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Jaír Bolsonaro: General, ¡Ayúdeme, yo no puedo equivocarme!

Hoy asume funciones el nuevo presidente de Brasil Jaír Bolsonaro

“General, ¡ayúdeme, yo no puedo equivocarme! De otro modo perdemos la única posibilidad de cambiar Brasil. Si la canalla vuelve, nunca más…”

La frase habría sido dicha por el próximo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, citado por el general retirado Augusto Heleno, ministro del futuro gabinete en la cartera de Seguridad Institucional.

Recordaba el general, en artículo publicado el pasado 10 de diciembre, el acto de graduación de la Escuela Militar, emocionado por las manifestaciones eufóricas de apoyo al futuro presidente.

¿Será que Bolsonaro tiene conciencia de la inmensa responsabilidad que asume; qué significa esta nueva realidad para el rescate histórico de las fuerzas armadas, tratadas tan injustamente, tan vilipendiadas, durante 54 años?, se preguntó Heleno.

54 años son los que han transcurrido desde el golpe militar de 1964, cuando las fuerzas armadas brasileñas destituyeron el presidente João Goulart y asumieron el poder durante 21 años en el país. Admirador de la dictadura, Bolsonaro se  ha lamentado públicamente de que no haya matado a más opositores y ha elogiado, en el Congreso, a uno de los torturadores más reconocidos, el coronel Brilhante Ustra, recientemente fallecido, cuya hazaña principal fue haber llevado a un hijo pequeño ver a su madre torturada.

Clima extraño

En ese clima extraño, Bolsonaro asumirá la presidencia de Brasil el próximo 1 de enero. La fecha es siempre poco propicia para la presencia de mandatarios extranjeros en los actos de traspaso de poder. Pero no deja de despertar curiosidad ver quienes se harán presentes esta vez en la ceremonia en Brasília.

Se habla del primer ministro de Israel, Benyamin Netaniahu. Entre los muchos anuncios de Bolsonaro, antes de asumir el cargo, estuvo la intención de acompañar a Estados Unidos en el traslado de la embajada brasileña en Israel e Jerusalém.

La administración Trump se ha acercado también al próximo presidente. El mandatario norteamericano mandó a su asesor en seguridad nacional, John Bolton, a Rio de Janeiro, a entrevistarse con Bolsonaro, camino a la cumbre del G-20 que se celebró a fines de noviembre en Buenos Aires. En todo caso, no parece probable que Trump asista al traspaso de poderes.

Tampoco estaría el presidente argentino, Mauricio Macri. Conservador, como Bolsonaro, a Macri parece incomodarle la intención de Bolsonaro de alejarse del Mercosur, su crítica a los acuerdos sobre cambio climático y la preferencia manifestada por el próximo presidente brasileño por el gobierno chileno de Sebastián Piñera, al que haría su primera visita internacional. Bolsonaro y su hijo, Eduardo Bolsonaro, diputado electo con más de 1,8 millones de votos en las pasadas elecciones, han manifestado cercanía, principalmente, con los sectores más radicales de la derecha chilena, sin ocultar su simpatía por la dictadura del general Augusto Pinochet. Eduardo Bolsonaro afirmó que Pinochet había evitado que Chile se transformara en otra Cuba, en vista a Santiago la semana pasada.

En todo caso, Macri anunció una visita a Brasil para el 16 de enero, “para comenzar a trabajar juntos en esta nueva etapa”. En la agenda está el cerco al gobierno de Nicolás Maduro, en Venezuela, un proyecto que cuenta con el apoyo de Washington pero también de dos países claves para cualquier iniciativa cntra Maduro: Colombia y Brasil, los dos con vastas fronteras con Venezuela. Argentina, Chile, Perú, Paraguay, entre otros, podrían sumarse a estas nuevas iniciativas contra el gobierno de Caracas.

Bolsonaro y su hijo aspiran a transformar Brasil en la base de operación de un movimiento conservador internacional. Su hijo realizó el mes pasado una cumbre conservadora en la zona fronteriza de Foz de Iguazú de la que participaron el colombiano Álvaro Uribe y el excandidato presidencial chileno José Manuel Kast, en la que ofreció “acabar con la izquierda” en América Latina.

Gabinete extraño

Abanderado de la lucha contra la corrupción, el anuncio del gabinete, que Bolsonaro ha ido haciendo periódicamente, incluye a nueve ministros, de 22 anunciados, investigados por actos de corrupción o reos en causas judiciales. Entre ellos, el jefe de su casa civil, Onyx Lorenzoni, que reconoció haber recibido fondos ilegales en su campaña electoral para diputado en 2014.

Pero no solo denuncias por corrupción han desatado polémicas por los nombramientos. Uno de sus primeros anuncios fue el del juez Sergio Moro en el ministerio de Justicia, el mismo que violó todos los procedimientos para condenar al expresidente Lula y evitar su candidatura en las pasadas elecciones presidenciales.

El futuro canciller, Ernesto Araújo, prometió acabar con cualquier vestigio de “marxismo cultural” en la cancillería brasileña. El equipo económico ha sido entregado a Paulo Guedes, un ultraliberal dispuesto a vender todas las instituciones públicas, desde la Petrobrás hasta el Banco do Brasil. Guedes ha colocado hombres de su confianza al frente de ambas instituciones.

En la pasta del Ambiente Bolsonaro nombró al abogado Ricardo Salles, vinculado al sector ruralista (responsable de los avances sobre la selva amazónica, de la expansión de cultivos como la soya), partidario de acabar a tiros con las manifestaciones del movimiento de los sin tierra. Candidato a diputado en las pasadas elecciones, su propagando sugería “Seguridad en el campo”. Vote 30-06 decía, en una publicidad en la que aparecía una caja de balas calibre 30-06, sugerida como solución para la izquierda y el movimiento de los trabajadores sin tierra, contra la plaga del jabalí, contra el robo de ganado o contra los bandidos en los campos.

La ministra de la Mujer, de la Familia y de los Derechos Humanos, Damares Alvez, pastora evangélica, afirmó haber visto a Jesucristo subido a un árbol de guayaba. Damares dijo que le aconsejó a bajarse, pues podría caer y hacerse daño.

Extraña mezcla

El gobierno de Bolsonaro tiene una fuerte presencia militar, comenzando por el vicepresidente, el general Hamilton Mourão. Otros siete generales estarán a cargo de las carteras de Defensa, Seguridad Institucional, Minas y Energía, Ciencia y Tecnología, Infraestructura, de la Secretaría de Gobierno y de la Contraloría General de la República.

Junto con el resto del gabinete forman un equipo que para el, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getúlio Vargas, Oliver Stuenkel, es “inusitado”: un grupo antiglobalista, un grupo neoliberal y los militares.

Un equipo que, sin embargo, tiene el apoyo del congreso y de la opinión pública, según la última encuesta divulgada la semana pasada, pero que es difícil vislumbrar trabajando junto de acuerdo con los anuncios que ha ido haciendo el presidente electo antes de asumir el cargo.

 

Señales extrañas

 

Para otros analistas, hay señales de que Bolsonaro “tendrá el mismo fin de Collor y Jânio Quadros”. Esa es la opinión de Renato Rovai,editor de la Revista Fórum. Collor fue elegido en 1990 y destituido por el Congreso en 1992. Quadros gobernó solo siete meses, en 1961, de febrero a agosto, cuando renunció al cargo.

Para Rovai, Bolsonaro vive un desgaste tan grande, aun antes de asumir, que no tendrá la tradicional “luna de miel” con que, en Brasil, se recibe al nuevo gobierno por lo menos hasta Semana Santa y después del carnaval.

Denuncias de corrupción contra el mismo entorno de Bolsonaro, de su mujer y su hijo, así como las críticas al gabinete son aspectos que destaca Rovai. Agrega disputas internas de su partido, el Social Liberal (PSL), que se hicieron públicas; críticas de su vicepresidente por el manejo de las denuncias de corrupción que involucran a su mujer; las dificultades para conformar mayorías para elegir la presidencia del congreso y del senado; y el “nombramiento de una serie de ministros inexpresivos y caricaturescos”.

Está también el desafío de reactivar la economía, una expectativa difícil de satisfacer, aunque puedan entrar mucho millones a las arcas del Estado gracias a las privatizaciones anunciadas.

“Brasil parece estar listo para una nueva interrupción del gobierno, por impeachment o golpe”, estimó Rovai, ante un gobierno que, en su opinión, nunca asumió el cargo tan desgastado ya en su primer mandato.

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