Mientras muchos países dan titubeantes pasos para reabrir la economía, las cifras de contagios y decesos a causa de la COVID-19 alcanzan los casi 12 millones de contagios y más de 550 muertes en el mundo. Asimismo, un grupo de 239 especialistas, en diferentes ramas de la ciencia, hacen un llamado a reconocer los riesgos de la transmisión aérea del virus.
El contacto directo ha sido identificado como la principal vía de transmisión del coronavirus SARS-CoV-2. Sin embargo, cuando se habla de transmisión aérea no se trata de las gotas de saliva visibles que expele una persona cuando tose o estornuda, sino de las llamadas microgotas o gotículas, gotitas microscópicas no mayores en tamaño a 5 micras (una micra es la milésima parte de un milímetro), que precisamente, por diminutas, pueden quedar suspendidas en el aire sin ser detectadas a simple vista.
Este lunes, la revista Clinical Infectiuous Diseases publicó un artículo titulado Es hora de ocuparse de la transmisión aérea de la COVID-19, firmado en primera instancia por Lidia Morawska, del Laboratorio Internacional para la Calidad del Aire de la Universidad Tecnológica de Queensland, Australia, y por Donald K. Milton, del Instituto de Salud Ambiental Aplicada de la Universidad de Maryland, Estados Unidos. Pero el artículo también aporta la firma de las otras 237 personas que “apoyan”, “contribuyeron” o “revisaron” el artículo.
El texto señala que estudios hechos por los firmantes y otros científicos han demostrado “más allá de cualquier duda razonable, que los virus se liberan al exhalar, hablar y toser en microgotas lo suficientemente pequeñas como para mantenerse a flote en el aire y representan un riesgo de exposición a distancias superiores a uno o dos metros de un individuo infectado”.
Concretamente, apuntan que a velocidades del aire típicas de recintos cerrados, una microgota de cinco micras “viajará decenas de metros, mucho más que el tamaño de una habitación típica, mientras se asienta desde una altura de 1,5 metros al suelo”.
Añade que varios estudios realizados tras la epidemia del SARS-CoV-1 (2002-2004) arrojaron que la transmisión aérea es el mecanismo que mejor explica el patrón espacial de las infecciones. Los firmantes aseveran que ahora análisis similares “han mostrado lo mismo” para el SARS-CoV-2.
Notan, además, que estudios realizados sobre la diseminación de otros virus, como el virus sincitial respiratorio, el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS) y la influenza, mostraron que estos pueden ser exhalados y detectados en el ambiente cerrado de pacientes infectados.
“Esto presenta el riesgo de que las personas que compartan esos ambientes pueden potencialmente inhalar estos virus, resultando en infección y contagio de la enfermedad”.
Esta puede ser una explicación para el elevado número de personas trabajadoras de plantas empacadoras de carne que se contagiaron del virus en Estados Unidos y Alemania por ejemplo.
Medidas necesarias
Los científicos añadieron que “existen todas las razones para esperar que el SARS-CoV-2 se comporte de manera similar y que la transmisión a través de microgotas aéreas es una importante vía para ello”.
Explicaron, además, que el ácido ribonucleico (ARN) viral de las células ha sido detectado en el aire en microgotas menores a 5 micras y que “el virus ha mostrado mantener su capacidad de infección en este tamaño”.
Señalaron que la transmisión aérea funciona en paralelo a las rutas de las gotas grandes o fómites (sustancias o cuerpos inertes que sin embargo son capaces de sostener el virus por algún tiempo, como las superficies de plástico), que en este momento son la base de las instrucciones que, de manera general, se le da a la población. Por ello hicieron un llamado a que, en atención al principio precautorio, “tenemos que ocuparnos de cada vía de transmisión potencialmente importante para lentificar la diseminación de la COVID-19”.
Así, el artículo propone esencialmente tres medidas a tomar. La primera de ellas es que se ofrezca suficiente ventilación particularmente en edificios, sitios de trabajo, escuelas, hospitales y hogares para la tercera edad, con el fin de minimizar el aire recirculante puertas adentro.
Luego la ventilación apropiada debe ser complementada con controles de infección aérea como sistemas de ventilación industrial, filtración de aire de alta eficiencia o la desinfección por luz ultravioleta. Finalmente, hacen un llamado a evitar las aglomeraciones de personas, en especial en el transporte público y edificios públicos.
Tras las recomendaciones, los científicos insisten en que, si bien “aún no se ha dado una aceptación universal” sobre la transmisión aérea del SARS-CoV-2, “existe evidencia más que suficiente para que se aplique el principio precautorio”, pues en aras de controlar la pandemia y en tanto no se cuente con una vacuna efectiva, “todas las rutas de transmisión deben ser interrumpidas”.
Ruta importante
Juan José Romero, coordinador de la Maestría en Epidemiología de la Universidad Nacional (UNA), observó en primer lugar que “estos 239 científicos de 32 países coinciden en algo que probablemente, si hacen la carta a nivel mundial, serían miles los que firmen, porque hay evidencia empírica de la realidad de una suspensión de partículas de saliva probablemente contagiadas de personas infectadas, durante cierto tiempo en espacios cerrados y que no tiene que ver necesariamente con 1,5 a 2 metros de distancia”.
Detalló que puede tratarse de una “ruta de infección importante en ambientes cerrados” y, por eso, subrayó que, en salones de clase o en reuniones y demás, es importante que haya circulación de viento cruzado y que no se utilice el aire acondicionado. Apuntó, además, que las mascarillas también en estos casos reducen el riesgo de contagio.
“Por qué la Organización Mundial de la Salud (OMS) no le da tanto crédito a esta vía de transmisión, sinceramente no lo sé”, puntualizó. “Lo que estos investigadores quieren decir, y estoy más de acuerdo con ellos, es que podría ser una ruta importante, no necesariamente en espacios abiertos, sino en un bus, tren, carro; porque ahí sí existe mucha probabilidad de que, con solo hablar, salgan gotículas imperceptibles que en ambientes cerrados pueden viajar y depositarse sobre superficie de las otras personas o mesas y demás”.
La OMS reaccionó el pasado martes y Benedetta Allegranzi, funcionaria de la Organización, declaró que “reconocemos que surgen pruebas en este sentido y por tanto, debemos permanecer abiertos a esta posibilidad y a sus implicaciones, así como a las precauciones que deben adoptarse”.
El ministro de Salud, Daniel Salas, se refirió al tema y destacó que se trata de un riesgo en “espacios más reducidos” y que en todo caso el tema de las microgotas “es mucho más importante cuando una persona es sintomática, tosiendo o estornudando, a cuando no lo está”.
“El asunto de que esas gotículas se mantengan por más tiempo en el aire, tiene que ser en un recinto generalmente cerrado, con poca circulación de aire, con ventanas cerradas”, tras lo cual subrayó que “el mismo uso de mascarillas o de las caretas también reduce de forma importante el eventual riesgo de transmisión aérea”.
Añadió que esta forma de transmisión es tomada en cuenta en la elaboración de lineamientos y protocolos que se manejan para la reactivación de los servicios económicos.