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El coronavirus es el menor de los temores para los haitianos atrapados en Costa Rica

Estos migrantes varados en Costa Rica, desde marzo, añoran seguir su viaje hacia los Estados Unidos. Lo que más les preocupa es conseguir empleo, enviar dinero a sus familias y que sus hijos continúen sus estudios. 

En un centro comunal en Palmar Norte, el 28 de agosto, 97 haitianos atrapados en Costa Rica, desde el mes de marzo, esperaban con ansias su salida en autobús hacia el Centro de Atención Temporal de Migrantes (Catem) del Norte, ubicado en La Cruz de Guanacaste, a solo 20 kilómetros de la frontera con Nicaragua. 

Alojados hasta la semana pasada en Palmar Norte, luego de haber caminado alrededor de 80 kilómetros, debido a las condiciones deplorables en las que vivían en un albergue costarricense junto a otros 116 de sus compatriotas, estos migrantes señalan que no le temen al COVID-19, pues han estado aislados en un albergue y en ese centro comunal desde hace meses. 

Sus salidas y contacto con el exterior han sido más que limitadas. La pandemia, sin duda alguna, no ha sido su mejor aliada, pues pausó indefinidamente su ruta hacia los Estados Unidos. Sin embargo, a la fecha, ninguno de ellos ha sido contagiado. 

Estos haitianos, provenientes en su mayoría de Chile y de Brasil, ingresaron a Costa Rica por la frontera con Panamá, en marzo. Su objetivo era permanecer en el país apenas unos días; sin embargo, el cierre de fronteras causado por la pandemia los obligó a quedarse. La estancia que en su momento iba a hacer por unos “cuantos días” ya suma más de cinco meses.

Son más de cinco meses que no han sido fáciles para estas familias quienes en un principio se albergaron en el Catem del Sur, ubicado en Kilómetro 20 de Golfito. En ese lugar, señalan, vivieron una pesadilla, debido a las condiciones insalubres en que convivían con otras 116 personas y la lentitud de las autoridades costarricenses para ofrecerles mejores condiciones mientras estén en el país.

“El albergue (Catem del Sur) está en malas condiciones. Los baños están muy sucios, ahí nos bañábamos todos, hombres y mujeres. Casi todas las mujeres andan con infección en la vagina, mi hija tiene un hongo, porque eran muy sucios. La comida llegó vencida muchas veces. Además, en algún momento estábamos más de 200 personas durmiendo en un mismo lugar”, señaló Mison Dornelus, uno de los haitianos varados en Costa Rica.

Esta situación, aunada al hecho de que no podían salir del lugar y las pocas respuestas de las autoridades, hizo que del total de haitianos albergados en el Catem del Sur, 97 decidieran caminar hasta Palmar Norte, donde fueron acogidos por vecinos de la comunidad.

“Todos los días llegaban y nos decían que iban a abrir fronteras en 15 días y eso nunca pasó. También nos prometieron papeles pero no nos dieron el documento”, añadió Mison. 

80 kilómetros bajo lluvia y sol

Wilanda Damus relató a UNIVERSIDAD que el camino desde Kilómetro 20 de Golfito hasta Palmar Norte fue difícil, pues tuvieron que dormir bajo la lluvia en parques. Según la joven, en el Catem del Sur se vivía en condiciones insalubres. (Foto: Miriet Ábrego)

La ruta hacia el centro comunal de Palmar Norte también fue difícil para estas familias, pues debieron caminar durante tres días alrededor de 80 kilómetros bajo lluvia y sol, y con los niños en brazos.

Durante las noches, tuvieron que dormir en parques y paradas de autobuses de la zona sur, porque la policía no los dejó dormir en una iglesia. Los vecinos de la zona, según cuentan, los ayudaron durante el camino con agua y alimentación.

Wilanda Damus, de 25 años, es una de las haitianas que, en su desesperación por salir del Catem del Sur, decidió caminar esos 80 kilómetros junto a su pareja e hijo de ocho años. 

Su salida de Kilómetro 20 de Golfito también se vio motivada por las condiciones deplorables del albergue donde vivían, pues cuenta que en el lugar habían muchas cucarachas y ratones, y que estos últimos les mordían los pies. 

“Los ratones nos comían los pies y habían muchas cucarachas. La gente termina de cepillarse los dientes o se lava la cara ahí donde uno lava la loza. Eso lo reclamamos y era como nada”, señaló Wilanda.

La marcha de los haitianos hizo que las autoridades de Migración se comprometieran a darles un documento migratorio temporal que les permite transitar por el país y, eventualmente, trabajar durante los siguientes seis meses. Tras este paso, los haitianos aceptaron ser trasladados desde Palmar Norte hasta el Catem del Norte el 29 de agosto.  

Wilanda comentó que llegar al Catem del Norte le alegra, pues aunque no puedan continuar su camino hacia Estados Unidos, debido al cierre de fronteras, siente que va a estar “más cerca” de su destino final.

Casi seis meses sin trabajar

Wiston Louis, uno de los líderes de este grupo, es otro de los migrantes que ya suma más de cinco meses en el país. Él salió desde Chile en diciembre anterior, con su esposa y dos hijas, sin imaginar que la pandemia lo dejaría atrapado en Costa Rica.

A Wiston lo que más le preocupa es la economía de su familia, ya que debido a esta pandemia no ha podido trabajar y necesita enviar dinero a su madre de 85 años. Además, durante este tiempo en el país, sus hijas no han continuado sus estudios.

Pese a que las fronteras centroamericanas se encuentran cerradas, estos 97 haitianos consideran que si presentan una prueba negativa de COVID-19, tendrán la oportunidad de que los otros países al norte de Costa Rica los dejen avanzar hacia los Estados Unidos.

“Estos meses es tiempo en que no hemos hecho nada, los niños no pueden estudiar, los papás no están trabajando, las mujeres tienen necesidad. Sin trabajo no hay vida. De momento, necesitamos salir para continuar nuestro camino, pero el destino de nosotros es Estados Unidos. Nosotros no estamos pidiendo dinero al Gobierno, estamos pidiendo un tránsito, un salvoconducto para salir del país. Tenemos dinero para pagar una prueba de COVID-19”, aseguró Wiston. 

“El subdirector de Migración nos ofreció irnos al campamento, pero nosotros no tenemos necesidad de campamento, necesitamos salir. Lo importante ahora es que cada uno va a tener un documento, que puede salir a comprar bebida, zapatos, ropa. De momento nosotros no sabemos cuándo se van a abrir las fronteras. Este COVID-19 es una enfermedad a la que tenemos que acostumbrarnos. ¿Qué tal que pase un año y esa frontera no se abra? Nosotros no tenemos trabajo, no podemos enviar dinero a nuestra familia”, añadió. 

No estaban preparados

Este grupo de haitianos, en su mayoría, provenientes de Chile y Brasil llegaron a Costa Rica en el mes de marzo. (Foto: Miriet Ábrego)

Consultado por UNIVERSIDAD, sobre las condiciones en que vivían los haitianos en el Catem del Sur, el subdirector General de Migración y Extranjería, Daguer Hernández, señaló que las autoridades no esperaban que estos migrantes se quedaran en el país por tantos meses, pues en condiciones normales -sin pandemia- el movimiento sería más rápido.

“Nosotros estamos haciendo todos los esfuerzos por la habilitación de otro espacio. Ese espacio es alquilado y ya estamos terminando la contratación en este espacio. Lo que nunca imaginamos es que se nos iban a quedar tantas personas ahí por tanto tiempo. Normalmente entraban 30 y salían 30, es solo un tránsito. Efectivamente hay que dejar el lugar, hay que salir. Tenemos otro lugar construido y estamos con el tema de permisos”, señaló Hernández.

El subdirector de Migración destacó que al igual que todos los países de la región, las autoridades costarricenses creían que los Centros de Atención estaban cumpliendo con las expectativas de las personas y estaban satisfechos con los procesos; sin embargo, desde hace un mes se vienen presentando movimientos en todos los centros de la región. 

Hernández destacó que, durante la estancia de los haitianos en el país, les han brindado techo, comida y atención de Cruz Roja. “Nosotros no podemos ofrecer un hotel de lujo, pero podemos ofrecer lo que nuestros recursos lo permiten. Hay que recordar que la idea era hacer el traslado del lugar a otro espacio este año, no se iba a quedar ahí el proceso (el Catem); sin embargo, nos agarró la pandemia”.

“El lugar es apto, con techo. Yo tengo videos de la población feliz en el espacio. Hay atención de niños, hay traductor. Es un espacio dentro de lo que se permite muy aceptable y mucho mejor de lo que tienen muchos países de la región”, añadió. 

Hernández mencionó, también, que en el Catem del Sur caben 500 personas, por lo que no hay hacinamiento. Además, el espacio cumple con los protocolos del Ministerio de Salud. 

De acuerdo con datos de Migración, cuando las fronteras se mantenían abiertas, cerca de 50 personas eran atendidas diariamente por los Catem en Costa Rica. Estos migrantes entraban por la frontera del sur y salían por la del norte sin ningún problema. “En los últimos cinco años se han registrado cerca de 56 personas cruzando”, mencionó Hernández. 

Las autoridades ahora deberán conversar con cerca de 116 haitianos que se encuentran aún alojados en el Catem del Sur, y que no quisieron emprender la ruta junto a los 97. “La ruta no es solo una, hay que arreglar con ellos”, externó.

Acompañamiento

La travesía de los haitianos ha sido acompañada desde el mes de marzo por la Asociación Centro de Derechos Laborales sin Fronteras de Costa Rica. Así lo relató a UNIVERSIDAD, su representante Fidelina Mena.

Mena comentó que, desde que inició la caminata de los 97 haitianos, la Asociación se trasladó a la zona para conversar con ellos y así buscar soluciones para la situación que vivían estas familias. Tras la negociación con las autoridades de Gobierno, estos migrantes decidieron dejar de caminar, quedarse alojados en Palmar Norte y esperar un documento migratorio que les permita transitar y laborar en el país.

“La situación de higiene en el Catem del Sur es precaria e insalubre. Es un local que alquila Migración con el Fondo Social Migratorio, debió habérsele exigido a la persona que alquilaba tener mejores condiciones. Los baños son totalmente insalubres. Estaban 200 personas hacinadas. Ellos duermen en camarotes y duermen de manera hacinada”, señaló Mena.

“Las latas de zinc del centro del lugar tienen goteras. Con estas lluvias, era una cascada lo que tenían. Además están cerca de un río y las aguas negras están a menos de 20 metros. Las ratas les llegaban a quitar las comida y también los mordían, nos indican. Las culebras también se acercaban. Las limpiezas de cabinas sanitarias se hacen frente a ellos y no los desalojan, es totalmente insalubre, y los alimentos estaban vencidos”, añadió. 

Estos 97 haitianos se suman a los 170 que ya se encontraban en el Catem del Norte, ubicado cerca de la frontera con Nicaragua. Según Migración, este es un terreno abierto, en el cual las familias duermen en tiendas de campaña militares que han sido donadas. 

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