Mundo Elecciones en El Salvador

Algo anda muy mal…

Una debacle electoral. Ese es el resultado de las elecciones parlamentarias y municipales del pasado 4 de marzo para el gobernante Frente Farabundo Martí_para_la_Liberación_Nacional (FMLN)

Una debacle electoral. Ese es el resultado de las elecciones parlamentarias y municipales del pasado 4 de marzo para el gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). El FMLN perdió cerca de la mitad de los votos que había obtenido en 2015. Quedó reducido “a la irrelevancia legislativa”, en opinión de Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero de la capital salvadoreña. Algo anda muy mal en el gobierno y en el partido “para sufrir semejante humillación en las urnas”, afirmó Cardenal.

Pero el verdadero ganador de las elecciones fue la abstención, ya que cerca de dos tercios del electorado se abstuvieron de asistir a las urnas.

Contados todos los votos, entre los cuatro principales partidos, la conservadora Alianza Republicana Nacionalista (Arena) obtuvo 823.197, frente a 475.266 del FMLN; 222.547 de Gana (una disidencia de Arena) y 200.575 del también conservador Partido Concertación Nacional (PCN). En una asamblea de 84 diputados, Arena logró por lo menos 35 curules; El FMLN obtuvo 27; El PCN alcanzó diez (cuatro más que los obtenidos en 2015); GANA consiguió nueve (dos menos que en 2015) y el Partido Demócrata Cristiano logró tres (dos más que en el 2015).

Nada extraordinario

Pero no es solo en el FMLN donde las cosas andan mal. Para Cardenal, Arena tampoco “ha hecho nada extraordinario para merecer un triunfo tan aplastante, excepto entorpecer la gestión del FMLN y así contribuir a su descalabro”. Más aún, agregó que “los datos muestran que la victoria de Arena no es tan abrumadora como aparenta, pues no ha recibido más votos que en 2015”.

La revista de la Universidad Centroamericana (UCA), de los jesuitas, en un editorial afirmó que fueron unas elecciones “sin mayor contenido”, en medio de “una profunda desgana ciudadana y un fuerte descrédito de los políticos de oficio”.

“Mientras se alaba la pacífica convivencia en los comicios o se habla con grandilocuencia de la fortaleza de nuestra democracia, los homicidios aumentan y la corrupción continúa campeando. De seguir en esta dinámica en la que las ideas son frases sueltas, las leyes papeles mojados y las palabras sonidos sin significado, el futuro no pinta nada bien”, estimó la UCA.

Una idea similar expreso Javier Calderón Castillo, investigador del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), para quien “la polarización del país, el desanimo y el descontento del electorado, constituyeron el clima electoral para concretar este resultado”.

Para los periodistas Sergio Arauz y Gabriel Labrador, del diario El Faro, el triunfo de Arena pueda resumirse en una palabra: constancia. “Desde que perdió el Ejecutivo en 2009, el partido de derecha ha sabido recomponerse de sus peores escenarios. A finales de ese mismo año, y apenas iniciada la legislatura, su bancada en la Asamblea se rompió y dio pie al nacimiento de Gana, actual partido llave del Congreso, fundado por diputados tránsfugas de Arena”, afirmaron. En los últimos dos periodos legislativos, recuerdaron los periodistas, Arena siguió “demostrando la inestabilidad de su estructura, con una fracción dividida y pequeños cismas”.

De todos modos, estos resultados permitirán a la oposición obtener una mayoría calificada de dos tercios en la asamblea y elegir a los miembros de importantes instituciones, como cuatro de los cinco magistrados que se renuevan en la Sala lo de Constitucional, el Fiscal General de la República, y magistrados de la Corte de Cuentas, lo que margina al FMLN de esas decisiones.

En los municipios

También hubo elecciones municipales en El Salvador. En las capitales de los 14 departamentos, Arena lograba diez alcaldías, incluyendo la de la capital, San Salvador, que, desde 2015, estuvo gobernada por un militante del FMLN, Nayib Bukele, una joven figura política de 36 años. Bukele, expulsado del partido en octubre del año pasado por discrepancias con la dirección, llamó a la abstención en estos comicios y creó el movimiento “Nuevas Ideas” con el cual pretende aspirar a la presidencia en las elecciones del año que viene. El resultado de esa división fue que el candidato de Arena a la alcaldía, Neto Muyshondt, se impuso cómodamente a la del FMLN, Jackeline Rivera. Caudno habló en el Salón Mayor Roberto d’Aubuisson, en la sede del partido, al conocerse los resultados, Muyshondt convocó a todas las fuerzas de derecha para integrar un frente amplio de cara a las elecciones del 2019.

Vale la pena recordar que el mayor Roberto d”Aubuisson, que da nombre al salón mayor de la sede de Arena, es indicado como el responsable del asesinato, el 24 de marzo 1980, de monseñor Oscar Arnulfo Romero, que el sábado pasado fue canonizado en un multitudinario acto público en San Salvador.

Maras

Dos problemas son temas relevantes en el debate político salvadoreño: el de la pobreza y el de la violencia, vinculado a la actividad de las maras o pandillas.

Azam Ahmed, jefe de corresponsales de The New York Times en México, Centroamérica y el Caribe, publicó el 29 de noviembre pasado un largo reportaje sobre las maras. En marzo del 2016, recordó, el presidente Salvador Sánchez Cerén anunció un conjunto de medidas extraordinarias para acabar con las pandillas. Una tregua respaldada por el gobierno anterior había fracasado.

Cuando Sánchez Cerén llegó al poder en junio de 2014, le retiró el apoyo gubernamental a la tregua. Siete meses después había encarcelado a los líderes de las pandillas en prisiones de máxima seguridad, cortando sus líneas de comunicación.

Uno de los periodos más pacíficos desde la guerra civil dio lugar a uno de los más mortíferos y no solo porque la guerra entre las pandillas iba en aumento, sino porque la violencia policial también se incrementó de manera drástica”.

Con las medidas del nuevo gobierno, la tasa de homicidios aumentó a 104 por cada cien mil personas a nivel nacional. Era el doble en la capital, aunque las cifras pueden variar según las fuentes. Para darse una idea de lo que esto significa basta recordar que la Oficina de NNUU contra la Droga y el Delito califica de “alto” el índice de más de 20 homicidios por cien mil habitantes.

Ahmed cita una conversación con un líder de las pandilla, Santiago, quién se pregunta: – ¿qué dice nuestra existencia del gobierno y los servicios que no provee? Existimos porque no hay nada más.

La MS-13, la mara más importante, tiene 40 mil miembros y recauda unos 30 millones de dólares anualmente, principalmente resultado de extorsiones, en su mayoría a pequeños comerciantes, según los datos del reportaje. La afirmación desnuda también la dificultad para erradicar el problema.

Pobreza

El otro problema es la pobreza, ciertamente vinculada a la existencia de las maras.

En marzo del 2015 el Banco Mundial publicó el informe “Los Olvidados: pobreza crónica en América Latina y el Caribe”. Ahí se decía que alrededor del 25 % de la población salvadoreña vivía en pobreza crónica. O sea, que nació pobre y moriría pobre. Pero no solo eso, sino que 38% de la población se encontraba en una situación de movilidad social descendente.

Un Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) del 2016, presentada por la Dirección General de Estadísticas y Censos (Digestyc) revelaba que poco más de un tercio de los hogares salvadoreño se encontraba en condición de pobreza multidimensional, que es otra forma de medir esa condición.

Del mismo modo, 44% de los hogares vivían en situación de hacinamiento y el 26% de los jóvenes entre 15 y 24 años no estudiaban ni  trabajaban.

La economía del país depende, en gran medida, de las remesas, que el año pasado alcanzaron los 5.021 millones de dólares, 445 millones más que en 2016.

La economía está relativamente estancada. Las perspectivas de crecimiento este año son de alrededor del 2%. El Banco Mundial prevé algo menos que eso, mientras la Cepal y el Banco Central de Reserva de El Salvador lo estiman en 2,3% y 2,4% para este año y el próximo.

No es difícil entender, en este contexto, los resultados de las elecciones, sobre todo la apatía con que los salvadoreños vieron un proceso en el que no parecen depositar muchas esperanzas de cambios.

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