La temporada 2016 llegó a su final para el equipo de baloncesto femenino de la Universidad de Costa Rica (UCR), que en este año se llevó todos los títulos universitarios en los campeonatos que disputó, pero que en el torneo nacional todavía le cuesta dar el paso para alcanzar el quinto título de su historia, y el primero desde 2002.
Su primer título de la temporada fue en los Juduca en Honduras disputados en abril, en los que barrió en los cuatro partidos ante la Universidad de San Carlos de Guatemala, la Unidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán y la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, para ganar como campeonas invictas, con 309 puntos anotados y solo 171 en contra.
Su siguiente cetro fue la Liga Universitaria, donde se impusieron con comodidad ante la Universidad de Costa Rica Sede Occidente, la Universidad Nacional y el Tecnológico de Costa Rica, tanto en casa como de visita. Incluso, en tres de los juegos alcanzaron el centenar de puntos (110-37 ante Occcidente, 66-121 en esa sede y 62-100 en Heredia ante la UNA) y por lo general ganaron por 25 puntos de diferencia.
Únicamente perdieron en Cartago 48-33, sin embargo en la gran final ante las del TEC lograron rescatar las castañas del fuego y ganar 66-65 en el gimnasio de la UNED y así alcanzaron su segunda liga U consecutiva de la mano del entrenador Pablo Martínez.
Finalmente, se dejaron el Intersedes realizado en octubre ante la UCR Sede Guanacaste, ganando 13-71 en Liberia y 97-26 en Sabanilla para avanzar a los Juegos Nacionales Costarricenses (Juncos) por realizarse del 31 de marzo al 8 de abril del próximo año en la Universidad de Costa Rica, y de este modo defender el título ganado en la edición anterior.
TORNEO NACIONAL, TAREA PENDIENTE
El equipo universitario se caracteriza por ser un tradicional en el baloncesto femenino nacional, con presencia desde 1974, año en que empezaron los torneos ligueros. Aunque siempre son aspirantes al título, todavía les falta uno o dos pasos para llevar su hegemonía universitaria a los campeonatos nacionales.
En esta temporada el equipo celeste arrancó con un semestre bueno en el torneo de Apertura que les alcanzó para llegar a las semifinales en la tercera posición tras 8 triunfos y cuatro derrotas. Sin embargo, se quedó en las semifinales al enfrentarse a Goicoechea. Ganaron en las Instalaciones Deportivas 58-52, pero luego sufrieron doble derrota en territorio guadalupano, 62-44 y 75-53. Precisamente Goicoechea se dejó ese semestre ante la revelación de la temporada, Brenes Santo Domingo, verdugo de Coronado en la fase previa.
Tras el tercer juego en Goicoechea, Martínez enfatizó en la necesidad de trabajar la defensa y la efectividad para mejorar en el Clausura.
En este torneo, se notaron varios avances pese a la salida de una figura clave como Sofía Jiménez, quien pasó a Coronado. Tras muchos intentos infructuosos, finalmente se consiguió ganar en el Amadita, y se concluyó la fase regular con una sola derrota en 12 juegos, precisamente ante las lecheras en casa. Aun así, la diferencia global particular favoreció a las universitarias por 13 unidades, lo que les permitió finalizar primeras en la fase regular y por tanto tener ventaja de casa en todas las series.
En las semifinales tuvo que venir de atrás ante las domingueñas, pues perdieron el juego uno en el Polideportivo de la localidad, 67-56, pero ganaron los otros dos en las Instalaciones Deportivas, 45-38 y 56-50, y avanzaron a la final. En esta instancia, su rival fue otra vez el equipo coronadeño, una de las matriarcas del baloncesto femenino costarricense desde 2008. Les tomó dos juegos demostrar su condición.
El primero culminó con un 84-72 en el Amadita tras un recital ofensivo de las aurinegras desde el inicio gracias a 30 unidades de Natalia Gálvez y 13 de Jiménez, que hicieron inútiles los 20 de Paula Mora y los 18 de Mariela Matamoros.
Esta vocación, más la incertidumbre celeste de que no sabían si iban a jugar por solicitud de las autoridades universitarias de reprogramarlo, resultaron en un cómodo 22-6 para las coronadeñas en los primeros 10 minutos. Ese período marcó el resto del juego, pues aunque la puntería celeste mejoró, sus rivales solo quitaron el pie del acelerador en el último cuarto, con una ventaja de 24 puntos y el juego ya definido.
Ante esto, las universitarias buscaron bajar su déficit tanto como les fuera posible, y lo dejaron en 12 puntos. Debían ganar en las Instalaciones Deportivas para forzar a un tercer juego, en el Gimnasio Nacional.
Pero una vez más quedó claro que las campeonas nacionales defensoras son las únicas que saben cómo ganar en Sabanilla, y despidieron a las celestes en el segundo juego con un humillante 51-80 tras otro recital de Gálvez, quien hizo 24 puntos, más que Mora y Matamoros juntas.
Entre la molestia de Martínez y su renuencia a hablar con la prensa, el llanto de jugadoras y la salida presurosa tras la premiación del Clausura, solo el asistente técnico Tomás Torres brindó declaraciones a UNIVERSIDAD y defendió la temporada del equipo , más allá del triste final. “No podemos venir a decir que por uno o dos partidos las cosas fueron malas, toda la temporada del Clausura fue muy buena”.
Consultado sobre las causas de la derrota, Torres lo atribuyó a la mentalidad, a errores y al mayor bagaje lechero. “Fueron más que todo errores defensivos, parte mental, en el primer juego tuvimos un déficit igual de 15 a 20 puntos y sí lo pudimos recuperar, aquí no, por la presión, algunas estaban jugando su primera final, en cambio ellas (Coronado) tienen más experiencia”.
Por su parte, el entrenador coronadeño Cristian Chavarría atribuyó el éxito de su equipo al manejo de los tiempos del juego y prefirió disfrutar la noche del jueves antes de pensar en la final nacional, iniciada el mismo sábado. Al cierre de esta edición, Coronado llevaba ventaja 1-0 en esta final para quedar a un triunfo del sétimo título histórico en una hegemonía que empezó en 2008, tras la extinción de Lacsa, y luego TACA, en 2007.