Mundo Paradise Papers

“Hace 30 años enfrentamos una verdadera guerra fiscal”

Los Panama Papers eran un escándalo de ilegalidad; pero los Paradise Papers son algo más refinado, más distinguido

Los Panama Papers eran un escándalo de ilegalidad; pero los Paradise Papers son algo más refinado, más distinguido, más elaborado en el marco de los esquemas legales, afirma Pascal Saint-Amans, director del Centro de Políticas y Administración Fiscales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en declaraciones al diario francés Libération.

Es cierto que en años recientes se ha progresado en la lucha contra el fraude, pero ese esfuerzo no es más que un árbol que esconde el bosque; desde hace treinta años asistimos a una verdadera guerra fiscal internacional, que incita a los Estados a librar una guerra fratricida para atraer capitales, estimó, por su parte, Jean-Michel Naulot, exmiembro de la Autoridad de los mercados financieros en Francia.

La publicación de los Paradise Papers es un lamento a la impotencia, a la vez preciosa y abrumadora. Sabemos que la evasión fiscal es masiva, escurridiza. Pero la revelación de los nombres de los involucrados, de los mecanismo utilizados y de los lugares donde se ocultan los capitales le ponen carne y hueso a “este escándalo mundial”, como lo llamó el columnista francés Laurent Joffrin. O la “farsa escondida del capitalismo”, como la calificó otro.

En Estados Unidos, los republicanos presentaron una reforma fiscal para reducir el impuesto a las sociedades, de 35% a 20%. Una tendencia que se repite en diversos países como Alemania o Francia, donde esa tasa ha venido cayendo en los últimos años. Del 33% que era, al inicio del gobierno del socialista François Hollande, podría pasar a 25%, si se aprueban las propuestas del nuevo gobierno conservador de Emmanuel Macron.

Paradise Papers

El New York Times explicó el detalle la filtración de los documentos que ahora se conocen como Paradise Papers, que revelan los mecanismos utilizados por los muy ricos para evadir impuestos.

La filtración es resultado del trabajo de dos periodistas del diario alemán Süddeutsche Zeitung, luego compartida con el consorcio del periodistas de investigación (ICIJ), el mismo que ya había divulgado los Panama Papers y el que integra, en Costa Rica, el Semanario UNIVERSIDAD. Los periodistas alemanes no revelaron el origen de los documentos cuya veracidad, sin embargo, nadie ha puesto en duda.

Son más de 13 millones de documentos, sobre todo operaciones del bufete de abogados Appleby, fundado hace 119 años e instalado en las islas Bermudas. Appleby atiende a corporaciones selectas y a personas muy ricas, ayuda a sus clientes a reducir su carga fiscal, a “opacar propiedades de bienes como compañías, aviones privados, bienes raíces y yates, así como a establecer fideicomisos —que en algunos casos alcanzan los miles de millones de dólares— en paraísos fiscales”, dice Michael Forsythe, en el NYT.

Además de su oficina central en las Bermudas, tienen oficinas en paraísos fiscales de todo el mundo, como las Islas Caimán y Vírgenes británicas; en el Caribe, las islas Jersey y Guernsey; posesiones británicas en el Canal de la Mancha; la islas de Man, entre Gran Bretaña e Irlanda; las Seychelles o Hong Kong, algunos pequeños y discretos territorios donde se ocultan y se mueven gran parte de las mayores fortunas del mundo.

Estas jurisdicciones son conocidas comúnmente como paraísos fiscales y, en la industria, como centros financieros offshore (OFC). “Generalmente son pequeñas, estables, discretas y confiables. Pero no siempre es el caso y la “rigurosidad de sus controles para evitar ilegalidades puede variar”, recordó la británica BBC.

El Reino Unido “es un importante actor del sector, en parte porque muchos de sus territorios de ultramar y dependencias de la Corona son centros financieros offshore, pero también porque muchos de los abogados, contables y banqueros que trabajan en la industria offshore están en la City”, el centro financiero londinense, agregó la BBC.

Los clientes de Appleby son la élite del mundo de las finanzas que, en opinión de Forsythe, “contrasta con los de Mossack Fonseca”, el bufete panameño origen de los Panama Papers, “quienes parecían discriminar menos en lo que a su cartera de clientes se refiere”.

Las finanzas offshore no son para el 1% más rico del mundo, sino para un sector mucho más exclusivo: el 0,001% de la población. “Activos por el orden de los $500 mil simplemente no cubrirían los gastos necesarios para participar en estos esquemas, estima Brooke Harrington, autor del libro Capital sin fronteras.

¿Quiénes y cuánta plata?

Es imposible saber exactamente cuánta plata se mueve en el mundo offshore, pero hay algunas estimaciones. El Boston Consulting Group dice que son unos $10 billones, lo equivalente al Producto Interno Bruto (PIB) combinado del Reino Unido, de Francia y Japón. Pero puede ser una estimación conservadora. Para James Henry, autor del libro The Blood Bankers, el monto es mucho mayor: 36 billones de dólares, el doble del tamaño de la economía de Estados Unidos.

Según la OCDE la pérdida anual global para los países afectados por la evasión fiscal puede llegar a $240 mil millones.

Para el senador norteamericano Bernie Sanders, lo que estas filtraciones revelan es cómo el mundo “se está convirtiendo en una oligarquía internacional”. Sanders considera que, dadas sus dimensiones, el enriquecimiento de individuos y compañías adineradas en paraísos fiscales es “el mayor problema de nuestro tiempo”.

Políticos, reinas, príncipes, empresarios, estrellas de Hollywood, deportistas de élite, multinacionales, bancos y universidades integran esa lista.

Los documentos de Appleby revelan quienes están involucrados en estas transacciones. El nombre de la reina de Inglaterra, Elizabeth II, o el del actual Secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, aparecen en esos documentos. Tillerson fue director de Marib Upstream Services Co., una empresa creada para explotar un negocio billonario de gas y petróleo en Yemen, incorporada en Bermudas en 1997. Pero también el asesor económico principal del presidente Donald Trump, Gary Cohn, motor de las reformas impositivas que la administración está tratando de impulsar, aparece en diversos momentos, entre 2002 y 2006, como presidente o vicepresidente de 22 entidades para Goldman Sachs, en las islas Bermudas.

En el caso de la reina, se trata de fondos administrados por el Ducado de Lancaster, que maneja inversiones del patrimonio privado de la reina, por unos $13 millones, colocados en un fondo de las Islas Caimán y Bermudas.

Según la BBC, “el Ducado dijo que no estuvo involucrado en las decisiones tomadas por los fondos y no hay nada que indique que la Reina tenía algún conocimiento de las inversiones específicas hechas en su nombre”. Un representante de Elizabeth II confirmó estas inversiones, pero señaló que el ducado desconocía los detalles sobre el destino posterior de esos fondos.

La nota de la BBC no deja de señalar, sin embargo, que hubo pequeñas inversiones en el negocio de alquileres BrightHouse, “que ha sido acusado de explotar a los más pobres, y la cadena de venta de bebidas alcohólicas Treshers, que luego quebró y quedó debiendo 17,5 millones de libras (unos $23 millones) en impuestos y causó la pérdida de casi seis mil puestos de trabajo”.

Además de los grandes financistas, las multinacionales son clientes de bufetes como Appleby, entre ellas Nike, Apple, Uber, Facebook, que utilizan estos mecanismos para reducir sus cargas fiscales e incrementar sus ganancias.

En América Latina, pocos países carecen de inversionistas en esos fondos. En la lista están dos miembros del actual gabinete del presidente brasileño Michel Temmer, el ministro de Agricultura Blairo Maggi, conocido como “rey de la soya”, y el ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, mencionado con frecuencia como uno de los posibles sucesores de Temer. Está también Luis Caputo, ministro de Hacienda del presidente argentino Mauricio Macri.

Respuesta de Appleby

Algunos de los que aparecen en estas transacciones han dado explicaciones, como los portavoces de la reina de Inglaterra, cuando afirmaron que “no hay nada que indique que la Reina tenía algún conocimiento de las inversiones específicas hechas en su nombre”.

Appleby, por su parte, respondió estar “satisfecha de que no hay evidencia de ninguna ilegalidad” en sus actividades, ni de su parte, ni de parte de sus clientes. Y agregó: “No toleramos ningún comportamiento ilegal”.

La empresa había defendido su actividad en el pasado, afirmando que los OFC protegen a la gente victimizada por el crimen y la corrupción o por la persecución de “Gobiernos venales“.

Los centros financieros offshore sostienen también que si ellos no existieran no habría límites a los impuestos que los Gobiernos podrían cobrar; además de inyectar en la economía del mundo miles de millones que, de otro modo, quedarían inactivos, desnudando lo que un columnista francés calificó como la “farsa escondida del capitalismo”.

 

 

 

 

 

 

 

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