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Crónicas desde Santiago (IV): Romper la lógica de a dictadura

Nadie se lo imagina todavía. El país hierve. ¡Hay que verlo! Se multiplican las asambleas. Todos hablan. Es una sinfonía de voces. Se han ido afinando: ¡Hay que romper la lógica de la dictadura!

Se asoma una mañana perezosa. Mañana de domingo. Todos los tiempos se alargan.

Es tiempo propicio para el asombro. ¿Qué hemos hecho? Ha sido una semana que cambió el mundo. Llovió en el oasis y la tierra floreció y se extendió su verde más allá de los límites de ayer.

¿Qué hemos hecho?

Nadie se lo imagina todavía. El país hierve. ¡Hay que verlo! Se multiplican las asambleas. Todos hablan. Es una sinfonía de voces. Se han ido afinando: ¡Hay que romper la lógica de la dictadura!

En el Chile de hoy, lo que la gente de Pinochet amarró sigue bien amarrado. Los dedos apuntan a la constitución.

Fui de asamblea en asamblea. Eso fue ayer. Todos repartidos en mesas de diálogo, se pensaban a sí mismos. ¿Qué hemos hecho? ¿Hacía adónde queremos ir? Todos los caminos parecen conducir a una nueva constitución. Pocos cambios parecen posibles si no se cambia la constitución.

>La derecha se asusta: que Lagos, que Bachelet, que no lo hicieron cuando fueron gobierno. Pero lo cierto es que ni el sistema perverso de pensiones de ahorro individual en manos de cinco o seis empresas, que condena a la mayoría de los chilenos a la pobreza en su vejez, se puede cambiar a fondo sin un cambio en la constitución. Y ese cambio necesita dos tercios de los votos en el congreso.

¡Plebiscito!, pide la gente. ¡Hay que romper la lógica de la dictadura! La derecha se resiste. Esperará que se diluya la marea que levantó el millón y medio de chilenos en las calles, de Arica a Punta Arenas. Se atrinchera.

No es el único debate. Se multiplican las imágenes de la brutalidad policial. Se insiste en las denuncias de vandalismo tolerado (¿promovido?) por Carabineros. En crímenes, en violencia abusiva, cobarde. Se los ve apaleando a mujeres, a gente que camina por las calles, como en patota, con sus bastones y sus cascos.

El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), institución estatal, presenta 50 querellas por violaciones a las derechos humanos. 15 por violencia sexual y cinco por homicidios.

La democracia tiene derecho a defenderse”, se oye en televisión. Son los que critican la violencia. La de los que salieron a saquear. Se defienden con la otra violencia, con la suya, la misma que los permitió adueñarse del país hace tan solo 46 años. Y del que aun son dueños.

Quedó al desnudo la magnitud del dolor. Es lo que explica la magnitud de la protesta: los hijos sin escuelas adecuadas, casi todos con atención médica deficiente y la perspectiva de una vejez miserable. Un Estado despiadado.

¿Y ahora?

Se multiplican las voces. Una multitud en estado de asamblea. ¿Qué quieren? ¿Cómo lo pretenden lograr? Un error de cálculo ¿qué costo tendría? Estamos todos en la encrucijada.

Al otro lado de la cordillera

Hoy la mirada traspasa la cordillera. Se va al otro lado. Se ha vuelto el país al revés y hay que tomar un minuto de descanso. Hay que repensarse.

Al otro lado, se tambalea la vergonzosa jornada del macrismo, que puso a la Argentina de rodilla. Hacía yunta con Piñera. Aglutinaban desde el sur la ofensiva conservadora del norte. Prometió de todo y, cuatro años después, devuelve a sus ciudadanos una Argentina miserable.

¿Cambiará el rumbo?

¿Y Uruguay? Tierra del inefable Almagro, que ha llevado la ignominia a niveles difíciles de imaginar, es también escenario de otras luchas, de resistencias, corredor de aires frescos. ¿Seguirá la brisa?

También Colombia elegirá autoridades locales. ¿Se amarrará la mano a una derecha que ha hecho política siempre con el machete en la mano?

Ya lo hizo Bolivia.

Se alarga una mañana de domingo perezosa en la que se arremolina una historia que tendrá que encontrar nuevos cauces esta tarde.

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