La tendencia en las más recientes encuestas, a menos de dos semanas de la elección, revelan las siguientes cifras de la intención de voto: Gustavo Petro, 36,64 %; Federico Gutiérrez, 21,40%; indecisos, 14,39 %; Rodolfo Hernández, 10,90 %; voto en blanco, 6,19 %; y Sergio Fajardo, 6,06%.
La sorpresa ha sido el ascenso del exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández, quien desplazó a Fajardo en el tercer lugar y que algunos analistas atribuyen al tono excesivamente agresivo de la campaña y a la evidente polarización.
La candidata de centro-derecha Ingrid Betancourt llega apenas al 1%; el ultraconservador Enrique Gómez queda con el 0,3% de los apoyos; y más abajo el también derechista John Milton Rodríguez.
Por otro lado, los resultados ante la pregunta de por quién no votarían también mostraron más firme al favorito Petro, al señalar el siguiente resultado: Federico Gutiérrez, de Equipo por Colombia, 37,66% y Gustavo Petro, de Pacto Histórico, 25,92%.
Abstencionismo
Colombia se ha caracterizado a lo largo de su historia por un abstencionismo muy alto, que supera el 45%. Las votaciones para la Presidencia de la República del 2018 tuvieron la mayor participación electoral en el siglo XXI, con un 54% de los habilitados para votar que acudieron a las urnas. Asimismo, este año, en las elecciones legislativas del 13 de marzo, el abstencionismo fue de más de 45%.
Pese a que, en particular en las últimas semanas, la campaña ha recrudecido en ataques y recriminaciones, varios estudios han indagado también otras preocupaciones de los colombianos en la campaña en los que destacan: la economía (el 28% de los encuestados tiene esta cuestión como su prioridad), la corrupción (20%), la inseguridad ciudadana (14%) y el desempleo (14%).
Llama la atención que en la papeleta de elección en Colombia se determina un espacio para el voto en blanco, esto es para intentar reducir los votos nulos, que tradicionalmente han sido utilizados como una expresión de protesta. El votante que no apruebe a ninguno de los candidatos podrá así manifestar su opinión.
Llama la atención que en la papeleta de elección en Colombia se determina un espacio para el voto en blanco, esto es para intentar reducir los votos nulos, que tradicionalmente han sido utilizados como una expresión de protesta. El votante que no apruebe a ninguno de los candidatos podrá así manifestar su opinión.
Y es que mientras los indecisos se mantienen alrededor de un 14%, le sigue el voto en blanco con el 13%, de la intención de voto entre los electores colombianos.
Lo que todos los estudios confirman es que posiblemente las elecciones para presidente y vicepresidente del próximo 29 de mayo no sean ganadas por ninguno de los contendientes y se deba ir a una segunda ronda el 19 de junio.
La ventaja de más de 15 puntos que ostenta Petro contra Gutiérrez le otorga buenas perspectivas, aun para ese segundo escenario, en el cual las fuerzas de derecha y tradicionales de la política colombiana cerrarían las filas en su contra.
Las inquietudes contra Petro
Los sectores de la derecha ven alejarse la posibilidad de que se repita el balotaje de 2018, cuando Petro perdió ante el triunfo contundente del uribista Iván Duque, cuyo gobierno decepcionó desde los primeros meses. Las protestas de 2019 y 2021 mostraron, en importantes ciudades, el gran descontento con el gobierno de Duque, que quiso impulsar una reforma tributaria en medio de la crisis por la pandemia y tuvo que responder a la protesta con una violenta represión.
La ciudadanía colombiana quiere un cambio, pero reconoce a la vez la trayectoria de Petro quien ha sido alcalde de Bogotá, senador y tres veces candidato a la presidencia.
Pacto Histórico, a su vez, es una coalición de grupos, si bien claramente de izquierda, con un discurso de pragmatismo político que le ha librado del sambenito del chavismo y la comparación con Venezuela, con que, en América latina, los grupos de derecha, principalmente empresariales, suelen intentar desacreditar a sus opositores.
Márquez obligaron a intensas medidas de seguridad en las últimas
Reforma tributaria y FMI
En una entrevista con el diario El Tiempo, Petro explica que su proyecto social “implica una reforma tributaria en la que haya una mayor tributación de los dividendos. Yo me comprometí ante el FMI a disminuir el déficit, por eso, el FMI, en una carta muy poco publicada, dice: “No tenemos temores de los candidatos”. Me incluye a mí. La reforma tributaria tiene que darse para el nuevo gasto social y para disminuir el déficit fiscal. Si yo me planteo, en el máximo, 28 billones de nuevo gasto social y quiero disminuir el déficit paulatinamente, vamos a suponer 20 billones en el siguiente año, pues ya tenemos una necesidad de 48 billones. Y la reforma tributaria tendrá que gravitar sobre 48 billones. Ahí surge una crítica legítima: “Los sectores más ricos del país no tienen 48 billones para dar adicionalmente al Estado”. Esa opinión es legítima”, concluyó el candidato.
Renegociar el TLC
Otro de los puntos de controversia que le señalan los sectores empresariales a Petro es que ha propuesto renegociar el TLC con Estados Unidos “para proteger a la agricultura nacional”.
“Colombia es un país con estabilidad”, dijo Marta Lucía Ramírez, vicepresidenta y también ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, el martes 9 de mayo en un foro en la Asociación de Comercio Internacional de Washington (Wita), al celebrar en Washington los 10 años del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, según informó AFP.
“Necesitamos entender que, si cambiamos las reglas, esto afecta a los inversionistas, afecta las condiciones para que nuestras empresas sean competitivas y también para que tengan éxito en sus esfuerzos para crear empleos y crear riqueza”, afirmó.
“Y por supuesto, esta es una de las razones por las que para Colombia era tan importante tener el Tratado de Libre Comercio y luego convertirse en miembro de la OCDE, porque todos estos marcos nos hacen ser más serios con las reglas, con la estabilidad, con las condiciones permanentes para el éxito de los inversores”, agregó.
Sin embargo, Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez, del Grupo Aval, con una fortuna familiar de $7.000 millones, que se ubica como una de las más grandes de toda América Latina, no ve la posible elección de Petro como amenaza y consideró que: “El aumento vertiginoso de las exportaciones de materias primas está convirtiendo a Colombia en la economía principal de más rápido crecimiento en las Américas y esto tendrá un efecto moderador en las políticas de quien asuma la presidencia en agosto. Es más, ambos candidatos, Gustavo Petro, quien hizo campaña para alejar a Colombia de las exportaciones de petróleo y carbón, y su rival conservador Federico “Fico” Gutiérrez, son políticos inteligentes y experimentados que saben que no les interesa cambiar la situación”, indica el sitio especializado Bloomberg.
“La economía de Colombia crecerá 5,8% este año, más del doble del promedio regional de 2,5%, según el Fondo Monetario Internacional. En el primer trimestre, el producto interno bruto se expandió un 8,5 % con respecto al año anterior, mientras que las ventas minoristas y la manufactura de marzo superaron las estimaciones por amplios márgenes, aumentando aproximadamente un 12 % cada una”, agrega el sitio.
Los militares
Colombia ha sido un país gobernado históricamente por élites conservadoras y liberales lo que hizo que se levantara un movimiento guerrillero desde la década de 1960 que se ha mantenido en una lucha constante contra las fuerzas militares y policiales.
La posibilidad de que Colombia tenga su primer gobierno de izquierda pura, desde la independencia, levanta resquemores también en esos sectores castrenses.
Que un exguerrillero dirija las fuerzas armadas de un país en conflicto, gobernado históricamente por élites conservadoras y liberales, y sin el pasado de golpes militares que atraviesa el continente, es algo inédito.
Desde el presidente hasta el ministro de Defensa, pasando por el comandante del ejército, se enfilaron contra Petro. Y aunque la Constitución les impide votar y deliberar, rara vez los hombres en armas habían intervenido tan abiertamente en una campaña, observan analistas.
“Hay quienes perciben dentro de los militares que esta guerra la ganaron en el campo de batalla, pero se está perdiendo en lo político (…) consideran que la clase política con la que ha estado el ejército, que es la que siempre ha gobernando, está perdiendo”, explica a la AFP el analista y coronel retirado Carlos Alfonso Velásquez.
Un sector de los uniformados percibe al exguerrillero Petro con “cierto recelo y temor”, apunta el coronel retirado José Marulanda, presidente de la Asociación Colombiana de Oficiales Retirados (Acore). “Sentimos que tiene un resentimiento muy claro en contra de los militares y policías, que fueron los que le dieron de baja en combate a sus compañeros del M-19”, sostiene.
Por su parte, el candidato de Pacto Histórico se ha alejado de una forma de lucha que dejó 30 años atrás, pero, dentro de sus propuestas, ha planteado una reducción del presupuesto militar (actualmente 3,4% del PIB), aplicar una política de ascensos basada en méritos y separar a la policía del ministerio de Defensa.
con la mitad más uno de l os votos válidos para evitar una segunda ronda.
La sombra del magnicidio
Otro elemento que ha subido la tensión en la campaña electoral colombiana en las últimas semanas son las amenazas contra el Pacto Histórico. La sombra del magnicidio se cierne sobre el proceso colombiano. Felipe Botero, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Los Andes, cree que un magnicidio en 2022 “es un riesgo muy real”. “No solamente que maten a Petro como candidato, sino que también es altamente posible que intenten asesinarlo si llega a ganar la presidencia y ese es un escenario igual o más preocupante”, sostuvo el analista a la AFP. Francia Márquez, la ambientalista negra que acompaña la fórmula de Petro para vicepresidenta, también denunció amenazas.
En 1948, el candidato liberal a la presidencia Jorge Eliécer Gaitán recibió tres tiros en una céntrica avenida de Bogotá, lo cual generó una inestabilidad, disturbios, violencia y desconfianza del electorado que marcó los siguientes procesos electorales.
Cuatro décadas más tarde, en una seguidilla sangrienta, también son asesinados el comunista Jaime Pardo Leal (1987), el liberal Luis Carlos Galán (1989) y los izquierdistas Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro (1990), todos aspirantes presidenciales. Pero a esa ansiedad el candidato Gustavo Petro responde con una serenidad asombrosa y señala a sus seguidores que no se dejen influir por ese temor que busca alejarlos de la campaña.
La preocupación de su partido parece estar centrada en otra cosa. Según informó la agencia AFP, este lunes 16 de mayo, exigió una auditoría externa del software que se usará en las presidenciales del 29 de mayo, ante las inconsistencias del conteo preliminar en las recientes legislativas que, en principio, restó votos a la coalición que lidera el izquierdista.
En una carta pública, la alianza del Pacto Histórico señaló que “ve con preocupación” que la Registraduría Nacional del Estado Civil —encargada de la organización de las elecciones— no haya “contratado la firma para realizar la auditoría del software“.
En ese sentido, “solicitamos al Registrador Nacional del Estado Civil, sin más dilaciones, contratar la auditoría internacional y por tanto dar tranquilidad a las fuerzas políticas y la ciudadanía”, agregó el colectivo.
Colombia vive posiblemente la mayor expectación de su historia política y un reto para todos los sectores de consolidarse y avanzar en un proceso democrático.
