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El artista y disidente Ai Weiwei teme un nuevo Tiananmen en Hong Kong

Treinta años después de que "los tanques aplastaran la más pacífica de las manifestaciones" en la plaza de Pekín, la historia podría repetirse, según el artista, uno de los más firmes detractores del régimen chino.

¿Otro Tiananmen? El artista y disidente chino Ai Weiwei mostró su temor, en una entrevista con la AFP, a que no haya “otras salidas” a la crisis de Hong Kong que una represión violenta de los manifestantes pues, según él, el régimen comunista “no sabe hacerlo de otro modo”.

“Ninguna predicción es exagerada”, afirmó en alusión a la hipótesis, cada vez más mencionada, de que el gobierno chino ordene una represión parecida a la que el ejército chino llevó a cabo en la famosa plaza de Pekín en junio de 1989.

Treinta años después de que “los tanques aplastaran la más pacífica de las manifestaciones, a estudiantes sentados, cuando todo el mundo tenía la vista puesta” en la plaza de Pekín, la historia podría repetirse, según el artista, uno de los más firmes detractores del régimen chino.

“No hay otras salidas, no saben ni negociar ni debatir. Es la naturaleza de ese régimen autoritario. Solo tienen a la policía y al ejército”, declaró Ai Weiwei en su estudio berlinés.

En los últimos días, el gobierno de Pekín dejó entrever la amenaza de una intervención militar para restablecer el orden en Hong Kong, un territorio que el Reino Unido retrocedió a China en 1997 y que goza de un cierto grado de autonomía.

“No hay otras salidas, no saben ni negociar ni debatir. Es la naturaleza de ese régimen autoritario” dijo Ai sobre el régimen de Pekín. (Foto: John MacDougall / AFP).

“Violencia”

“La violencia no es tan solo física, es mental, cuando se niega el derecho a debatir a los manifestantes. Este tipo de violencia es horrible”, subrayó quien fuera un importante artista en China y que cayó en desgracia a principios de la década de 2010 por sus críticas contra el régimen.

En 2011, pasó 81 días preso tras haber sido arrestado en el aeropuerto de Pekín, cuando iba a tomar un avión en dirección a Hong Kong. En enero de ese mismo año, su taller de las afueras de Shanghái fue demolido.

Le confiscaron el pasaporte durante cuatro años y cuando en 2015 lo recuperó, se mudó a Berlín.

“Comparto su frustración, estoy con ellos y siento que forman parte de mí”, comenta, en referencia a los manifestantes de Hong Kong.

Su estudio está instalado en una antigua fábrica de cerveza de Berlín. Un pequeño ejército de estudiantes y jóvenes artistas, varios de ellos chinos, preparan con cuidado sus futuros proyectos, a menudo un tanto provocadores y de gran tamaño.

Con montajes gigantescos en torno a objetos representativos de la llegada masiva de refugiados u obras que representan al dedo del medio en plazas públicas, Ai Weiwei es un maestro de la comunicación y de los “golpes”, lo que ha llegado a causar irritación en algunos círculos del arte contemporáneo.

“Lo mejor de China”

En cuanto empezaron las manifestaciones, en junio, envió a tres de sus colaboradores a Hong Kong, equipados con cámaras.

En un principio, Ai Weiwei quería “entender a los líderes y sus motivos” para defender ese movimiento, alegre y pacífico. Ahora, quiere comprender por qué algunos manifestantes llegan incluso a “querer lanzarse por la ventana” en nombre de su lucha por las libertades.

“Lo mejor de China, esta generación educada y comprometida por defender la democracia, está siendo sacrificada por una sociedad oscurantista. Y los otros países hacen como si no pasara nada”, denunció Ai.

Un reproche también manifestado por el famoso activista prodemocracia hongkonés Joshua Wong, en el diario Bild del viernes. “No entiendo que Alemania, como miembro del mundo libre, pueda cooperar de este modo con China”, criticó.

¿Cómo piensa Ai Weiwei seguir apoyando este movimiento, a miles de kilómetros de distancia, pegado a su teléfono y a la mensajería instantánea? “Me invade la tristeza”, admitió, impotente.

A sus 61 años, explicó a la AFP que quería dejar Alemania, “por múltiples razones políticas”, aunque no precisó adónde prevé mudarse.

Por Daphne Rousseau

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