero de 2022 la invasión de Rusia a Ucrania definía el inicio de una proceso de reordenamiento geopolítico internacional.
El presidente Xi declaró que «seguirá dando prioridad a la colaboración estratégica global entre China y Rusia».
Mientras el bloque occidental de la OTAN y el G7, liderado por EE. UU. sostiene la escalada en su apoyo militar a Ucrania y busca nuevas presiones políticas, económicas y militares contra China.
El sacrificio ucraniano
A más de un año de guerra, las posibilidades de una salida negociada son cada vez más adversas a Ucrania, que ha perdido, al menos, un 18% de su territorio, ya anexionado a la Federación Rusa mediante referendos, mientras que en marzo 2022, el Donbás aún era una región ucraniana que aspiraba a un estatus de autonomía. Además la infraestructura ucraniana se encuentra seriamente perjudicada.
Mientras Occidente aplaude la valentía de la resistencia ucraniana, la posibilidad de un acuerdo que ofrezca mejores condiciones que las que tenía hace un año es prácticamente imposible; las miles de vidas en soldados y civiles perdidas, la economía destruida será la dolorosa realidad con que Kiev se tendrá que sentar a negociar un tratado de paz.
Si hace un año era mejor el mal arreglo que significaba que Ucrania no ingresara en la OTAN y mantener una postura de neutralidad, ahora, tras un buen pleito, las condiciones de negociación, el dolor y las pérdidas son mucho mayores.
“En febrero de 2023, la ONU calculaba que en Ucrania habían muerto unos 7.000 civiles. Sin duda es un cálculo muy a la baja. (…) Si lo multiplicamos por 30, alcanzamos el número de víctimas de la masacre que perpetró Ronald Reagan en Centroamérica, una de las pequeñas correrías de Washington”, Noam Chomsky.
«El elemento principal es el compromiso de neutralidad de Ucrania: no pertenecer a una alianza militar hostil, no acoger armas que apunten a Rusia (incluso las que llevan el engañoso nombre de «defensivas»), no realizar maniobras militares con fuerzas militares hostiles”, decía el analista estadounidense (por cierto, de ascendencia ucraniana) Noam Chomsky hace exactamente un año, cuando el conflicto apenas iniciaba.
El proceso de reordenamiento geopolítico que inició hace un año, y que las potencias occidentales han alentado, aleja a los países de preocupaciones más válidas como el hambre, el cambio climático, las migraciones, la crisis económica, la salud y, en cambio, suma otra amenaza: la escalada en la guerra.
“Estamos en una guerra ya globalizada, pero todavía militarmente localizada: estamos siendo arrastrados a una nueva guerra mundial, pero aún es posible escapar de ella”, dice el filósofo francés Edgar Morin.
Para el papa Francisco, ya estamos en una guerra mundial, donde están involucradas las mayores potencias del mundo.
En la búsqueda de un reordenamiento mundial que le permitirá sostener su hegemonía, seriamente amenazada por potencias emergentes, Occidente parece haber sobreestimado su poder e influencia económica y política.
Hablando en nombre de “la comunidad internacional” y amenazando con aislar y convertir en un “paria” a otras economías emergentes, las potencias occidentales intentaron una jugada de alto costo con una guerra localizada en Europa, pero alrededor de la cual fortalecerse como bloque y presionar a otras economías periféricas. No obstante, parece que los cálculos no correspondieron con el resultado.
Las economías emergentes prefieren luchar en la competencia de mercados que meterse en conflictos armados o tener que tomar partido entre amigos y enemigos.
Aunque condenaron el hecho reprochable de la invasión militar, no se quisieron comprometer a tomar partido.
Relaciones estratégicas
Un ejemplo claro de ello y que vale mucho tomar en cuenta es Brasil.
El presidente, Luiz Inacio Lula da Silva, viajará la próxima semana a China para reunirse con su homólogo Xi Jinping, donde uno de los puntos principales de la agenda es la negociación para pagar en yuanes el intercambio comercial entre ambos países y «marcar el comienzo de una nueva era y un nuevo futuro”.
«Invitado por el presidente chino, Xi Jinping, el mandatario de la República Federativa de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, realizará una visita de Estado a China del 26 al 31 de marzo», dijo en un comunicado Hua Chunying, portavoz del Ministerio chino de Relaciones Exteriores.
China es el primer socio comercial de Brasil, con $152.600 millones de comercio bilateral el año pasado, muy por delante de Estados Unidos ($88.800 millones).
Lula impulsa la participación de Brasil en un eventual proceso multinacional de diálogo para acabar con el conflicto entre Moscú y Kiev.
La CPI y el viaje de Putin a Mariupol
La Corte Penal Internacional (CPI), con sede en La Haya, emitió el viernes 17 una orden de captura contra el presidente ruso Vladimir Putin por la presunta deportación de niños en zonas de Ucrania ocupadas por Rusia, lo que habría ocurrido durante el momento más intenso de los combates en Mariúpol.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, calificó la decisión de «histórica» y el de Estados Unidos, Joe Biden, de «justificada».
Según respondió un Comité de Investigación ruso, «el procedimiento penal es claramente ilegal ya que no hay motivos de responsabilidad penal».
Esta orden de captura es dirigida por primera vez en su historia al líder de uno de los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
Por su parte, China advirtió a la CPI de «evitar la politización y el doble rasero».
Ni Rusia ni Ucrania son miembros de la CPI, por lo cual, su jurisdicción no se reconoce en esos países.
El domingo 19, Putin visitó la ciudad ucraniana de Mariúpol, su primer viaje a un territorio capturado a Kiev desde el inicio de la ofensiva el 24 de febrero de 2022.
Cumbre Rusia-China del 21 de marzo.
Una “asociación integral y cooperación estratégica en una nueva era”, donde los acuerdos de cooperación económica firmados se extienden al menos hasta 2030.
China es el principal socio comercial de Rusia y, recientemente, el 65% de intercambio comercial se ha hecho en yuanes y rublos.
«La cooperación comercial y económica es una prioridad en las relaciones entre Rusia y China», dijo Putin, señalando que esperaba que en 2023 los intercambios «superen el umbral» de $200.000 millones, lo que constituiría un nuevo récord después del de 2022 ($185.000 millones).
Del Nord Stream a la Fuerza Siberiana
Rusia lleva varios años intentando aumentar sus suministros de gas a China, que tiene un gran consumo energético, y trabajó en este sentido en el último año tras las sanciones internacionales en su contra.
El año pasado, las entregas de gas a China a través del gasoducto llamado «Fuerza de Siberia 1», en el Lejano Oriente ruso, alcanzaron un máximo histórico de 15.500 millones de metros cúbicos.
Para 2025, Moscú quiere multiplicar sus exportaciones a través de esta infraestructura, hasta alcanzar los 38.000 millones de metros cúbicos anuales.
El martes, como resultado de la cumbre, se anunció el acuerdo para construir el gigantesco gasoducto Fuerza de Siberia 2.
«Cuando entre en servicio», ese ducto de 2.600 kilómetros, que irá de la región rusa de Siberia hasta el Xinjiang (noroeste de China), será capaz de conducir a través de las estepas de Mongolia hasta «50.000 millones de metros cúbicos de gas», declaró el mandatario ruso, pero no dio más precisiones sobre el calendario del proyecto.
Las cantidades esperadas de entregas representan casi la misma carga que el gasoducto Nord Stream 1 (55.000 millones de metros cúbicos), que llevaba gas ruso a Europa por el mar Báltico.
El objetivo para 2030 es entregar en total a su aliado chino al menos 98.000 metros cúbicos de gas y 100 millones de toneladas de gas natural licuado (GNL).
Reacomodo ruso
Como balance a un año de este reordenamiento mundial, Rusia se vio golpeada en su economía y perdió importantes socios comerciales en Occidente, pero Putin tuvo la excusa de aplicar un estado de excepción ante la situación de guerra, reacomodar su economía y fortalecer lazos con otros aliados como China, India, países africanos, Asia Central y medio Oriente.
No parece adecuado decir que Rusia se asiló, sino que rompió o se alejó de las potencias occidentales.
«Quiero subrayar que nuestro país siempre ha acordado y seguirá acordando la prioridad a la cooperación con los Estados africanos», declaró Putin en un discurso ante representantes africanos.
El mandatario prometió suministrar cereales a «los países más necesitados de África», incluso si el acuerdo sobre la exportación de grano ucraniano no era prolongado en dos meses.
Balance en Occidente
- UU. consolidó su liderazgo en la OTAN, pero posiblemente pudo reconocer que no tiene fuerza suficiente para enfrentar a China y que muchos de sus aliados no apuntarían en esa aventura. La experiencia en Ucrania les costó más de los esperado.
Las sanciones occidentales se suponían que hundieran la economía rusa y obligaran a Putin a comportarse o su propio pueblo se levantaría contra él. Pero las protestas son más airadas en Europa, donde la inflación provocada por las sanciones a Rusia y el elevado precio de los combustibles repartió malestar por todo el continente.
Quizás, dentro de los cálculos occidentales, China pudo haber asumido una postura distinta y, velando por sus propios intereses comerciales, aprovechar la embestida de Occidente y castigar también a Rusia sacar de la ecuación a una importante potencia emergente. Pero el liderazgo de EE. UU. en Occidente dictó que China era también una amenaza, Nancy Pelosi quería viajar a Taiwán y Xi Jinping entendió que el problema de Occidente no era Putin, sino la crisis de su propia hegemonía que intentaba, una vez más, salvar por el recurso de la guerra.
Japón entra en escena
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, llegó a la India el lunes 20 para reunirse con su homólogo indio Narendra Modi y anunció inversiones de miles de millones de dólares en infraestructuras y otros sectores en la región.
India y Japón, junto a Estados Unidos y Australia, conforman la alianza Quad, que se posiciona como un bastión ante la creciente influencia china en Asia bajo el mando del presidente Xi Jinping.
«Describí el plan de Japón para impulsar (una región) Indo-Pacífico libre y abierta. Para lograrlo, India es un socio clave», afirmó Kishida.
«Japón reforzará la coordinación con Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Canadá, Europa y otros. Claramente, India es indispensable», añadió.
En diciembre, Japón, un país oficialmente pacifista desde 1945, aprobó reformar su política de defensa tras advertir que China planteaba el «mayor desafío de seguridad de la historia».
El país nipón también está aumentando su gasto militar y realizando maniobras conjuntas con otros países, entre ellos India, que también ha intensificado su cooperación en materia de defensa con los países occidentales. Posteriormente, Kishida viaja a Kiev para reunirse con el presidente Zelensky. Por su parte, Pekín busca reducir la tensión en la región Indo-Pacífica.
El expresidente de Taiwán Ma Ying-jeou viajará la próxima semana a China, en la primera visita de este tipo en más de 70 años. Bajo el mando de Ma, de 2008 a 2016, las relaciones entre Taipéi y Pekín tuvieron una significativa mejora, culminando con una cumbre entre él y Xi Jinping en 2015 en Singapur. Ma espera reducir las tensiones con su visita, que deberá realizarse del 27 de marzo al 7 de abril, indicó un portavoz.
Propuesta china para la paz
En un documento de 12 puntos publicado el mes pasado a propósito de la guerra de Ucrania, China llamó al diálogo y a respetar la integridad territorial de todos los países.
Su propuesta ha sido bien recibida por Rusia y por Ucrania, cuyos líderes dijeron que la analizarían con interés y respeto.
«Sé que ustedes (…) tienen una posición justa y equilibrada sobre los temas internacionales más urgentes», dijo Putin al recibir a Xi en Moscú.
Mientras, tanto EE. UU. como el secretario de la OTAN Jens Stoltenberg rechazaron de antemano la convocatoria, e incluso una propuesta de cese el fuego como primer paso para iniciar conversaciones fue rechazada por los líderes occidentales.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, pidió que el mundo no se deje «engañar» por las propuestas de China para poner fin al conflicto en Ucrania y anunció otros $350 millones en ayuda militar a Kiev.
Poco antes, la UE anunció un paquete de 2.000 millones de euros para facilitar la entrega de municiones a la artillería ucraniana.
- UU. acusó incluso a Pekín de estar planteándose la entrega de armas a Rusia.
China participó recientemente en la reconciliación diplomática entre Arabia Saudita e Irán, y ahora espera poder posicionarse como mediador en Ucrania.
Para Noam Chomsky, es urgente buscar una salida negociada a “la creciente devastación de Ucrania, que ya es espantosa, aunque no llega ni de lejos a la magnitud de la invasión de Irak por parte de Estados Unidos y el Reino Unido o, por supuesto, a la destrucción de Indochina por parte de Estados Unidos, un punto y aparte en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial”.