Mundo Presidente del parlamento iraní

“El caos en el mundo no será beneficioso para ningún país”

“Un estado de caos en el mundo no será beneficioso para ningún país y perjudicará a todos”, dijo el presidente del parlamento Iraní,

“Un estado de caos en el mundo no será beneficioso para ningún país y perjudicará a todos”, dijo el presidente del parlamento Iraní, Ali Lariyani, al comentar la situación mundial durante los actos de traspaso de poder en su país.
El pasado 5 de agosto, Hasan Rohaní asumió su segundo mandato como presidente de Irán, en una multitudinaria ceremonia en el parlamento iraní, a la que asistieron delegaciones de un centenar de países.

“Una presencia extranjera sin precedentes” para un acto de esta naturaleza en Irán, destacó la agencia española Efe.

Rohaní aseguró que su país no sería “el primero en incumplir el acuerdo nuclear”, pero que “no se quedará de brazos cruzados ante las violaciones de Estados Unidos”.

A la ceremonia asistió el presidente de la Asamblea Suprema del Pueblo y jefe de Estado de Corea del Norte, Kim Yong-nam, quien tenía programada una visita de diez días a Irán.

Días antes, Estados Unidos había impuesto nuevas sanciones a Irán, alegando violaciones al acuerdo nuclear firmado por ese país con seis grandes potencias en julio del 2015. Ninguna acompañó a Washington en esas sanciones.

Recientemente, el director de la Agencia de Inteligencia Norteamericana (CIA), Mike Pompeo, aseguró que su país había “creado dos nuevos centros enfocados en clavar un puñal en el corazón del problema coreano y en el iraní”.

Sanciones y más sanciones
La semana pasada, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidos aprobó nuevas sanciones contra Corea del Norte, por el lanzamiento de un nuevo misil, como parte de su programa de desarrollo militar. Rusia y China se sumaron a las tres potencias occidentales con derecho a veto en el Consejo –Estados Unidos, Inglaterra y Francia– en ese voto.

Pero el representante ruso, Vasili Nebenzia, afirmó: “Las aventuras militares en la tensión en torno a Corea del Norte, provengan de donde provengan, serían una catástrofe para la estabilidad regional”.

Y agregó: “El recurso de presiones por medio de sanciones quedó agotado tras la resolución de hoy”. “Es imposible solucionar el problema de la península coreana solo por medio de sanciones o presiones contra Pyongyang”.

En opinión de Moscú, el despliegue del sistema antimisiles de Estado Unidos en Corea del Sur, actualmente en pleno desarrollo, lejos de contribuir a la paz, será un factor desestabilizador, que “socava el equilibrio militar en la región”.

El domingo pasado, Immanuel Wallerstein, destacado estudioso de lo que ha llamado el “sistema mundo”, publicó en el diario mexicano La Jornada un artículo titulado “Corea del Norte aventaja tácticamente a todos los demás”, en el que afirmaba que Corea del Norte era hoy “el régimen más impopular del mundo”.

Wallerstein asegura que lo que más temen China y Corea del Sur es el “colapso repentino del régimen norcoreano”.

En un análisis sobre la situación regional y sus posibles desarrollos, estima que los dos países “han perdido confianza en que Estados Unidos intervenga de algún modo significativo”, lo que hace que ese país se transforme “en un factor irrelevante en sus decisiones políticas” para resolver esa crisis.

Wallerstein analiza luego las consecuencias de este hecho para países como Japón, Taiwán, Australia y también en Medio Oriente. Su conclusión es que “la única cosa que podría reducir el riesgo de un caos nuclear es una aceptación, por parte de Estados Unidos, de los límites de su propio poder geopolítico y unas negociaciones directas con Corea del Norte”.

La política de sanciones multilaterales está vigente en el caso de Corea del Norte; pero Estados Unidos las aplica de forma unilateral en el caso de Irán; de Rusia, más allá de lo que sus aliados europeos están dispuestos a aceptar; y de América Latina, donde la semana pasada las ampliaron contra Venezuela y las mantienen desde hace más de medio siglo en el caso de Cuba.

Sanciones y guerras

A esto se suma la más larga guerra en la que se ha involucrado Estados Unidos y que, luego de 16 años, está empantanada: la de Afganistán.

La semana pasada murieron otros dos militares norteamericanos en ese país, donde Estados Unidos tiene desplegados 8.400 soldados, teóricamente no en combates, sino en tareas de entrenamiento y asesoría.

El nuevo Secretario de Defensa, el general Jim Mattis, reconoció que la nueva administración está revisando los objetivos que su país pretende alcanzar en esa guerra, en medio de una situación que parece fuera de control.

Lucian K. Truscott IV, periodista de larga trayectoria, publicó el pasado 5 de agosto un artículo titulado “Por qué perdimos la guerra en Afganistán”, en el que sugiere enviar congresistas norteamericanos a ese país para hacer un recorrido por sus carreteras.

Lo que dice Truscott es sorprendente. “Gastamos tres mil millones de dólares en los últimos 15 años pavimentando las carreteras de Afganistán.

En 2001 ellos tenían exactamente 50 millas de carreteras pavimentadas. Para 2016 nosotros habíamos pavimentado de ocho mil a diez mil millas.

Pero ese mismo año el Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán hizo una inspección e informó que 95% de esas carreteras estaban dañadas o completamente destruidas y que 85% de las carreteras que habíamos pavimentado no recibían manutención adecuada.

Para no decir que casi cada milla de esas carreteras, donde habíamos invertido tres mil millones de dólares, eran demasiado inseguras para viajar por ellas”. Restaurarlas, según la USAID, citada por Truscott, costaría ocho mil millones de dólares más.

Truscott sugiere consultar a los rusos el porqué de la derrota: “ellos saben”, asegura, en alusión al fracaso de Moscú en alcanzar sus objetivos cuando invadió ese país, entre 1978 y 1992.

No más Doctrina Monroe

Kishore Mahbubani, exdiplomático singapurense y actual decano de la prestigiosa Lee Kuan Yew School, de la Universidad Nacional de Singapur, uno de los intelectuales más destacados de Asia en la actualidad, analizó la situación mundial en una entrevista concedida a Nathan Gardels y publicada en The Huffington Post en mayo pasado.

El problema, afirmó, es que “Estados Unidos es todavía incapaz de admitir que será el número dos, detrás de China”. No se puede volver el reloj hacia atrás, aseguró. “Con el fin de la era de dominación Occidental, estamos pasando de un mundo monocivilizatorio, dominado por Occidente, a un mundo multicivilizatorio”.

La gente, en Occidente, está confundida, afirma Mahbubani. “No han entendido que esta nueva época de la historia mundial tiene que aceptar el multiculturalismo, incluso en casa”.

“En la medida en que los Estados Unidos pase a ser el número dos en el mundo (y eso es inevitable), debe abandonar sus destructivas políticas de unilateralismo y comenzar una nueva era de constructivas políticas de multilateralismo”.

No habrá retorno a una época de esferas de influencia exclusiva, asegura el académico singapurense. “Cada región tendrá diversas opciones. América Latina no puede seguir estando sometida a la Doctrina Monroe” con la que Washington definió, en el siglo XIX, que esta era su zona de influencia.

Cuando Trump dice que quiere “hacer Estados Unidos grande de nuevo” nos muestra que “está llevando el país hacia el futuro mirando por el espejo retrovisor. Ninguna política con perspectiva de futuro será posible con Trump”. El péndulo político –concluye Mahbubani– oscilará contra los Estados Unidos”.

Algo que, a su manera, concluye también Matthew Continetti, en un artículo sobre el “Conservadurismo Estadounidense”, publicado en la conservadora National Review.

El artículo explica como el anticomunismo unificó y dio sentido a las ideas conservadoras en los Estados Unidos y como el fin de la Unión Soviética provocó desconcierto entre ellos.

“Mis estudiantes rápidamente comprendieron la importancia del anticomunismo para el movimiento intelectual conservador. Cuando la URSS desapareció, también desapareció la unidad de los conservadores en torno a un tema. El intento de sustituirlo por el islamismo radical fracasó, afirma.

La conclusión del artículo es que la tendencia actual va a cambiar rápidamente, “y no en la dirección que uno espera”.

 

 

 

 

 

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