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Mané: de implementos rotos a guiar a Senegal a otro mundial

Sadio Mané dejó atrás una vida de extrema pobreza y ahora triunfa tanto en Liverpool como en la selección de fútbol de Senegal.

Durante una visoría llegó con una pantaloneta y botines rotos

Aun así, viaja a Europa con 15 años

Luego de superar una infancia difícil de extrema pobreza, el jugador Sadio Mané es uno de los mayores referentes de la selección de Senegal en su regreso a un Mundial luego del memorable Corea Japón 2002. FOTO: SADIO MANÉ

Cuando apenas tenía unos 10 años, Sadio Mané veía por televisión la primera y única participación de la selección senegalesa en un Mundial, en el maravilloso Corea y Japón 2002. Allí jugaba Aliou (se pronuncia Aliú) Cissé, uno de los integrantes de esa selección que alcanzó un memorable sétimo lugar luego de haber dejado atrás a Uruguay y Francia en la fase de grupos y a Suecia en los octavos.  Además, observaba a su ídolo de infancia, el brasileño Ronaldo Moreira de Assis Gaucho, Ronaldinho (Ronaldiño).

Hoy, 16 años después, Senegal y Cissé vuelven a un Mundial, pero esta vez en calidad de seleccionador. Y Mané, como su principal jugador referente, gracias al rodaje conseguido especialmente en el Liverpool inglés. Sin embargo, Mané tuvo una infancia difícil.

Durante su estancia en la paupérrima aldea de Sedhiou, en Senegal, Mané apenas comía esporádicamente, y no tenía ropa ni zapatos.  Su único campo de juego eran caminos polvorosos y piedras que simulaban porterías, y de allí en fuera, cualquier bola servía para distraerse, por un rato, de su realidad.

Para poder trasladarse a la capital, Dakar, con motivo de una visoría que hizo la fundación “Generation Foot”, su familia le tuvo que ayudar vendiendo animales para ayudarle con los gastos del traslado. Además, se presentó con una pantaloneta y unos zapatos rotos. Sin embargo, su calidad técnica, táctica y su comprensión rápida de las instrucciones de sus entrenadores le ayudaron a sus visores para elegirlo en esta academia, y de paso, llevárselo para Francia con tan solo 15 años, con todo y que sus padres estaban muy escépticos sobre sus gustos por el fútbol, tomando en cuenta lo alejado e inaccesible de la distancia entre su aldea y la capital. Finalmente aceptaron al verle feliz. Por su parte, Mané se prometió llegar al profesionalismo, nunca decepcionarlos y además construir una escuela en su aldea.

Se fue al Metz francés con tan solo 15 años, pero no lo pusieron sino hasta a cuatro años de su llegada, y de allí pasó por el Salzburgo de Austria y el Southampton y Liverpool en Inglaterra. En todos estos equipos surgió y hasta este momento, mientras varios se van de fiesta, Mané no se acerca a las discotecas ni juega Play Station. Únicamente se dedica a jugar fútbol real, y después a hacer los trabajos físicos necesarios para conservarse en buen estado. ¿Y la escuela? En esta temporada, como fichaje del Liverpool, destinó la suma de 200.000 euros a la construcción de una escuela en su aldea para ayudar a otros niños a superarse como lo hizo él.

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