Deportes Deportistas mujeres destacan

Mujeres suelen traer los mejores resultados olímpicos en Costa Rica

Las únicas cuatro medallas olímpicas en el país han venido por mujeres, además, han ganado 9 de los 13 diplomas olímpicos del país.

A lo largo de la historia del deporte olímpico para Costa Rica, las mujeres deportistas suelen lograr las mejores participaciones nacionales.

Las cuatro medallas de las hermanas Sylvia y Claudia Poll Ahrens, ambas nadadoras, entre Seúl 1988 y Sydney 2000, son solamente la punta del iceberg y el logro más visible y celebrado a lo largo de toda la historia olímpica del país, que comenzó con una sola participación en Berlín 1936, pero luego siguió con un período ininterrumpido desde Tokio 1964 hasta la fecha.

Sin embargo, a este historial de triunfos más notorios hay que agregar los diplomas olímpicos, los cuales son distinciones dadas a quienes concluyan en las primeras ocho posiciones por sexo (excepto en equitación, donde hombres y mujeres de todas las edades compiten en igualdad de condiciones) o categorías de masa (donde aplique, ya sea en deportes de contacto o en halterofilia).

A lo largo de la historia, Costa Rica ha obtenido 13 diplomas olímpicos. Nueve de ellos fueron ganados por mujeres, siendo las hermanas Poll las que más han cosechado con ocho en conjunto y cuatro cada una, pues al diploma con decorado de plata que venía con la medalla de ese mismo metal obtenida por Sylvia, hay que agregarle otros tres entre Seúl 1988 y Barcelona 1992; mientras que Claudia, además de los decorados de oro y bronce por sus tres preseas en esos metales, sumó otro en Atlanta 1996. Ahora, se les sumó la surfista Brissa Hennessy en Tokio 2020, gracias al quinto lugar en esta disciplina.

 “Vengo de un equipo familiar en Puriscal, a mi mamá (Dixiana Mena, quien además es entrenadora), a Noelia (marchista) y a mí nos ha costado mucho llegar a los Juegos Olímpicos. Por eso, hoy insto a que Costa Rica entera crea en el talento de las mujeres”, Andrea Vargas.

Aunque la nadadora María del Milagro París había logrado un sétimo lugar en Moscú 1980, eso no se tradujo en un diploma olímpico, ya que en ese entonces este premio cubría hasta el sexto lugar, y no fue sino a partir de Los Ángeles 1984 cuando se incluyó al sétimo y octavo lugar.

Por su parte, antes del cuarto lugar de Kenneth Tencio en el recién incorporado ciclismo BMX Freestyle categoría parque, los únicos dos hombres que habían alcanzado un diploma olímpico habían sido el ciclista Andrés Brenes por el sexto lugar en ciclismo de montaña en Atlanta 1996 y el taekwondista Kristopher Moitland en Pekín 2008 al quedar también en ese puesto de la categoría +80 kg masculino. Además, hubo una única representación colectiva que llegó a alcanzar este diploma, y fue la selección de fútbol masculino sub-23, luego de quedar en la octava posición en Atenas 2004.

¿Pero qué tan costoso es un pase a estas justas? ¿Cuál es el nivel de sacrificio que deben hacer para llegar a la cumbre de un largo proceso que toma por lo general 4 años, luego de superar filtros locales, nacionales, regionales y continentales?

Durante un conversatorio organizado por la Fundación Saprissa y la Embajada de Estados Unidos, la ganadora de la primera presea olímpica de la historia en territorio surcoreano explicó cómo se gestó su éxito. “Realmente eso fue la culminación de muchos años de esfuerzos, de entrenamientos en circunstancias difíciles donde entrenaba de 4 a 5 horas al día, y mucha planificación, perseverancia y disciplina. No se hizo de la noche a la mañana, sino que se planificó de 6 a 7 años antes, cuando se habló sobre la posibilidad de ir a los Juegos Olímpicos y lo que eso significaba”.

Incluso, la medallista explicó que nunca necesitó mudarse al exterior ni contratar a ningún entrenador extranjero. “Yo siempre entrené en Costa Rica, fui entrenada por un entrenador costarricense, Francisco Rivas, y toda la vida en el Club Cariari. Una rutina típica para mí era levantarme a las 3 a.m. Mi mamá me llevaba a la piscina, hacía media hora en el gimnasio, nadaba dos horas de 4 a 6 a.m., me iba a la casa, desayunaba, iba todo el día al colegio, hacía alguna tarea, me comía algo e iba a entrenar otra vez, de 4 a 6:30 p.m., y llegaba a casa a hacer tareas y dormir, porque estaba muy agotada. Eso lo hacía lunes, miércoles, viernes y sábado; y en vacaciones de colegio yo entrenaba doble sesión de lunes a sábado. Pero a cambio de eso viví experiencias excepcionales, competí en partes muy lindas alrededor del mundo. Aprendí que uno no nace para algo, mis padres nunca habían hecho deporte y nosotras (Claudia y ella) caímos en la natación por accidente, pero fue a punta de muchísimo esfuerzo y entrenamiento diario (como llegamos lejos); no por ser altas o de sangre alemana. Uno tiene que ser perseverante, constante y enamorarse de las cosas”.

Incluso, la mayor de las hermanas Poll negó que hubiese sido una nadadora profesional. “Nunca hice plata con la natación, nunca me gané un salario como un futbolista u otros deportistas profesionales (…). Aprendí lo que es el trabajo en equipo, porque para llegar a donde llegué debo tener la humildad de aceptar que no lo hice sola, sino por mi mamá, mi entrenador, mis compañeros de equipo, mis compañeros y profesores de colegio”.

Por su parte, la corredora de 100 metros vallas Andrea Vargas contó su historia luego de que estuvo a poco de poder entrar en esa finalísima, y reiteró su llamado a creer en el talento femenino para el deporte y cualquier otra actividad en general.

“Vengo de un equipo familiar en Puriscal, a mi mamá (Dixiana Mena, quien además es entrenadora), a Noelia (marchista) y a mí nos ha costado mucho llegar a los Juegos Olímpicos. Por eso, hoy insto en que Costa Rica entera crea en el talento de las mujeres”.

Durante la conferencia de prensa posterior a su participación, organizada por el Comité Olímpico Nacional, tanto Vargas como su entrenadora y madre, Mena, negaron que la escasez de fogueos internacionales para estas justas afectara para pasar a la final. “En diciembre ella tuvo un problema físico, le atribuyo más a ese período en que no pudimos trabajar al 100% el no llegar a la final. Por el tema COVID y proteger a Andrea renunciamos a varios fogueos internacionales; y muchos otros fogueos se cancelaron. Además, no podíamos jugar con la salud de ella, necesitábamos llegar a las olimpiadas sanas, por lo que fueron parte de nuestras decisiones para cuidar a la atleta”, fueron las palabras de Mena.

“No le pongo mucha mente al número de fogueos que necesito para llegar a un pico máximo. Más bien si nos fogueamos demasiado podríamos no llegar con el rendimiento que queremos al campeonato más importante del año”, agregó la mayor de las Vargas.

En la misma línea se movió la también surfista Brissa Hennessy, quien alegó que más allá de sus objetivos personales, lo que más le importaba es servir de inspiración para futuras surfistas. “Vine a los Juegos Olímpicos con el sueño de ganar una medalla y enorgullecer a Costa Rica e inspirar a una niña a meterse en el océano. No gané una medalla, pero salí con algo más (…) Una motivación de por qué surfeo y cómo la unidad y apoyo es el poder más fuerte de todos”.

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