Deportes

Gómez: superación para cumplir una promesa póstuma

El jugador Gabriel Gómez debió superar muchas vicisitudes de infancia y eliminatorias fallidas para meter por primera vez a Panamá en un mundial.

Gómez le dedicó clasificación al Mundial a sus padres muertos

Durante su infancia perdió a su madre, por lo que su abuela tuvo que ayudarle a su padre

Luego de superar una infancia dura y procesos eliminatorios fallidos, Gabriel Gómez finalmente consiguió clasificar a Panamá a un Mundial de fútbol junto con una generación veterana. FOTO: GABRIEL GÓMEZ

Gabriel Enrique Gómez Girón es un jugador de fútbol de la vecina nación de Panamá muy conocido, porque se le ha enfrentado en muchos juegos con su selección, y además durante dos años cruzó la frontera de Paso Canoas para jugar con el Herediano y el Cartaginés.

Este mediocampista de contención es el jugador de mayor experiencia con “la Roja” panameña: lleva 142 partidos y posee 11 goles, y él, junto con toda una generación, finalmente logró cumplir un sueño que se les había negado por años: meter a su país en un mundial mayor. Sin embargo, debió esforzarse el doble para surgir.

Gómez nació en el distrito capitalino de San Miguelito, en medio de un hogar muy humilde, pues su padre era un capataz de construcción y su madre, ama de casa. Con solo seis años de edad, la señora falleció, por lo que su abuela asumió el rol materno junto con su padre, y él tuvo que cambiar botellas de gaseosas tiradas en la calle por dinero para poder ir a estudiar, con todo y que a duras penas él y sus hermanos podían comer una vez al día, si acaso.

Sin embargo, con solo 15 años un empresario del fútbol lo vio y se lo intentó llevar a Colombia, por lo que al ser menor de edad, el padre debía firmarle el permiso. Luego de obtenerlo, se convirtió en futbolista profesional y destacó al punto de que viajó a distintas partes del mundo como Portugal, Chipre o Estados Unidos, a demostrar sus condiciones.

En agradecimiento por sus atenciones y en apego a sus valores de unión familiar, Gómez invitó varias veces a su progenitor a que le acompañara en sus viajes al exterior, y en ninguna tuvo éxito porque el señor le tenía fobia a los aviones. Únicamente aceptaría ir a Costa Rica, y por tierra.

Lamentablemente, para cuando esas condiciones se dieron (2014), ya su padre tenía un año de muerto. Aquel día, con lágrimas en sus ojos frente al féretro, Gómez le había prometido clasificar a Panamá para el mundial de 2014 en Brasil, sin conseguirlo, luego de estar a unos pocos segundos de por lo menos ir a un repechaje contra Nueva Zelanda.

Sin embargo, y aunque se tuvo que esperar cuatro años, finalmente pudo cumplir su promesa de llevar a Panamá a un Mundial, y ahora Rusia 2018 será el fin de una generación de él y varios compañeros más que creían retirarse sin haber ido nunca a un Mundial pese a darle a su país una revolución futbolística sostenida desde la década anterior. Tras clasificar ante Costa Rica en octubre del año anterior, Gómez recordó a ambos padres y les dedicó la clasificación. “A mi mamá, a mi papá, que siempre quisieron verme en un mundial, yo sé que desde arriba están muy orgullosos, y para todo el pueblo panameño, la verdad que esto nos una y que esta alegría que nos embarga hoy sea el inicio de tantas cosas en el deporte de nuestro país”.

 

Suscríbase al boletín

Ir al contenido